Se cumple así el dicho popular de que a la hora de la muerte la vida de una persona se mide por el número de amigos con quienes se caminó en los días, los meses y los años... La chica que escribe, generosa (y mucho se agradece), dice que tiene buenas relaciones con las compañeras, por ejemplo, de la escuela, pero al mismo tiempo, vaya paradoja, le falta un ancla...

ROMPEOLAS: A los 17 años, la vida apenitas está iniciando... Y por delante quedan muchas primaveras, veranos, otoños e inviernos... Y la vida, tan misteriosa que es, suele dar "muchas sorpresas"... Ella dice, con certeza, que ahora tiene varias anclas... Sus padres, su hermana, los primos, los abuelos... "Pero no tengo cómplice ni ancla en mi generación... Me llevo con todos... Y con unos más que otros... Pero necesito una persona que me mantenga y sostenga con su amistad"... Entonces, advierte: "No estoy sola. No me siento sola"... Pero como mira que otras compañeras tienen sus anclas, ella piensa en ese gravísimo problema existencial... Ha de subrayarse, por ejemplo, que muchos hombres llegan a los días finales de sus vidas sin un ancla, mientras en el camino dejaron muchas cruces de amigos que nunca fueron...

ARRECIFES: La chica dice que "jamás termina de conocerse a los demás"... Y, claro, le asiste la razón del mundo... En la antigua Grecia, a esa conclusión llegó Séneca cuando luego de sus clases de filosofía en la plaza pública exclamó su frase más famosa..."Conócete a ti mismo"... Napoleón Bonaparte, profundo conocedor de la naturaleza humana, lo dijo así: "Toda persona es un misterio"... El viejito del barrio, viudo, dice, por ejemplo, que nunca pudo conocer a su pareja... Vaya, tan nunca se conoce a los demás que, por ejemplo, Emiliano Zapata, el Caudillo del Sur, confió en el teniente Jesús Guajardo, le entregó su amistad y lo emboscó y asesinó en la hacienda de Chinameca...Jamás Francisco Ignacio Madero, el presidente, conoció al general Victoriano Huerta, a quien declaró su amigo y lo paseaba orgulloso en las reuniones palaciegas... Por eso, aquel dicho popular: "Los amigos se cuentan con los dedos de una mano y sobran dedos"...

ESCOLLERAS: A los 17 años, la chica llegó a una conclusión... "Nacemos, vivimos y morimos solos"... Incluso, está segura de que ella solo se tiene a sí misma "para celebrarme en las buenas y ayudarme en las malas"... ¡Qué bueno (por un lado) que así lo mire porque entonces seguirá creciendo hacia dentro, en su mundo interior, para fortalecerse más, mucho más, y que significa lo más importante... Así, ya luego, convertido su mundo interior (su corazón, sus neuronas, su sensibilidad) en una fortaleza caminará con mucha, muchísima seguridad en la vida... Y los vientos huracanados le harán "lo que el viento a Benito Juárez", el indito de Oaxaca que llegó a presidente de la república... Y es que la fortaleza de adentro es la fortaleza de afuera...

PLAZOLETA: El sicólogo y el terapeuta familiar dicen, por ejemplo, que la adolescencia y la llamada primera juventud son las etapas más difíciles, rudas y duras de la vida... Es cuando, entre otras cositas, la identidad se está formando, aun cuando y como suele ocurrir de la juventud a la madurez cada persona vuelve a reeducarse de igual manera que de la madurez a la vejez... Y es que en cada etapa de la vida las cosas se ven y aprecian y valoran de forma diferente... Lo bueno es que la chica de 17 años tiene mucha confianza en sí misma... Y camina "sin recargarse en nadie" y tiene su identidad... Además, posee otra gran virtud, pues siempre, siempre, siempre, cuestiona todo, desde las relaciones amicales y personales hasta los conocimientos que va adquiriendo y los libros leídos...