2) Miles de empleados con salarios de hambre, así definidos en 1910 por Ricardo Flores Magón, periodista, político y activista social. Además, sin las prestaciones económicas, sociales y médicas establecidas en la Ley Federal del Trabajo, mientras, y bendito Dios, la secretaria de Trabajo, Dorheny García Cayetano, camina en tenis de 14 mil a 17 mil pesos.

3) La recesión golpeteando el diario vivir. Cada vez, más negocios, comercios, empresas y changarros cerrados. Unos, en forma definitiva. Otros, vendiendo esperanzas, que temporal.

4) Y de ñapa, la pérdida del poder adquisitivo. Un riesgo poner un negocio para ver si pega.

5) Si el desempleo en las regiones urbanas es canijo, peor, catastrófico en las zonas indígenas y rurales. Y, claro, pegando a la clase media. Media baja. Media media. Media alta, incluso.

6) El ejército de desempleados cada vez creciente.

7) El desempleo, descarrilado. Se siente. Se huele. Se percibe. Nadie puede “tapar el sol con un dedo”. Ni tampoco protegerse de la lluvia frenética con un paraguas.

8) La gente desempleada tocando puertas, ofreciendo servicios básicos, plomería, pintura, carpintería, lavar carros. En la desesperación social, pues.

9) Las familias, haciendo dos comidas al día. Y mal comidas. Apretándose el cinturón.

10) Mucha gente llegando a una casa hacia el mediodía, que de visita, cerca de la comida, para ver si lo invitan.

11) La deserción en las escuelas privadas y públicas por el desempleo del padre de familia. Incluso, el rector de la Universidad Veracruzana ya lo aceptó. Deserción en la UV de un veinte por ciento. Los hijos, enviados a estudiar a otras ciudades, “atrapados y sin salida”.

PUROS PALIATIVOS OFICIALES

12) La oferta laboral, y escasa, muy jodida. Apenas, apenitas, empleo informal. Y temporal. Unos meses. ¡Vaya paliativo!

13) Y por lo regular, empleos… pero para la venta de un producto. Y el pago, a comisión. Si vendes, bendito el Ser Superior. De lo contrario, que el Ser Superior se apiade de la familia.

14) Los programas sociales del obradorismo como en la recesión de Estados Unidos en 1930. Únicamente paliativos… para evitar una insurgencia, una revolución social.

15) Por fortuna, el pueblo es demasiado tolerante. Y aguanta vara. Sin rebelarse.

16) En la jodidez que se vive de norte a sur y de este a oeste de Veracruz, igual, igualito que en el resto del país, solo queda la caridad pública, la piedad religiosa, la misericordia humana. Yo, estoy jodido. Pero otros están peores. La resignación, pues.

17) AMLO, el presidente, como Jesucristo. En la caridad religiosa, lo que haces a los otros… me lo haces a mí. Además, la esperanza de que con la dádiva económica se ganen indulgencias para librar el infierno.

18) Los albergues, los asilos, las casas de caridad, las fondas económicas, los tendajones, ni siquiera soliviantaron el caos económico y social en la gran depresión norteamericana del siglo pasado. Familiares de enfermos en los pasillos y la banqueta del Hospital Regional de Veracruz, mientras el pariente está internado en una cama pública.

19) El otro pendiente social y económico, hijo de la errática política económica. Los migrantes. Los migrantes huyendo a Estados Unidos cargando a niños en los hombros y los brazos y la esposa embarazada, soñando con la tierra prometida. Y ni modo, la policía y la Guardia Nacional, enfrente.

20) La Casa Blanca de Joe Biden cabildeando en el Congreso de la Unión un permiso especial de diez años para los migrantes con antigüedad en el país vecino para trabajar sin sobresaltos. López Obrador, el presidente, pidiendo a Biden legalice a once millones de migrantes originarios de México y sin papeles. Pedir, nada cuesta, claro. Además, y de paso, posicionas el liderazgo político de MORENA.

PRÉSTAMOS FAMILIARES Y AMICALES

21) Gran estrago del desempleo galopante: según la Encuesta Nacional sobre las Finanzas de los Hogares, dos de cada tres personas “recurren a préstamos familiares y amicales para hacer frente a imprevistos”.

22) Los salarios, antes y después del COVID, cada vez más y más y más jodidos. Salarios que impiden comprar una casita. O en todo caso, seguir pagando la letra mensual del préstamo bancario. Salarios que impiden una vida digna familiar. Salarios que dificultan el acceso a las tres comidas para todos y todos los días. Salarios que obstruyen una educación de calidad y garantizado. Salarios que llevan al hambre y la precariedad en el vestir. Y ni se diga, cuando se interpone una emergencia. Millones de personas sin hogar. 6 millones de los 8 millones 150 mil habitantes de Veracruz, en la miseria, la pobreza, el desempleo y la jodidez. Y lo peor entre lo peor, con la esperanza muerta para creer y tener fe, fe ciega, que algún día la vida puede ser, será, diferente. Simple y llanamente, digna. Vida digna.

Es Veracruz, tres años después de iniciado el barco sexenal de la 4T.