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Martes 23 noviembre, 2021

AMLO y Jesucristo

•Talante mesiánico
•El dios terrenal

ESCALERAS: El 26 de octubre del año 2019, AMLO, el presidente de la república, estuvo en una comunidad indígena de Sonora conocida con el nombre de Etchojoa.
Allí habló con los compitas, y entre otras cositas, una vez más, se comparó con Jesucristo.

Luis Velázquez

Yo trabajo por los necesitados, les dijo. Por los pobres, reiteró. Por los humildes, repitió. “Porque no se le dé la espalda al que sufre” insistió.
Y, bueno, apenas fue una recordadita para que la mitad del mundo y la otra mitad nunca olvide que ha de considerarse el mesías enviado por un Ser Superior para redimir al país en el siglo XXI.

PASAMANOS: Calígula, el emperador romano, lo expresaba de la siguiente manera… “Hay días cuando me siento dios”.
El escritor ruso, León Tolstói, lo significaba: “Si no hay Dios, yo soy Dios”.
Dueños del mundo se creyeron, entre tantos otros, Atila, Gengis Khan, Adolf Hitler, José Stalin, Francisco Franco y Benito Mussolini.
También, Rafael Leónides Trujillo (República Dominicana), Fulgencio Batista (Cuba), Augusto Pinochet (Chile), y Jorge Videla (Argentina), entre otros dictadores de América Latina.
López Obrador es, por el contrario, un socialista. En el siglo pasado, diría, un comunista. Un socialista que como dijera en la comunidad india de Sonora, tiene al cristianismo como el eje rector de la 4T.

CORREDORES: Desde ahí, entonces, y en el caso de los Siervos de la Nación, admirarse, idolatrarse, venerarse.
Y es que, con todo y el oleaje de violencia con secuestros, desapariciones y asesinatos, desempleo cabalgando y cierre de negocios, comercios y empresas, el insólito apoyo social de López Obrador, en efecto, a los pobres y los jodidos, la gente en la miseria, todos, apostando a la esperanza.
La esperanza que es una virtud católica y apostólica y que, al mismo tiempo, vaya paradoja, significa la resignación confiando en que un día la Buena Nueva llegará a la tierra y enaltecerá la calidad de vida del grueso de la población.

BALCONES: Por eso, dijo López Obrador en Sonora en el año 2019, Jesucristo fue crucificado. “por defender a los humildes y a los pobres”.
El político tabasqueño, primer presidente de la república originario del Edén, también ha sido crucificado en el altar de la patria.
Los partidos opositores, los empresarios, los intelectuales, los periodistas, los conservadores, etcétera, lo han dado tupido y duro en la mesa de los sacrificios.

PASILLOS: Crucificados también Miguel Hidalgo y José María Morelos, Francisco Ignacio Madero, Salvador Allende, Jesucristo, Ernesto Che Guevara y Mao Tse-Tung.
Todos, revolucionarios. López Obrador, el revolucionario del siglo XXI.
Jesucristo, como los demás, rodeado de enemigos y amenazas. Pero nunca, el Hijo de Dios les tuvo miedo ni temor. Ni menos, lo cuartearon o arrodillaron.
López Obrador, en el mismo nivel, aun cuando, claro, su reino es de este mundo.

VENTANAS: Podrán los conservadores gritonear que es terco y tozudo. Que apuesta a la discordia en vez de la discordia. Que se la pase denostando a los adversarios, enemigos y críticos. Y que hasta en contra de la UNAM se manifiesta. Y también en contra de la Organización Mundial de la Salud.
Pero…, es la palabra del dios terrenal en el país. “El país de un solo hombre”, además, donde “su palabra es la ley”.
¡Bienaventurados, entonces, los 120 millones y cachito de mexicanos!
Luego de Salvador Allende en el continente, únicamente López Obrador.
“Triunfo o derrota, su misión histórica está en transformar los corazones de los mexicanos” (Proceso 2244, Rodrigo Vera).


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