El olor a poder
•Mujeres seducidas
•Fuerza de la amante
UNO. Presidente Querendón
Franklin Delano Roosevelt (FDR) fue presidente de Estados Unidos en el tiempo de la depresión. Y sacó adelante a la nación más poderosa de la tierra. Tenía una pierna paralítica y ejercía el poder y gobernaba en sillas de ruedas.
Luis Velázquez
Sus escoltas lo cargaban como un bebé de un lado a otro cuando necesitaba moverse.
Pero era, vaya paradoja, muy querendón. Y además de la casa “en la plenitud del pinche poder” tenía tres amantes, dos de ellas, que se aceptaban entre sí y hasta convivían y a su lado y Roosevelt feliz y dichoso…, en tanto, ni modo, la esposa aguantaba vara.
DOS. Así las mujeres lo aceptaban…
Una amante dijo a la otra, por cierto, una prima de FDR:
--Debes acostumbrarte a sus amantes y a su esposa.
--Pero yo no puedo.
--Si quieres continuar a su lado, tienes que poder.
--¿Tú puedes?
--Desde hace mucho tiempo, yo lo acepté así.
Entonces, el par de amantes se hicieron amigas y juntas y contentas compartían los días y las noches con el presidente.
Comían juntos. Lo cuidaban juntas. Respetando la decisión presidencial de dormir con una o con la otra.
TRES. Espíritu civilizado
La amante, su prima, se puso rejega y salió huyendo de la casa presidencial, decidida a nunca volver.
Pero dos, tres días después, el presidente le cayó en su casa y de sorpresa y la prima, su amante, lo aceptó.
Y volvió a la casa presidencial. Entonces, vaya maravilla, la esposa también la aceptó y la esposa y las amantes cohabitaban entre sí con el mayor espíritu civilizado.
Era el privilegio de ser la amante del presidente de la nación más poderosa del mundo.
CUATRO. La amante en la mesa con el Rey
Roosevelt enfrentó la Gran Depresión y la tercera guerra mundial hacia 1945 cuando Adolf Hitler fue derrotado en Rusia y antes que ser capturado se pegó un tiro en la sien.
Nacido en 1882, fallecido en 1933, invitó al Rey de la Gran Bretaña a una girita norteamericana y el banquetazo ofrecido al Rey y la Reina fue una comelitona a base de hot-dos, con unos indígenas bailando a ritmo de tambor batiente y el cielo lleno de fuegos pirotécnicos.
Incluso, y para escándalo de los Reyes y de los invitados especiales, Roosevelt invitó a sus amantes al festín y una de ellas, la prima, ocupó la mesa principal al lado de su esposa.
CINCO. El búnker del amor
El presidente ejercía el poder. Pero al mismo tiempo, se reservaba mucho espacio para su vida amorosa.
Con frecuencia, manejando su automóvil se desaparecía con una de las amantes y se encerraban en una casita de campo a orilla de río construida exprofeso para su retiro político.
SEIS. Amantes de otros presidentes
Muchos presidentes fueron igual de querendones.
La fama pública de que Marilyn Monroe solía esperar a John F. Kennedy en la alberca presidencial, nadando desnuda y tomando sus botellitas de champagne bien frías.
La fama de que Kennedy solía hacer el sexo rápido con una que otra chica atrás de la puerta de la Oficina Oval donde despachaba.
La fama de Bill Clinton con la becaria de 22 años, Mónica Lewinsky, además de las otras amantes que desfilaban en su vida como un carrusel de caballitos.
Roosevelt, con todo y que estaba discapacitado, era muy querendón.
Hay muchas mujeres, decía Henry Kissinger, que nunca resisten el olor a poder.