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Miércoles 20 octubre, 2021

Un mesías en el Congreso

Un mesías llegó al Poder Legislativo de Veracruz. Es un hombre de nombre Juan Enrique Santos Mendoza. Recibió la constancia de diputado local. Es pluri. Es decir, nunca hizo campaña electoral, ningún centavo gastó ni tampoco se expuso a una derrota en las urnas.
Y milita en el partido Fuerza por México y que a nivel nacional, ni modo, perdió el registro.
Será, a partir del 5 de noviembre, un Conscripto de la Patria, como llamaban en la antigua Roma

Luis Velázquez

a los legisladores, aquellos que "se cortaban las venas" por el pueblo jodido, pobre y en la miseria.
Y, claro, Santos Mendoza también lo manifestó cuando el OPLE, Órgano Público Local Electoral, le entregó el papelito.
Y en su declaración, discurso o boletín, su palabra recordó el México del siglo pasado, tiempo de "La dictadura perfecta" cuando los políticos padecían diarrea verbal y sus palabras eran demagógicas, demagogia, además, ramplona y barata.
Incluso, y que siempre recuerdan a Damián Alcázar, en la película "El infierno" cuando luego de matar a un político y tomar posesión como diputado federal, pronuncia vibrante y sonoro discurso patriotero diciendo que llegó "al Congreso de la Unión con las manos manchadas de sangre. Y no me arrepiento porque maté a un traidor".
Y el traidor era un político que había reñido con otro para quitarle la candidatura a gobernador.
Por ejemplo, en su perorata Santos Mendoza pronunció los más bellos y hermosos y esotéricos giros del lenguaje.
Uno:
"Seré un aliado de Veracruz para detonar el desarrollo para todos los veracruzanos".
Entre ellos, claro, los 6 millones de habitantes de Veracruz declarados por el INEGI en la jodidez total y a quienes ofreció, garantizó, leyes (¡leyes, caray, cuando tantas existen!) para ofrecer empleo y seguridad, el par de gravísimos pendientes en el Estado jarocho.
Dos:
"Si yo tengo un compromiso es con la base trabajadora quienes día a día levantan la economía local de miles de familias".
“¡Está güeno!”.
Un millón de paisanos de Veracruz en Estados Unidos como migrantes ilegales.
Un millón de mujeres trabajadoras sexuales en el interior de la república amorosa.
Uno de cada tres jefes de familia, llevando el itacate y la torta a casa con el ingresito obtenido en el changarrito en la vía pública.
Medio millón de habitantes únicamente haciendo dos comidas, y mal comidas, al día, debido a tanta jodida jodidez.
140 mil trabajadores sin quedaron sin chamba en el primer año del COVID debido a la recesión recrudecida.
Se ignora, entonces, si el diputado pluri se referirá a ellos como "la base trabajadora".
Pero, bueno, inmolarse en la mesa de los sacrificios sociales y políticos sirve para expresarse como un mesías, el enviado del Ser Superior para salvar la tierra.
Tres:
"No dejaré de lado a ningún sector de la población".
Sabeldo, entonces, príncipes y vasallas (¡Oh, Salvador Díaz Mirón), todos nos hemos salvado.
Ya tenemos un diputado local, un Conscripto de la Patria, en el Palacio Legislativo de Veracruz.
¡Tenga fe, fe ciega, fe total y absoluta, y mucha, muchísima esperanza!
Pronto, a partir del 5 de noviembre, un diputado significará el advenimiento de un nuevo, bello y hermoso día.
El día de la mujer. El día del hombre. El día de la humanidad.

SORPRESOTAS QUE DA LA VIDA...

Cuatro: “Trabajaré siempre a beneficio de los ciudadanos; será por la juventud, por los adultos mayores, por las amas de casa, por los comerciantes, por los empresarios y por todas las mujeres de Veracruz”.
¡Ay, Dios mío, gracias, muchísimas gracias por tanta dicha y felicidad social que el diputado pluri generará trabajando "siempre a beneficio de los ciudadanos".
¡Qué Herón Proal ni que nada!
¡Que Úrsulo Galván ni que ocho cuartos!
¡Que Hilario C. Salas!
Herón Proal, el autor del movimiento inquilinario de Veracruz.
Úrsulo Galván, la enconada lucha agraria.
Hilario C. Salas, el promotor de Ricardo Flores Magón en Veracruz.
Cinco:
"No les fallaré".
¡Sorpresas que da la vida!
Desde los orígenes de la política, el cien por ciento de los políticos han jurado y perjurado, asestándose golpes de pecho, que nunca, nunca, nunca, fallarán a la población electoral.
Y el 99 por ciento, vaya paradoja, fallan.
Y, caray, nada, absolutamente nada pasa, salvo los ajustes de cuentas entre los jefes tribales.
Por eso, tanta demagogia.
Burda, ramplona y barata.
En el relato bíblico hay frase memorable, citable y recordable: "Amárrate la lengua", dice, antes, mucho antes de hablar.
Incluso, el libro estelar del historiador Daniel Cosío Villegas sobre el presidente Luis Echeverría Álvarez habla de la dislexia (en verdad, diarrea) verbal, que suele dar a los políticos encumbrados.
"No les fallaré". "No les fallaré". "No les fallaré".

DEMAGOGOS DE LA HISTORIA

La perorata del diputado pluri es una joya de la literatura política.
Además, un texto pedagógico para que los políticos se abstengan de hablar así vayan a atragantarse con sus palabras.
Azorín les diría:
Sed prudentes con la palabra.
Mesurados.
Cautos.
Reservados.
Discretos.
Actúen en vez de vociferar.
Pongan las neuronas a trabajar en vez del hígado.
Véanse en el espejo de los demagogos más conspicuos de la historia.
"¡Arriba y adelante"! gritoneaba Luis Echeverría Álvarez.


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