Veracruz se antoja
•Taxis destartalados
•Humedad asmática
UNO. Veracruz se antoja
Sobre la avenida Ejército Mexicano, en Boca del Río, y hacia las 9 horas, Héctor Fuentes Valdés tomó un taxi. Y en el viaje a su destino se arrepintió millón de veces de treparse.
Luis Velázquez
El taxista era un hombre viejo, muy viejo, con par de dientes de oro, con barba descuidada, fumando como chacuaco y lo que le resultó demasiado dañino pues padece asma y el humo es uno de los peores causantes.
Pero, además, la unidad móvil en un estado deplorable en un tiempo cuando el “Veracruz se antoja” constituye el más alto logro turístico en la 4T.
DOS. Taxis destartalados
El taxi era viejo y destartalado. Únicamente el asiento del copiloto servible. Más que el asiento normal de un automóvil, el asiento era una sillita de madera de las que venden los inditos de la sierra de Zongolica de pueblo en pueblo.
Del asiento trasero nada quedaba. Apenas, apenitas, el espacio vacío.
La puerta del copiloto estaba amarrada con una reata que desde su asiento el taxista manejaba y operaba.
En vez de la tela del techo estaba cubierto por un cartón grueso, muy grueso, para cubrir el salitre de la unidad.
Y lo peor entre lo peor, el taxi oloroso a humedad vieja y putrefacta y que luego luego aceleró y multiplicó su asma.
TRES. Taxistas abusadores
Lo peor fue hacia el final de “la carrera” frente a la plaza comercial Las Américas.
--¿Cuánto es?
--Cuarenta y cinco pesos.
--¿45 pesos? ¡Caray, tan duro está el COVID!
El taxista sonrió mostrando sus dientes de oro como Pedro Navajas.
--Es la cuota.
--Caray, señor, no me agarre de tonto.
--Está bien. 40 pesos.
--Se me hace demasiado.
--Entonces, ¿cuánto quiere pagar?
--Lo justo. Únicamente lo justo, Usted abusa y merece reportarse.
---Está bien. Deme treinta pesos.
CUATRO. Cementerio de coches
El taxi debe estar en el cementerio de coches, o en todo caso, si alguna parte es servible venderse en partes como fierro viejo.
Pero, bueno, en el “Veracruz se antoja” de la secretaría de Turismo todo es posible para pavonearse.
Quizá la dirección de Tránsito está demasiado ocupada checando, por ejemplo, los autobuses urbanos de pasajeros para evitar, entre otras cositas, que los cafres sigan jugando carreritas y expongan la vida de los pasajeros.
CINCO. Una buena mordidita…
Son muchos los taxis en tales condiciones. Y a primera vista se entendería que si circulan se debe a que la delegación de Tránsito lo permite. Y lo permite a cambio de una buena “mordidita”.
Más porque significan un peligro y un riesgo. Incluso para que el cliente termine empujando la unidad.
Tiempo anterior existió cuando los taxistas alardeaban de que la unidad estaba climatizada y hasta le ponían letrero atractivo en el espejo para ganar clientela.
Ahora, en la 4T todo está o pareciera estar permitido.
SEIS. Abusos y excesos
Nadie se asusta y todo mundo tiene el legítimo derecho a ganarse la torta, el pan y el café.
Pero resulta insólito que la dirección de Tránsito y la secretaría de Turismo permitan la circulación de taxis deplorables.
Y de paso, los abusos y excesos cometidos por los taxistas en el cobro de cada carrera.
Más porque se trata de un servicio básico y fundamental tanto para los ciudadanos de a pie como para los turistas.
Con todo y que, incluso, las páginas mediáticas están hasta la coronilla con noticias donde los taxistas son asesinados, quizá, quizá, quizá, por tener malas amistades.