Antes, meses antes, había advertido, sentido, creído, percibido, que el índice de feminicidios en Veracruz iba en caída libre y del primer lugar nacional en que estaba había descendido al quinto, pero ahora ya está en el cuarto.
Que para arriba, de nuevo,
Incluso, expusieron la estadística en los primeros ocho mes del año desventurado que camina, 2021, y desventurado por el COVID, la recesión, el cerradero de negocios, comercios, changarros y empresas, y el terrible y espantoso desempleo galopante como jinete del Apocalipsis.
¡Vaya paradoja! y alerta guinda, marrón, negra, azul, rojo, etcétera:
La región de Coatzacoalcos, en el primer lugar estatal en secuestros... y desde hace dos años de los casi 3 que van de la 4T y la purificación moral.
Las extorsiones, en aumento.
Veracruz, octavo lugar nacional en homicidios dolosos.
3 mil 572 asesinatos en 8 meses, cuando, insólito, la media nacional en 8 meses fue de dos mil 498.
Veracruz, uno de los peores infiernos del país para el Estado de Derecho y cuya esencia superior es garantizar la seguridad en la vida y en los bienes.
Más, mucho más, en la vida, pues los bienes suelen ir y venir... si regresan, claro, considerando aquello de las vacas gordas y flacas.
En el robo a comercios y casas, las ciudades de Veracruz, Xalapa, Coatzacoalcos, Córdoba, Boca del Río, Poza Rica y Martínez de la Torre, en primerísimos lugares estatales.
Indicativo y significativo, en cuatro municipios gobernados por MORENA, el más alto número de robos.
Coatzacoalcos, Xalapa y Poza Rica.
Tres panistas, Veracruz, Boca del Río y Córdoba.
Veracruz, en el infierno.

"GOLPES DE PECHO"

En el otro lado de la moneda, el góber priista de Oaxaca, Alejandro Murat, felicitó a su homólogo de Veracruz que porque juntos están combatiendo con hechos y resultados los asesinatos y deteniendo bandas criminales.
El góber precioso de Puebla y también de Tabasco, ambos de MORENA, también felicitaron al jarocho por su duro y rudo, eficaz y eficiente, en la lucha contra la delincuencia organizada.
Cada día, en el palacio de Xalapa, hacia las 7 horas, junta cumbre de los jefes de las corporaciones policiacas y milicia para delinear mejores estrategias en el combate a los malandros.
Cada parte "dándose golpes de pecho" de una lucha feroz, implacable, para que Veracruz deje de oler a pólvora y sangre.
Pero los Colectivos, integrados con padres con hijos desaparecidos, los siguen buscando en fosas clandestinas y que cada vez aparecen más y más y más.
Y las ONG continúan documentando el feminicidio, llegando incluso, a los asesinatos de niños, como la bebé de 8 meses ejecutada por sicarios en una ranchería de El Espinal el lunes 4 de octubre, y la chica de 14 años asesinada en Coatzacoalcos un día después.
En el siglo pasado, el gobierno de Veracruz lo decía con frase bíblica en el tiempo de la famosa "Sonora Matancera":
"La violencia es inevitable, y ni modo".
Fue el tiempo cuando el góber precioso de Guerrero, el folklórico Rubén Figueroa Figueroa lo decía así ante la delincuencia organizada y común: "Si guerra quieren... guerra tendrán".
El tiempo cuando el presidente Felipe Calderón Hinojosa justificaba el crimen de civiles repitiendo la frase bíblica de George Bush hijo como presidente de Estados Unidos a propósito de las guerras en el Medio Oriente:
"Son daños colaterales".
Con todo, el mal fario, el peor karma, la pésima vibra, "traen patas arriba" los astros en favor de Veracruz.
Simplemente, la 4T no ha podido con el paquete de seguridad y procuración de justicia en casi tres años de gobernar y ejercer el poder en Veracruz.

"¡AQUÍ NOS TOCÓ VIVIR!"

En otros sexenios, la vida era peor en Veracruz.
Era aquel tiempo cuando, y por ejemplo, los sicarios cobraban 50 mil pesos (de entonces) por matar a una persona, cualesquiera que fuera.
Y cuando en las noches, "La Sonora Matancera" tenía noche libre para asaltar a conductores en las carreteras como una forma de pago otorgadas por los caciques.
Y cuando los cadáveres flotaban en los ríos y lagunas y todos, hasta la población civil, como si nada.
Y cuando Veracruz, las fosas clandestinas aparecieron y se multiplicaron en tierra fértil.
Y cuando desde el poder público y político, los sicarios y malandros eran apoyados "con todo y sin medida".
Aquella herencia fue un legado histórico, todavía hoy, insuperable, digamos, como un cáncer social incurable. sin ninguna medicina efectiva, ni siquiera, vaya, con operación quirúrgica.
Es el Veracruz que como en la novelística de Carlos Fuentes Macías sólo queda exclamar "¡Aquí nos tocó vivir y qué le vamos a hacer!".