Corrupción S.A. de C.V.
•Filme “El infierno”
•Soldados denunciados
ESCALERAS: En la película “El infierno”, de Luis Estrada, la corrupción “a flor de piel”. Un migrante, Damián Alcázar, regresa al pueblo luego de veinte años frustrados en Estados Unidos.
En el autobús, viajando de noche, unos sicarios, viajando como pasajeros, de pronto, a la mitad de la noche, con pistola en mano, asaltan a todos.
Apenas amanece, el autobús todavía en carretera, es detenido. Un retén de soldados lo incauta.
Luis Velázquez
Entonces, los militares integran en fila india a los pasajeros y ordenan a mujeres y hombres bajarse la ropa interior para revisarlos.
En el caso de Damián Alcázar, en el calzón tiene escondidos unos dólares. Y el soldado se los queda. Así nomás. En nombre del uniforme y el fusil.
PASAMANOS: “La violencia, decía el gobernador Agustín Acosta Lagunes, es inevitable, y ni modo”. El caso, por ejemplo, de los pistoleros asaltando a los migrantes.
Pero en el caso de los soldados está canijo. “El infierno” fue filmado en sexenio anterior retratando, digamos, otro México.
Se ignora si habrá alguna diferencia entre las policías y los soldados de entonces a la fecha con la 4T, el tiempo de la purificación moral.
CORREDORES: Con todo, está canija la saña y la barbarie con que parte de las corporaciones policiacas de todo tipo y nivel cometen con abusos y excesos del poder.
En Estados Unidos y México, la policía migratoria (además de la Guardia Civil y las policías federales, estatales y municipales) repatriando a los migrantes.
Además, de la corrupción de “los polleros”. Y de las pandillas. Y de la delincuencia organizada y común.
BALCONES: Mucho peor todavía si se considera que estamos en el tiempo de “los abrazos y los besitos” y de “Amaos los unos a los otros” y de la Cartilla Moral del escritor Alfonso Reyes con un gran contenido religioso.
Y cuando desde el poder se alienta, hasta con cargos públicos, a los evangélicos y cristianos.
Y cuando la mitad de los funcionarios de MORENA y casi casi la otra mitad predican en el púlpito público una honestidad “a prueba de bomba”.
Y cuando los chairos se pasean en lugares públicos con el chaleco de “Soy siervo de la nación” mirando con altivez, soberbia y pedantería al resto de los humanos.
PASILLOS: Desde el poder político sostienen la filosofía de que si el presidente de la república es honesto y respetuoso de los derechos humanos, por añadidura, el resto de funcionarios y burócratas en la escalera federal, estatal y municipal, lo serán por añadidura, digamos, como si se tratara de un milagro.
Ni los malandros, carteles y cartelitos y polleros respetan a los migrantes ni tampoco los policías de todo tipo y niveles y uniformes.
Insólito, por ejemplo, que las policías de México estén cazando migrantes de América Central, Haití y África para ser deportados y quedar bien con el presidente Joe Biden, como antes con Donald Trump.
VENTANAS: El migrante Damián Alcázar (Benny García) asaltado en el autobús en el filme “El infierno” por sicarios y soldados expresa el México de entonces. Pero también, el de ahora.
Max Weber decía, en efecto, que para cambiar a la sociedad ha de cambiarse primero a la persona, al ciudadano, al ser humano.
Más de dos mil años después, el mismo discurso predicado por Jesús de “amarse los unos a los otros” sigue vigente, pero sin resultados.
Más vigente Thomas Hobbes con aquello de que “el hombre es el lobo del hombre”.