Vivir con miedo
•¡Qué difícil es vivir!
•Miedo al infierno
UNO. Vivir con miedo
“Estar vivo es un peligro”. Y se vive con mucho miedo. A veces, demasiado, excesivo. Quizá como una obsesión, digamos, infundada. Pero miedo al fin.
Miedo a un secuestro, una desaparición, un asesinato, una fosa
Luis Velázquez
clandestina, un feminicidio.
Miedo a la impunidad.
Miedo a una bala perdida, un fuego cruzado, un asalto en la calle, un robo en casa.
Miedo a morir por culpa del COVID. Miedo a perder el empleo por la recesión.
Miedo a volverse un desempleado. Miedo a tener un trabajo, pero pagado con salarios de hambre y sin las prestaciones de ley.
DOS. Miedo a padecer Alzheimer
Miedo a contraer una enfermedad venérea.
Miedo a que de pronto, el cáncer aparezca en la vida. Miedo a padecer Alzheimer o el mal de Parkinson. Miedo a perder la memoria y desconocer a los familiares, la pareja, los hijos, los hermanos, los padres.
Miedo a un familiar desaparecido. Miedo a buscar y seguir al hijo desaparecido y nunca, jamás, encontrarlo. Y ni siquiera, vaya, una pista mínima.
Miedo, incluso, a una intriga, una calumnia, una difamación, un chisme canijo.
Miedo a que los demás te guarden rencor y odio creciente y multiplicado y hasta el deseo de venganza los avasalle.
TRES. ¡Qué difícil es vivir!
Miedo a cargar la mochila escolar los 6 años de la primaria, los 3 de la secundaria, los 3 del bachillerato y los 4, 5 de la carrera universitaria y tener cerradas las puertas laborales.
Miedo a que un amigo querido, hermano putativo, te traicione. O se vuelva ingrato, mal agradecido.
Y miedo a una terrible y espantosa soledad interior y exterior que con nunca se cura ni disminuye.
Y, por el contrario, se vuelve una pesadilla que descalabra los días y las noches.
CUATRO. Miedo al infierno
Miedo a quedar huérfano. Miedo a quedar viudo. Miedo a perder un hijo. Miedo a perder un amigo entrañable.
Miedo a un accidente automovilístico. Miedo a caer en prisión.
Miedo a perder al padre o la madre, uno y otro sostén económico, moral y sicológico de la familia.
Miedo a morir e irse al infierno, vetado para el paraíso. Miedo a que si se sufrió y padeció en la tierra, en el otro lado del charco se cohabite con los condenados en el infierno.
Miedo a quedarse en la soledad. Soledad de fuera. Soledad de adentro.
CINCO. Miedo a una infidelidad
Miedo a que la pareja sea infiel. Y sea infiel, incluso, con un amigo y hasta con un familiar, porque, ni hablar, la fuerza del deseo y la pasión son volcánicos.
Miedo a perder la elección a un cargo público. Y lo peor, miedo a quedar en último lugar cuando se creía y sentía que los ciudadanos de a pie estaban con uno a morir.
SEIS. Vacas gordas, vacas flacas
La vida es bella. Y al mismo tiempo, compleja.
Hay vida y hay muerte. Hay alegría y tristeza. Hay esperanzas y desencanto.
Hay tiempo de vacas gordas y de vacas flacas. Hay tiempo de sumar y de sumarse y de sumirse.
Y en medio de las circunstancias y emociones hay miedo. Mucho miedo. El miedo a vivir.
“¡Qué difícil es vivir!” escribió Albert Camus, Premio Nobel de Literatura.
El difícil arte de vivir decía el sicólogo alemán, Víktor Frankl.
El miedo, sin embargo, dice el viejito del barrio, nos hace estar y sentirnos vivos. A la defensiva y contraofensiva. Siempre sonando y resonando los tambores de guerra para ser, estar y trascender.
Nieves Sánchez Gomez 02 Oct, 2021 - 16:09
Excelente Mi Querido Maestro Saludos con Admiración, Respeto !!!