Incluso, participó en los Juegos Olímpicos de Beijing y Londres y obtuvo el cuarto lugar internacional.
Se llama Manami Ito y lleva una vida independiente y autónoma, admirada por todos, ahora en el mundo, dada su enorme, insólita fuerza de voluntad y su apego y amor a la vida.

DOS. La japonesa sonriente

Su video se hizo viral y ha sido noticia en la semana que camina en los 5 continentes.
Además, cuando toca el violín y trabaja de enfermera para ganarse el itacate y la torta, siempre sonríe.
Y es una sonrisa natural y bella, espontánea, llena de calor humano, sin ningún espacio para el dolor, el sufrimiento y/o la misericordia ni la piedad.
Insólito que con el brazo protésico toque el violín. Más, mucho más, que sea nadadora profesional y olímpica. Pan comido, entonces, trabajar de enfermera.

TRES. El pie de Santa Anna

Sin entrar en homilías ni sermones, la actitud de Nanami Ito ante la vida resulta insólita y ejemplar.
En cualesquiera otra circunstancia, muchos nos habríamos doblado y deseado la muerte con ansiedad y desesperación.
Claro, Antonio López de Santa Anna perdió un pie en la guerra en Tampico y lo sepultó con honores militares, de hecho y derecho, declarando a su pie héroe de guerra, ¡vaya locura mesiánica!
Los realistas fusilaron a Miguel Hidalgo y dieron doscientos pesos al indio yaqui que era su escolta para que lo decapitara y su cabeza fue exhibida en la Alhóndiga de Granaditas.

CUATRO. Job, el paciente

La japonesa Manami ya tocaba el violín. Estudiaba en un colegio de música. Era una de sus vocaciones.
Luego del accidente de tráfico y de reanudar su vida con heroicidad, valentía, dignidad y fuerza impresionante de voluntad, decidió seguir estudiando y tocando el violín.
Ahora, hasta conciertos imparte dejando al descubierto el brazo protésico y que para ella constituye un honor.
En el relato bíblico, Job, el paciente, pierde sus bienes en tiempo huracanado y queda en la pobreza.
Y, sin embargo, sigue bendiciendo a Dios con la misma intensidad a tal grado que años después Dios lo recompensa con las pertenencias perdidas.

CINCO. Googlear a Manami Ito

Valdría la pena googlear un ratito admirando las fotos en Internet de Manami Ito para retroalimentar la vida, sobre todo, en el tiempo desastroso del COVID, pues pareciera que la pandemia será eterna.
Y lo peor, sin ninguna posibilidad de volver a la normalidad como, por ejemplo, también sucediera con la peste en el año 1665 narrada por Daniel Defoe en el libro “Diario del año de la peste” y en donde con tantos muertos (veinte mil en una semana), todos seguían rezando a Dios, sin maldecirlo.

SEIS. La vida es luchar y seguir luchando

Nunca en los últimos 17 (diecisiete) años después del accidente automovilístico, Namani se dobló. Tampoco maldijo al Ser Superior por la desgracia.
Al contrario, luchó y siguió luchando con una extraordinaria, insólita, inverosímil, fe y esperanza en sí misma.
En todo caso, cosas de la vida a la que todos estamos expuestos.
Y si hay tiempos de vacas flacas, también hay de vacas gordas, con todo y que ha de transitarse por un camino lleno de espinas y cardos y, además, que pareciera inacabable.