en la infancia, encantadora y fascinante…

ROMPEOLAS: Atrás de la escafandra hay, por ejemplo, miradas tiernas y dulces, y que aun cuando la persona las tiene nunca, jamás, quizá, quizá, quizá se habían considerado… También hay, en el lado contrario, miradas siniestras y sórdidas y la persona queda, digamos, acalambrada, perpleja, atónita… Incluso, llena de miedo, como si fuera la mirada de los hermanos Almada persiguiendo a unos pistoleros que por cincuenta mil pesos, o menos, asesinan a un enemigo y adversario…

ARRECIFES: Hay miradas inexpresivas que nada insinúan ni dicen… Es la mirada de las personas que han dominado sus pensamientos y sentimientos… Le llaman la mirada de “La esfinge”, como la de Lázaro Cárdenas del Río, cien por ciento fría y cerebral… Y en contraparte, hay miradas llenas de rencor, odio y venganza, porque así tienen fermentadas las neuronas y el corazón y el hígado y el sexo… Es la mirada de los seres humanos que viven para multiplicar el rencor en sus corazones como si fueran los peces y los panes del milagro divino…

ESCOLLERAS: Hay miradas llenas de inocencia… Fascinante la mirada de los niños, por ejemplo, atrás de la máscara… Más, cuando en el cubrebocas tienen dibujado un corazón en color rojo, o en todo caso, diseñada una Blanca Nieves con punto de cruz… O un Superman, en caso de los niños, el héroe más universal de la historia… Tal cual, el tapabocas con figuras icónicas y simbólicas es el otro lenguaje de la cara en el tiempo del coronavirus… ¡Vaya, hay bozales con la figura de Ernesto El Che Guevara, el héroe civil más conocido del siglo pasado y del siglo XXI luchando por la libertad del continente…

PLAZOLETA: En Milenio TV pasan un anuncio con un montón de reporteros con cubrebocas… Y solo se les mira y aprecia la mirada… Y se trata, claro, de una adivinanza, porque resulta inverosímil adivinar su personalidad… En ocasiones, uno se topa en el café con una persona amable que saluda desde lejos con el bozal en la cara y sólo visibles los ojos y cuesta enorme trabajo ponerle un nombre… Incluso, se necesita acercarse a ella para leer su mirada, o en todo caso, para preguntarle su nombre con toda la pena del mundo…

PALMERAS: Es el tiempo del COVID y que tantas lecciones de vida ha dejado… Una de ellas, vivir encerrados y esforzarse por bien pasarla… Dos, reaprender a vivir en casa en la convivencia familiar… Tres, aprender a vivir con la austeridad franciscana y como dijera aquel, “con la medianía del salario”… Cuatro, reinventar la tradición cultura de la muerte, pues si un familiar muere, entonces ha de cremarse en automático y la familia recibir las cenizas… Cinco, saludarse de lejitos, por ejemplo, con la mano empuñada… Seis, aprender y reaprender a leer los ojos para, mínimo, identificar a la persona… Más cuando somos despistados…