Pero luego enseguida “mostró el diente”.
Un año después de vivir a su lado pendiente, digamos, de la tarea del hogar, pero más aún, de la salud de la abuela, la convenció de cambiar la herencia de la casa, el único patrimonio que tiene, y heredársela.
Fue en la familia sorpresa inaudita. Pero como la abuela tiene ochenta años y está lúcida, nadie objetó la decisión.
“Es la única nieta que me cuida”, dijo como argumento de peso y con peso.

DOS. Rota la luna de miel

Un año más duró aquella, digamos, luna de miel entre la abuela y la nieta.
Entonces, con la escritura de por medio, la nieta contrató un abogado y simplemente, avisaron a la abuela que era una persona incómoda, y por tanto, debía desalojar la casa.
Su casa.
Fueron a pleito. Y la nieta ganó y la abuela fue lanzada.
La familia estalló. Más, la madre de Estefanía porque es la hija de la abuela. Y ni se diga el resto de los hermanos, primos y tíos.

TRES. La bruja maldita
La familia completa se fue en contra de Estefanía. Fanny, como le llamaban de cariño, se convirtió en bruja maldita. Mala. Perversa. Ruin. Miserable, eran los epítetos endilgados para nombrarla.
Pero a Fanny le valía. Era dueña de la casa.
La familia quiso lanzarla. Y contrató abogado. Pero en la barandilla perdieron el pleito. Y la nieta se alzó victoriosa.
Entonces, tomó la siguiente decisión. Vender la casa.

CUATRO. Desapareció del mapa

Y la vendió. Le dieron tres millones de pesos. Soltera y satanizada por los padres y los hermanos y los tíos y los primos, agarró su lanita depositada en el banco y se fue del pueblo.
Sin decir adiós. Sin despedirse de nadie.
La abuela quedó a vivir con su hija, la madre de Fanny. Todos, destrozados porque “criaron a un monstruo”.
Desde entonces, hace un semestre, nadie conoce el paradero de la nieta.
En otras ciudades tiene familia. Pero en ningún lado se alojó. Creerá, dicen los hermanos, que el dinero solito se multiplicará como si lo sembraran en el surco y creciera como las plantitas de maíz y frijol.

CINCO. Estudiaba Medicina

Nieta truculenta, abogado truculento, de seguro “untaron la mano” a una que otra autoridad para que el fallo la favoreciera.
Por los tres millones, Fanny, mejor dicho, Estefanía, quedó sin familia y nunca será perdonada.
Ella estudiaba el quinto semestre en la facultad de Medicina y así como va, “veinte y las malas” que terminará de comadreja espantando a la cigüeña en un Veracruz en el primer lugar nacional de adolescentes embarazadas y el primer lugar nacional en abortos clandestinos.

SEIS. El gran despojo

Hijos despojando a los padres. Nietos despojando a los abuelos. Hermanos despojándose entre sí.
Los peores decibeles de la naturaleza humana floreciendo en el tiempo del COVID.
En el relato bíblico, el hijo pródigo exige la herencia familiar y el padre es generoso y procede.
Y el hijo se va. Pero años después regresa derrotado, aniquilado, destruido.
Se gastó la lana en francachelas. La vida loca diría Ricky Martin. “Fui de todo y sin medida” cantaría José José.
El padre y la madre y los hermanos lo perdonaron porque lo importante es que volvió, quizá, aprendida la lección.
Ya verá la familia su actitud si Fanny regresara…