y social de Padilla a quien avenía de información fresca…

ROMPEOLAS: Pero como la maestra dominaba el inglés, entonces fue incorporada a la plantilla de profesores en la facultad de Periodismo de la Universidad Veracruzana, ahora de Comunicación… Tenía una voz dulce y suave, fina y tierna, y con varios condiscípulos vivíamos para adorarla… Hacia el final del año escolar varios fuimos reprobados… Y cuando la maestra preguntó las razones de tan bajo aprovechamiento uno de ellos contestó de la siguiente manera… “He pasado un año idiotizado con usted… Vivo enamorado de usted… Y únicamente vine a clases para amarla en silencio”…

ARRECIFES: La maestra Bárbara Hebrad quedó atónita… Pero se repuso, ofreció las gracias y dijo que, ni modo, todos repetiríamos el año escolar… Y lo repetimos, pero también se repitió, “al pie de la letra”, aquella fascinación utópica… Y de nuevo, reprobó a aquel ejército de feligreses de su capilla… Varios terminamos la carrera arrastrando la materia de inglés desde el primer año, cuatro en total, y ni modo, nunca nos titulamos porque el alucine con la profe descarriló en la autopista académica y las neuronas bloqueadas para el inglés…

ESCOLLERAS: Todos los días, hacia las 2 de la tarde, la maestra daba clases particulares a don Alfonso Valencia Ríos, director de la facultad de Periodismo… Era una hora de clases en su oficina de jefe máximo… A las 3 de la tarde, don Alfonso impartía la materia de Periodismo y una hora después salía aprisa al periódico donde trabajaba de reportero y Jefe de Información… Y cuando en las mañanas impartía clases en la facultad siempre se le veía estudiando inglés con una grabadora que cargaba y en donde escuchaba los cassets con la voz de la profe…

PLAZOLETA: En un año, Valencia Ríos aprendió el inglés… Su rigurosa disciplina militar y vocación y voluntad le permitieron aprender pronto y rápido… Bárbara Hebrard siempre lo ponía de ejemplo a grupo aquel de compitas que solo asistían al salón de clases para mirarla y admirarla… En contraparte, ella vivía enamorada de su esposo y ni modo cortejarla… Años después, una generación estudiantil le armó una huelguita y solo la levantaron cuando en nombre de la civilidad ella renunció con prudencia y cordura a los años de antigüedad…

PALMERAS: Desde entonces, más de 5 décadas han caminado y nunca ha existido un solo día, una sola tarde, una semana, en que hayamos olvidado a la maestra… Fue una utopía, el lugar que no existe, en la vida de una parte de aquella generación… Además, el pedagogo del barrio dice que un profesor se vuelve inolvidable cuando es firme y riguroso en la cátedra y cuando, además, te reprueba con razones de peso y con peso… Nunca aprendimos el inglés, ni siquiera, vaya, para cantar alguna canción de rock… Pero los 4 años de la carrera universitaria, ajá, significaron el paraíso terrenal 4 horas a la semana cuando entraba al salón de clases fresca, fresquecita, sonriendo, y que era su manera fina y exquisita, dulce y tierna, de saludar…