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Lunes 17 mayo, 2021

El Presidente Andarín

Lázaro Cárdenas del Río fue un “presidente errante. Su vocación era “de andarín”. Una característica favorita de su estilo personal de ejercer el poder “eran las tareas turísticas, excusiones de acercamiento a la gente rasa, oidor de rancheros, el visitador incansable” le llama el historiador Luis González en el libro “Los días del presidente Cárdenas”, Colegio de México.
Pocas, excepcionales, ocasiones “se estuvo quieto en el sillón presidencial”.

Luis Velázquez

Incluso, las primeras semanas de su presidenciado la pasó de pueblo en pueblo. Y en el mes de febrero del año 1935, a los dos meses y cacho de ocupar la silla embrujada del palacio nacional, recorrió 65 poblados en diez estados.
Eran giras cortas, a veces. Otras, prolongadas. En una girita hacia el 8 de junio del año 1936, cuando ya había exiliado en definitiva a Plutarco Elías Calles y cambiado al gabinete y a los gobernadores y a los jefes militares callistas, Cárdenas agarró camino hacia diez estados del país.
En su historial gráfico son memorables y citables las fotos donde Cárdenas está sentado a ras del suelo o sobre una piedra debajo de un árbol o una silla en una escuela primaria escuchando, incansable, inagotable, prudente y mesurado, a los indígenas y campesinos.
Por eso es que López Obrador, el primer presidente de izquierda en el siglo XXI y que en el siglo XX fue Lázaro Cárdenas, reproduce “al pie de la letra” el modelo cardenista y los dos últimos años y seis meses del sexenio también la ha pasado caminando el país.
Y en el tiempo del COVID.
Incluso, ahora, en el tiempo electoral y con bajo perfil, digamos, para evitar el llamamiento del Instituto Nacional Electoral.
A Cárdenas llamaban el presidente silencioso. Escuchaba mucho, demasiado. Oía y seguía oyendo a los ciudadanos de a pie.
Con una fobia histórica, legendaria y mítica, al vicio, el juego y el alcohol y a la frivolidad sexual de los políticos, “era un amigo de los pobres y de los expulsados” (migrantes) del país.
Y tenía como legítima obsesión el reparto de la tierra “a quien la trabajara”, es decir, a los compitas.
De ahí que López Obrador sea igual. O pretenda copiar a Cárdenas, uno de los 5 héroes patrios de quien está más cerca que de Miguel Hidalgo, José María Morenos, Benito Juárez y Francisco Ignacio Madero según afirma el historiador Lorenzo Meyer, padre del secretario de Desarrollo Urbano.

UN PRESIDENTE FRÍO Y CALCULADOR

A diferencia de López Obrador, Lázaro Cárdenas nunca vociferaba ni satanizaba ni exhibía ni se vengaba.
Luego del exilio de Plutarco Elías Calles, quien soñaba con seguirse perpetuando en el poder luego de imponer y mangonear a Emilio Portes Gil, Abelardo L. Rodríguez y Pascual Ortiz Rubio, Cárdenas abrió la puerta a los políticos exiliados por voluntad propia.
Entre ellos, a Porfirito Díaz, el hijo mayor de Porfirio Díaz Mori, y a José Vasconcelos, el fallido candidato presidencial independiente luchando y enfrentando a Calles y al Callismo.
Y si cambió a los Ministros del gabinete legal callista y a los gobernadores y jefes militares callistas del país era porque seguían conspirando en su contra para quedar bien con Calles.
Es más, torpedeaban los programas oficiales, entre ellos, la expropiación petrolera ya en marcha.
Y sin embargo, nunca Cárdenas agarró las mañaneras en la radio para despotricar contra ellos y amenazarlos e intimarlos.
Simplemente, asestaba el manotazo y la orden se cumplía como aquella tarde cuando envió a un general y soldados a Cuernavaca para detener a Calles en su hacienda y exiliarlo.
Es más, la víspera ordenó detener al líder obrero, Luis Napoleón Morones, secretario de Comercio con Calles, porque seguía despotricando en contra de Cárdenas y hasta se estaba armando.
Y lo ordenó detener con el más bajo perfil, sin hacer escándalo mediático.
Su manotazo fue tan categórico y lapidario que la mayoría de la prensa a las órdenes de Calles, en automático cambió de política editorial y se declaró Cardenista cien por ciento, de igual manera como todos los diputados federales y gobernadores se volvieron Cardenistas “a la cargada” luego de que la prensa publicara la noticia a 8 columnas en portada del exilio del entonces llamado “jefe máximo de la revolución” que era Calles.

“HABRÉ DE SER PRESIDENTE”

Mucho, entonces, necesitaría el obradorismo aprender de la filosofía política y social y el estilo de ejercer el poder y de gobernar de Lázaro Cárdenas.
Nada, por ejemplo, de sembrar la discordia en vez de la concordia.
Nada de estar despotricando contra todos y “a tiro por viaje” todos los días.
El 30 de noviembre de 1934, Cárdenas tomó posesión presidencial. Entonces, dijo en el primer mensaje a la nación.
“He sido electo Presidente, y habré de ser Presidente.
Una solo fuerza política debe sobresalir: la del Presidente de la República”.
Y lo fue ante el poderoso Callismo difuminado en el país.
Pero de por medio puso la fuerza presidencial y la fuerza de la ley y la fuerza de la Constitución General de la República y su fuerza moral y social, sin andar sonando y resonando los tambores de guerra en cada nuevo amanecer.


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