Pero en su panteón hay otros héroes y de quienes poco, quizá en corto, habla en las mañaneras. Todos ellos forman parte del santoral de la izquierda. Así lo retrata el cronista Arturo Cano en el libro “El México que se avecina. Los desafíos de la 4T”, editorial Harper Collins.

PASAMANOS: Este santoral de la izquierda data del siglo pasado. Entre otros, los siguientes:
Uno. Heberto Castillo, el líder moral del movimiento estudiantil del 68. Perseguido de casa en casa donde se escondía por Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría Álvarez y Fernando Gutiérrez Barrios… hasta que lo aprehendieron.
Incluso, cuando Heberto Castillo fue candidato de la izquierda a gobernador de Veracruz jugando ante el salinista Patricio Chirinos Calero, López Obrador coordinó su campaña electoral.
Dos. Valentín Campa, Demetrio Vallejo y Othón Salazar, líderes obreros, todos encarcelados. Tiempo de Díaz Ordaz para acá.
El más conocido y famoso, Demetrio Vallejo, y de quien la escritora y cronista, Elena Poniatowska, escribiera una novela.

CORREDORES: Tres. Cuauhtémoc Cárdenas, y hacia quien lo acerca Porfirio Muñoz Ledo. El priista que le renunciara a Miguel de la Madrid cuando el Supremo Dedazo favoreció a Carlos Salinas como candidato presidencial.
Un hijo de Cuauhtémoc, Cuauhtémoc, ex gobernador de Michoacán, coordinador de asesores de López Obrador en la presidencia de la república.
Cuatro. Don Julio Scherer García, el mítico director general de Excelsior lanzado con golpe de Estado por Luis Echeverría Álvarez. Legendario fundador de Proceso.
Su hijo mayor, Julio Scherer Ibarra, jefe jurídico de la Presidencia de la República.

BALCONES: Cinco. Carlos Monsiváis, el mejor cronista del siglo pasado en el país y quien en un mitin de López Obrador en el Estado Azteca se llevó la ovación más grande… y post mortem.
Seis. El escritor Sergio Pitol, amigo de Carlos Monsiváis y José Emilio Pacheco desde la juventud. Nacido en Puebla, quiso ser jarocho. Muchos años vivió en Xalapa. Amigo del doctor en Economía, Raúl Arias Lovillo, ex rector de la Universidad Veracruzana.

PASILLOS: Siete. Los escritores Hugo Gutiérrez Vega y José María Pérez Gay, ambos tan ligados al periódico La Jornada-México, de Carmen Lira Saade, súper amiga de López Obrador.
Ocho. El doctor Salvador Nava, el médico y político, fallido candidato de la izquierda a la gubernatura de San Luis Potosí y quien encabezara marcha pacífica de SLP a la Ciudad de México.
Y nueve. Manuel J. Clouthier, el militante del PAN que fue candidato presidencial, y una de cuyas hijas, Tatiana, fue Senadora de MORENA y ahora despacha como secretaria de Economía.

VENTANAS: Todos ellos forman parte del santoral de la izquierda en el altar obradorista.
Cada uno trascendió en el corazón y las neuronas de López Obrador. Y reorientaron su pensamiento.
Y le sirven como punto de referencia para ser, estar y trascender.
De cada uno tomó un gajo de su pensar y fue integrando su altar.
Luego, López Obrador se fermentó con las caminatas de indígenas y campesinos a la Ciudad de México en contra de Pemex y con el trópico, y coordinando también la campaña electoral del poeta Carlos Pellicer a Senador de la República, y desempeñándose como presidente del CDE del PRI en Tabasco con el gobernador Enrique González Pedrero, emergió el cóctel explosivo del Edén.