Y por eso mismo se mandó a hacer montón de bozales de los mismos colores de su guardarropa para que el tapabocas y el vestido, la blusa, la camisola, sean del mismo color y hasta con los mismos dibujos y adornos.
Una vecina se ha blindado.
Uno, encerrada en casa, sin asomarse a la puerta o la ventana.
Dos, día y noche con el tapabocas.
Tres, siempre cargando una botellita de gel en la mano o en el mandil.
Cuatro, manteniendo la sana distancia.
Cinco, ha prohibido la visita familiar a los hijos y nietos y primos y tíos.
Y ahora, con la vacuna, los hijos cabildean para que se la apliquen en casa.
El miércoles diez, la fila daba la vuelta en el auditorio Benito Juárez.
El miedo a la muerte se ha manifestado.
Nunca como ahora la frase bíblica de Emerson. "El día cuando los seres humanos amen la muerte... amarán la vida".
En la fila también hay ancianos en sillas de ruedas. Más que con un tapabocas, casi parecen musulmanes. Ultra contra súper protegidos, únicamente los ojos se les veían.
Y sus ojos estaban sin brillo, sin esplendor ni resplandor.
Tanto vivir, caray, para estar allí, desde las 4 y 5 de la mañana, haciendo fila para la vacuna, esperando sobrevivir.

"AQUEL QUE NUNCA HAYA HECHO COLA... QUE LEVANTE LA MANO"
Los adultos mayores vacunados han estado en la fila unas 7, 8 horas, aprox.
Si el familiar llegó a las 5 horas para la fila y ellos hacia las 6, 7 de la mañana, el turno les ha tocado hacia las 12 del día.
Días, claro, cuando la fila ha caminado rápido.
Entonces, mínimo, unas 4 horas en la cola.
Y, bueno, la vida es así y si París bien valió una misa, entonces, vale la pena estar ahí, más, en una cultura azteca, como la nuestra, donde para todo se hace "cola".
Cola para subir al autobús urbano.
Cola para entrar al cine en película estelar.
Cola para pagar impuestos.
Cola para un trámite en oficina gubernamental.
Tremenda fila, por ejemplo, para sacar ficha para el examen de admisión en la Universidad Veracruzana.
Fila humana para comerse unos tacos en el puesto callejero.
Fila para votar en tiempo de elecciones, sobre todo, cuando se trata de candidatos a presidentes municipales, la autoridad más cercana a los ciudadanos de a pie.
Fila en la misa de doce para comulgar.
Las filas son históricas, herencia cultural, digamos, de cuando Hernán Cortés desembarcó en las playas de Chalchihuecan y caminó a Tenochtitlán y en cada pueblo indígena los jefes tribales hacían cola para saludar de mano al Quetzalcóatl español.
Incluso, habría de parodiar la frase bíblica de que "aquel que nunca haya hecho cola... que levante la mano!".
Por eso, la cola humana para vacunarse y, claro, flojitos, cooperando y sonriendo, porque simple y llanamente se trata, digamos, de la esperanza para salvar la vida.
Y es que el epidemiólogo del barrio ya lo dijo: La vacuna es una posibilidad para vivir, pues en ningún momento garantiza la inmunidad total.
Podrá la persona vacunada repeler el bichito chino durante un semestre.
Pero luego, el riesgo.
Y por eso, a vacunarse otra vez.