blancas con un letrero, una oración fúnebre, una plegaria:
"Biden, por favor, déjanos pasar".
Es el nuevo grito libertario de los indocumentados. También, quizá, de los perseguidos políticos.
Todos, huyendo de sus pueblos (Guatemala, Salvador, Honduras, México) tanto de la pobreza, la miseria y la jodidez.
Y de la violencia.
¡Ay, Señor de Señores, los países convertidos en un tiradero de cadáveres y de impunidad!
Ellos están arrodillados de cara a la garita de Tijuana.
Mirando a lo lejos la tierra prometida.
El Edén.
El paraíso terrenal.
Moisés, guiando a su pueblo, judío, durante treinta años soñando con la tierra prometida y que hasta el Mar Rojo les abrió el Señor para su paso.
Los migrantes de AC y México pidiendo refugio humanitario.
Por favor, porfis, por favorcito, por compasión y misericordia, refugio humanitario.
O asilo.
La foto fue publicada ayer, en portada de La Jornada-México, como la fotografía estelar del día.
Sabrá el chamán si Dios los escucha, ocupado quizá en otros peores menesteres, digamos, la espantosa migración de los pueblos africanos a España.
Ocupado en el conflicto eterno de Irak-Irán.
Israel y Palestina.
Pero, bueno, Joe Biden es católico, apostólico y romano y cree en Dios con firmeza, sin duda.
Y acaso el clamor de los migrantes sea escuchado por el dios terrenal Joe Biden, el presidente de la nación más poderosa de la tierra, unos ciento ochenta y cinco (185) países en el mundo.
"Biden, por favor, déjanos pasar".
Por favor.
Por favor.
Por favor.

"EL DIFÍCIL ARTE DE VIVIR"

Huyen de sus pueblos por la violencia.
¡El difícil arte de vivir! escribió Albert Camus.
Pero también, por la fallida y errática política económica de sus pueblos, entre ellos, México, incapaz de alentar la creación y recreación de empleos, más, mucho más allá del trabajo temporal y del trabajo mal pagado con miserables salarios mínimos y sin las prestaciones sociales, económicas y médicas contempladas en la Ley Federal del Trabajo.
La misma historia del siglo pasado y el anterior y el anterior y el anterior.
En México, por ejemplo, 6 de cada diez habitantes en la miseria y la pobreza y la jodidez.
Uno de cada 3 jefes de familia llevando el itacate, mal itacate, a casa, con el ingresito derivado del changarro en la vía pública.
Veracruz, en el primer lugar nacional en la producción y exportación de trabajadoras sexuales que han de subastar el cuerpo para llevar la torta a casa.
Cada vez, más mujeres narcas en Veracruz.
Muchas, presas.
Cada vez un desempleo galopante, fuera de control, descarrilado, por la fallida política económica, multiplicado con el COVID, y su heredera siniestra y sombría como la recesión.
Por eso, entre otras cositas, el montón de migrantes arrodillados frente a la garita de Tijuana, con sus esposas e hijos, lanzando a Joe Biden frase bíblica, memorable, citable y desgarradora.
"Biden, por favor, déjanos pasar".
Está cañón vivir así.
Por un lado, mirando a los migrantes hincados, como en una iglesia, ofrendando el corazón al dios terrenal, el presidente de Estados Unidos.
Y por el otro, la propaganda de los partidos políticos en la televisión y la radio ofreciendo el mejor de los mundos, la utopía, la calidad de vida, el trabajo digno, educación y salud, seguridad, empleo, a la población electoral.