Peor tantito si se considera que Veracruz ocupa el primer lugar nacional en feminicidios, así la autoridad “se lave las manos” diciendo que bajamos al segundo.
Peor aún si se recuerda que en Veracruz el tiradero de impunidad resulta insólito. La Fiscal General, debutando como una Gatúbela.

PASAMANOS: Número incalculable de niños huérfanos. Y de parejas viudas. Quizá, hasta de padres ancianos a la deriva social considerando que la hija era el sostén económico y social de la familia.
Nunca antes en la historia local. Hacia 1907, trescientos obreros textiles asesinados en Río Blanco. Hacia 1930, 40 mil campesinos asesinados. En el duartazgo, diecinueve reporteros ejecutados y tres desaparecidos.
Ahora, en la 4T, las mujeres en la mira de los sicarios, pistoleros, malandros, malosos, carteles y cartelitos. También en la mira de la delincuencia común. Ladrones de casa que, además, matan, acribillan. Quizá, ultrajan.

CORREDORES: Es el peor tiempo para la población femenina. 6 de cada 10 habitantes de Veracruz, son mujeres.
De los 212 presidentes municipales, únicamente unas treinta y cinco son mujeres. Dos de ellas, asesinadas. La primera, la de Mixtla de Altamirano. La segunda, de Jamapa. Crímenes impunes, por cierto.
Pero en la estadística de la muerte, madres de familia secuestradas luego de dejar a sus hijos en la escuela primaria. Y asesinadas, después de que la familia se declaró incapaz de pagar el rescate. Y/o con todo de entregar una parte.
Un infierno llamado Veracruz y de todos los días.

BALCONES: Sería pecado mortal escribir que hay un gobierno misógino. Indiferente. Lleno de desdén y menosprecio por la población femenina.
Más bien, se diría, la autoridad llegó al principio de Peter. Está rebasada. Los malandros son los dueños de la agenda pública. Dueños de las pelotas y las canicas.
Luchan las corporaciones policiacas para garantizar el Estado de Derecho. Pero los otros les ganan. Quizá en armamento. Acaso en estrategia. Quizá en bragados para exponer la vida. Acaso en número. Quizá en capacitación.
El saldo es aterrador para las mujeres. Diez asesinadas por día en el país. 45, ultrajadas.

PASILLOS: De nada sirven, entonces, tantos “golpes de pecho” en las mañaneras.
Tampoco tantos organismos oficiales para defender los derechos de las mujeres.
Ni menos tantas ONG interponiendo denuncias hasta en los tribunales extranjeros.
Ni menos, mucho menos, tantas mujeres empoderadas en cargos públicos y en las curules federales y locales.
Ya, el machismo. El oleaje de incertidumbre, inseguridad y zozobra. La impunidad. La incapacidad gubernamental.
Las mujeres, en la mira. Y el Estado, perplejo, atónito, fracturado en el pie de Aquiles.

VENTANAS: Ahora sí, como dice el erudito, “los demonios andan sueltos”. Y en contra de la población femenina.
Niñas. Adolescentes. Jóvenes. Casadas. Divorciadas. Viudas. Mujeres solteras y mayores de edad. Ninguna puede cantar victoria.
Una lucha, por demás, histórica, milenaria y legendaria de la mujer camino al Gólgota para que sus derechos sean reconocidos, aceptados y respetados.
El derecho a vivir, el número uno.
Y vivir que significa desarrollarse y crecer como ser humano.
Sin el temor de un asalto, un secuestro, una desaparición, una violación, un homicidio, a la vuelta de la esquina.
“El difícil arte de vivir” le llamaba Albert Camus, Premio Nobel de Literatura.