El lunes 22 de febrero, sobre la carretera La Tinaja-Cosoleacaque, los malosos colocaron troncos de árboles para bloquear la autopista.
Y surtió efecto.
Atracaron al conductor de una camioneta. Un comerciante.
Y le quitaron todo. Hasta el celular.
Por aquí el chofer se detuvo aparecieron varios sicarios, con armas largas, enmascarados, listos para el pillaje.
Ellos se han ido puliendo. Afilando el machete. La moruna. Los cuchillos.
Desde aquella vez cuando, por ejemplo, asaltaron a unas señoras en un templo de Córdoba una tarde cuando rezaban el rosario.
Y cuando de la iglesia Santa Rita de Casia en el puerto jarocho, doce del día, misa dominical, secuestraron a una persona delante de todos los feligreses.
Y cuando atracaron a unos comensales en una taquería de Córdoba.
Y asesinaron a un hombre un domingo al mediodía en una alberca en las goteras de Córdoba.
Y cuando asaltaron, primero, a unos pasajeros en un AU en viaje nocturno de Alvarado a San Andrés Tuxtla.
Y a un ADO en viaje diurno en la carretera de San Andrés Tuxtla a Acayucan.
Y cuando asaltaron un autobús de pasajeros en pleno centro de la ciudad jarocha.
Incluso, cuando plagiaron a una señora de la séptima década saliendo de la iglesia del Frac. Costa de Oro, en Boca del Río, y a la que con los días y para presionar a la familia a pagar el rescate le fueron cortando uno y dos y tres dedos y enviados a los parientes.
El terrorismo ha alcanzado niveles inimaginables.
Por ejemplo:
La cabeza decapitada abandonada en la mesa de un antro en el norte de Veracruz.
El cadáver colgando del puente de Tuxpan.
La mujer asesinada en el sur de Veracruz y a quien decapitaron y el cadáver lo tiraron en un municipio y la cabeza en otro.
La chica estudiantil secuestrada en Huatusco y desaparecida y asesinada y tirado el cadáver sobre la ladera de un puente.
La joven señora del norte de Veracruz de veinte años de edad, hija de una comerciante, tienda de abarrotes de materiales de la construcción, quien cuando se declarara incapaz de pagar el rescate simple y sencillamente la mataron y tiraron el cadáver en otro municipio.
En las viejas películas mexicanas cuando eran en blanco y negro, el paisaje más socorrido para multiplicar el horror y el pánico, el miedo "y el miedo al miedo", era torpedear un camino vecinal y polvoriento con troncos de árboles y hasta piedras para detener la caravana.
Entonces, aparecían decenas de pistoleros a caballo, enmascarados, la pistola en la mano disparando, sembrando el terror para el despojo.
A veces, "El Llanero Solitario" llegaba al rescate.
Ahora, en el tiempo de la 4T y Morena, otra vez los caminos sembrados con troncos de árboles.
¿Serán carteles, cartelitos o cartelititos?
¿Serán delincuentes comunes?

TOREROS EN TARDES DE LUCES
En el sexenio de Javier Duarte, los malandros llegaron a Veracruz por el norte procedentes de Tamaulipas, allí donde la historia consigna la existencia de gobernadores con malas amistades, entre ellos, Tomás Yarrington y Eugenio Hernández Flores.
Ahora, Francisco García Cabeza de Vaca, panista, en la mira, denunciado en la Fiscalía General de la República.
Entonces, los carteles debutaron como toreros en tarde de luces.
Sobre el puente que une a Tampico Alto, Veracruz, con Tampico, Tamaulipas, doce cadáveres tendidos.
Y en la carretera de Pánuco a Tantoyuca, rafagueados par de autobuses urbanos (los primeros en el país) con varios muertos, entre ellos, un bebé en brazos de su señora madre.
Desde allá, caminaron al resto de Veracruz, hasta llegar a las Cumbres de Acultzingo, Xalapa, la Cuenca del Papaloapan y los caminos del sur, tan polvorientos que están.
Según versiones, en la tierra jarocha operan casi todos los carteles.
Jugosa plaza.
Uno, la autopista de sur a norte.
Dos, los tres puertos marítimos (Coatzacoalcos, Veracruz y Tuxpan) para la carga y descarga de droga.
Tres, las pistas clandestinas.
Cuatro, la alianza de los políticos, jefes policiacos, policías y malandros para, entre otras cositas, multiplicar el terrorismo con la desaparición forzada de personas.
Cinco, el huachicoleo.
Sexto, el secuestro.
Séptimo, la extorsión.
Octavo, el floreciente negocio de los migrantes.
Noveno, la prostitución.
Décimo, el cobro del llamado derecho de piso.
Undécimo, la concesión de obra pública para constructoras favoritas en los municipios.
Duodécimo, y como en el caso de Ciudad Mendoza, Río Blanco y Nogales, tres aspirantes y suspirantes del PRD a la presidencia municipal, amenazados de muerte y declinando a su legítima aspiración.
El secretario de Seguridad Pública, Hugo Gutiérrez Maldonado, con fama de ex titular de la SPP y la Fiscalía General en Nuevo León, enfrentando los días más sombríos, sórdidos y siniestros de su vida pública.
Todos los días, tiradero de cadáveres y de impunidad.
Todos los días, Veracruz, oliendo a pólvora y sangre.
Un voceador lo describe de la siguiente manera:
Si escurres el periódico, sale sangre.
Si lo vuelves a escurrir, salen huesos.
Si lo zangoloteas, sale un cadáver.
Los malandros, bloqueando los caminos y carreteras con troncos de árboles para obligar a los conductores a detenerse y caerles de sorpresa para el saqueo...