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Lunes 15 febrero, 2021

Enanismo político

El góber jarocho de López Obrador centra y concentra el poder político y únicamente da juego al secretario General de Gobierno, asomándose con regularidad en el palenque mediático. A veces, el secretario de Seguridad Pública. Y la Fiscal General.
Pero de ahí en adelante, el enanismo político.
El gabinete legal y ampliado como si fuera un cero a la izquierda. Unos simples compañeros del viaje sexenal. Pero sin trascender.

Luis Velázquez

Llevan dos años y dos meses y una semana. Por lo general, callados, reducidos al silencio, lejos de las pasarelas y el incienso mediático. De hecho y derecho, reducidos a la nada. Y la nada, nada es.
Se ignora si se debería, quizá, a que todos les gusta el bajo perfil. Acaso a que se vive la plenitud de Alicia en el país de las maravillas, donde una sola persona, Alicia, brilla, y los enanitos, enanitos son.
Se ignora si es porque el índice de productividad oficial es bajo y al góber le vale, porque de ser así, entonces, caray, de por medio está su nombre y crédito.
Bien podría deberse, digamos, a que el góber monopoliza los reflectores. Y por eso mismo, hasta la dirección de Comunicación Social solo expide boletines sobre el jefe máximo, el tlatoani, el gurú, el chamán, y al resto del gabinete lo tiene y mantiene en el limbo.
A veces, por ahí, algún secretario del gabinete legal se filtra en el espacio mediático. Pero es debut y despedida. Por aquí aparece, en los días y semanas posteriores, desaparece.
Pocos, excepcionales ciudadanos de a pie conocerán el resultado social concreto y específico del gabinete.
Acaso, únicamente cada año cuando el día de la comparecencia en el Poder Legislativo para desglosar el informe de gobierno correspondiente.
Pero sin mayor trascendencia. A menos, claro, que uno que otro secretario acarree a sus fans, como el caso del secretario de Gobierno con los 77 presidentes municipales que fueron por iniciativa propia, ajá, al Congreso, en la comparecencia del mes de diciembre del año anterior, o del secretario de Educación acarreando a los mil profesores y hasta con pancartas y bambalinas.
En todo caso, el hecho resume el personal estilo de ejercer el poder. Una regla: primero yo, el góber. Después, yo. Y al último, yo.
Suele darse. Se le llama el Veracruz “de un solo hombre”. Lo dijo la Fiscal General en la toma de posesión. “Aquí mando yo”.

REDUCIRSE A LA NADA

Cada titular del gabinete legal y ampliado tiene, tendrá, legítimas aspiraciones políticas para seguir creciendo.
La vida pública, está claro, nunca, jamás, termina en un sexenio…, si en el mejor de los casos, concluyen el periodo constitucional.
Y una cosita es servir con “lealtad ciega” al jefe máximo, y otra, mil años luz de distancia, reducirse a la nada, sin trascender en el día con día y el mes con mes para que la población tenga conocimiento puntual de su trabajo social.
Por eso, resulta insólito el centralismo político, social y mediático del góber.
Y, bueno, y en todo caso, estaría reproduciendo el modelo obradorista. Pero al mismo tiempo, vaya paradoja, en las mañaneras, por ejemplo, el presidente de la república suele dar juego a uno que otro secretario del gabinete federal, varios, muchos más que en Veracruz.
López Obrador es un político con mucha, demasiada experiencia. Y su góber jarocho, apenas, apenitas, se está formando. Ha tenido carrera meteórica. En un dos por tres, “antes de que el gallito cantara tres veces”, era diputado federal y luego candidato a gobernador en par de ocasiones. La primera, derrotado. En la segunda, exitoso, gracias a López Obrador, quien iba en la boleta electoral.
Pero luego de estar encerrado veinte años en el salón de clases de la Universidad Veracruzana y otros tantos en un CETIS, necesita las candilejas y las burbujas y, por eso mismo, el gabinete reducido a un bajo perfil.
Muchas veces, los ciudadanos de a pie se preguntan, vaya, el nombre de tal o cual secretario. Y luego enseguida, el producto de su trabajo institucional.
Nunca en Veracruz, de los 79 gobernadores que van, los tambores mediáticos sonando y resonando alrededor del jefe máximo.

VIVIR EN LAS SOMBRAS

En una oficina de Comunicación Social, tan fácil que es redistribuir la cobertura de los reporteros entre el gabinete, digamos, como las fuentes informativas en un medio.
En el caso, quizá la orden superior es dar juego a uno que otro secretario, los menos, y que cada quien juegue las pelotas como pueda.
Pero como todos ellos miran la concentración del poder, entonces, lo dijo en el siglo pasado Fidel Velázquez Sánchez, el jerarca de la CTM, “que quien se mueve en la foto no sale”, y mejor llevársela pian pianito… les vayan a dar un manotazo.
La población electoral ignora el trabajo de cada secretario del gabinete. Pareciera, incluso, que nacieron para vivir en las sombras, como los vampiros. Pero ellos, ni salen de día ni tampoco de noche.
Así han transcurrido 26 meses y todos a gusto. Lo decía César “El Tlacuache” Garizurieta, “vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”, y quizá es, o sería, su filosofía política, social y desarrollo humano de todos ellos.


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