“No te hagas pendeja”
•“Sacaste dinero del banco”
•“Dámelo o te disparo”
ESCALERAS: Viernes 5 de febrero. Ciudad de Veracruz. En el transcurso de la mañana. Casi las 12:40pm.
La señora Karla Briseida, de 25 años, retira del banco BBVA la cantidad de treinta mil pesos.
Está acompañada de su hija menor.
Y se retira.
Luis Velázquez
A unas dos cuadras del banco, par de malosos la abordan. A punto de pistola. Van en una motocicleta.
Entonces, quiso huir. Pero un sicario le dijo:
“No te hagas pendeja. Acabas de retirar dinero. Dámelo o te disparo””.
Los malandros se llevaron el dinero y se perdieron en el mediodía salvaje de Veracruz.
PASAMANOS: Un acto más de violencia. Y cada vez, recrudecido el tsunami de incertidumbre y zozobra.
Caray, apuntalar con una pistola a una señora de 25 años. Pero más todavía, acompañada de su hija menor de edad.
De entrada, demasiada temeridad y audacia de los malosos. Más, a la mitad del día. Más, a dos cuadras del banco. Más, cerca de un banco donde, se entiende, hay, ha de existir seguridad.
Más, mucho más, porque es mujer.
CORREDORES: De nada, entonces, sirven las protestas de los familiares de los feminicidios, mujeres asesinadas.
Tampoco de los familiares de los desaparecidos, integrados en Colectivos, madres buscando a los hijos.
Menos, de los comités vecinales de barrio en vigilancia permanente contra los malosos.
Menos, mucho menos, de los autodefensas y guardias comunitarios, tan combatidas desde el lado oficial porque son incómodos para el buen gobierno.
Podrán los ciudadanos de a pie seguir inconformándose por la violencia que la autoridad los desdeña, tan obsesionados, por ejemplo, con el regreso del beisbol a Veracruz, únicamente para quedar bien con Amlo, su deporte favorito.
BALCONES: Es un Veracruz sórdido, siniestro y sombrío.
Los carteles y cartelitos, dueños de las pelotas en materia de seguridad pública.
Y también, en el caso de la procuración de justicia.
Simplemente, el principio universal. Entre más impunidad, más los sicarios, asaltantes, ladrones, pillos, “crecen al castigo”.
Y la población, más desprotegida. Casi casi, y si se pudiera, que cada quien se armara o tuviera escoltas días y noche para la familia.
PASILLOS: Insólito el asalto con pistola de por medio a Karla Briselda, de 25 años, en el puerto de Veracruz, y su hija, la niña que ya conoció la violencia “en vivo y en directo”.
Los ladrones, rateros, asaltantes, apuntando con la pistola a la madre, cierto. Pero también a la niña, la parte más débil y frágil de la vida.
Al momento, unos cuarenta y menores de edad asesinados en los últimos 26 meses y días.
Un infierno llamado Veracruz. El mundo jamás imaginado. Creíamos que con el asesinato de reporteros en el duartazgo era suficiente. Ahora, tiempo de los feminicidios, el Estado, en el primer lugar del ranking nacional.
VENTANAS: Hay días como hoy cuando el escribidor se pregunta si tiene razón de ser describir los días y las noches turbulentas oliendo a pólvora, ríos de sangre.
Se parte de un principio universal: ¿Para qué… si de cualquier forma si la violencia continúa?
Más todavía: ¿Para qué… si la autoridad pareciera estar “cruzada de brazos”, o ser indiferente, o estar rebasada por el principio de Peter y nada pasa?
Pero al mismo tiempo, si hay violencia y deja de cacarearse en la cancha pública con la protesta de las víctimas, y se omite en el palenque mediático y de las redes sociales, entonces, la autoridad iría “en bandeja de plata”.
“El difícil arte de vivir” le llamaba Albert Camus.