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Diario de un reportero
Sábado 30 enero, 2021

Viñetas del poder

El gato de angora del jefe
•De banquete en banquete


DOMINGO
El gato de angora del jefe



Los siguientes son unos retratos del poder:
El priista Carlos Rodríguez Velasco soñaba con la candidatura a presidente municipal de Xalapa. Tenía, como siempre, adversarios y enemigos. Entonces, tomó cafecito con el director general del periódico, Política, Ángel Leodegario Gutiérrez Castellanos.
Platicaron. Le confió su legítimo sueño. Pidió apoyo. Y le dijo que no tenía dinero.
Yayo escuchaba en silencio, acariciando con su mano un gato de angora que refocilaba sobre su pecho y el estómago. El director del medio deslizaba su mano con suavidad sobre el gatito que se dejaba querer. Dijo el periodista y político:
--Desde ahora, Política está contigo. Pero, mira, este gatito come y cuesta. La luz de esta oficina cuesta y ha de pagarse. Las computadoras han de comprarse. La renta del local ha de pagarse. Yo, me encargo de que Política esté contigo.

Luis Velázquez

Tú te encargas del dinero. Es tu chamba y que necesitas, además, para tu campaña.
Ex presidente del CDE del PRI, ex jefe de prensa de Agustín Acosta Lagunes, ex diputado, Ángel L. Gutiérrez conocía “el fondo de la olla”.
Rodríguez Velasco se encargó del dinero y fue alcalde.

LUNES
De comelitona en comelitona

El profesor, periodista, escritor y político, Octaviano Corro Campos, fue una leyenda en la Cuenca del Papaloapan. Cosamaloapan, su feudo.
Fue director del periódico “Pulso”, financiado por el ingenio San Cristóbal, tiempo aquel cuando era el más exitoso del mundo por la molienda de más de dos mil toneladas de caña en una zafra.
En el tiempo electoral, Octaviano Corro decidía sobre el voto familiar en las urnas.
Por ejemplo, se formaba en la fila con su esposa e hija. Y cuando iban llegando a las urnas, les pedía sus credenciales de elector a las dos y en nombre del patriarcado sufragaba por ellas.
Era la plenitud democrática.
Años después, el Poder Legislativo de Veracruz le entregó la medalla “Ignacio Manuel Altamirano” y durante un año, de pueblo en pueblo en el Papaloapan, se la pasó en comelitonas organizadas por los alcaldes, los ediles, los profesores, los amigos, los vecinos.
Un amigo lo recuerda y exclamaba contento y dichoso:
“¡Caray cómo le sacamos provecho a la medallita aquella!” y que el maestro Corro se colgaba de la bolsa superior de la guayabera de igual manera, digamos, como Porfirio Díaz Mori sobre el uniforme militar.

MARTES
La casa de fuego nostálgico

Hacia el final de los años, el maestro Octaviano Corro tenía una casita a la orilla del río Papaloapan, desde donde miraba los pueblos ribereños.
Era la casita como su departamento en el retiro. Centro de convivencia con los amigos. Comelitonas. El cafecito. Una que otra copita.
Había estudiado en París becado por el gobierno del estado, escribía novelas, cuentos y poemas, y sabía de la nueva buena vida parisina.
Decía a un amigo, su confidente y compañero de aventuras:
--Mira, aquí, en mi cabaña, en mi cama, he tenido a chicas de veinte años acostadas y desnudas. Pero a mi edad, únicamente, las miro. Y lo único que puedo hacer es olerlas. Es el destino de los hombres viejos.
Y entonces, se hundía en la nostalgia y el recuerdo, en tanto la tacita con café se enfriaba, y a lo lejos se escuchaba el murmullo del agua deslizándose aguas abajo en el río Papaloapan.
Fue en el siglo pasado. Cuando todavía en el otro extremo del mundo, Yasunari Kawabata, Premio Nobel de Literatura, estaba por escribir su novela “La casa de las bellas durmientes”, una casa de citas para ancianos que únicamente las contrataban para mirarlas mientras dormían narcotizadas.

MIÉRCOLES
Los 60 carritos del alcalde

Estilo personal de ejercer el poder, partiendo de la base universal de que “cada cabeza es un mundo”.
Julio Castillo era presidente municipal de Cosamaloapan. Tiempo priista en el siglo pasado.
En su despacho, sobre el escritorio tenía sesenta cochecitos de juguetes, donde abundaban los colores rojo, blanco y negro, los colores de su partido, el tricolor.
Cada vez que un ciudadano de a pie solicitaba audiencia, lo escuchaba con prudencia y mesura, y al mismo tiempo, jugaba carreritas con los automóviles, y él mismo movía a todos, pues, afirmaba, así escuchaba mejor y lo más importante, pensaba bien para tomar decisión salomónica.
Toda su vida, a partir de cuando pudo, coleccionó cochecitos. A cada rato iba al mercado popular para buscarlos. Y, si era necesario, los encargaba previa solicitud telefónica.
A un lado del despacho, la bandera nacional. En otro, la foto del gobernador en turno. Y una botellita con miel que utilizaba para aplicarse una gotita en los ojos pues tenía carnosidad y aseguraba que era remedio infalible.

JUEVES
Edil iracundo

Gustavo Arróniz Zamudio fue otro alcalde de Cosamaloapan. Y en dos ocasiones.
Irritable, explosivo, de poca mecha, alardeaba de su amista con Irma Cué, la paisana que llegara a senadora de la república y estuviera en un tris de la candidatura a gobernadora, pero al mismo tiempo, vivía irritado con una parte de la prensa local.
Entre ellos, contra el periodista Tomás Carrillo, corresponsal de varios medios.
Incapaz de conciliar con Tomás Carrillo se fue contra su hijo, José Tomás Carrillo, años después, diputado federal, secretario de Desarrollo Agropecuario y subsecretario de Gobierno.
Fue una tarde en el parque de Cosamaloapan. Gustavo Arróniz, un hombre corpulento, alto, hecho un energúmeno se le fue encima, lo agarró de la camisa, y lo levantó en vilo, y le dijo que su actitud era por la pluma de su padre.
Joven, José Tomás solo escuchó y espero la furia de aquel hombre y luego fue a casa e informó a su señor padre.
Y el padre se trasladó al palacio donde desafío al señor presidente municipal, quien se arrugó.

VIERNES
Mal karma

La vida nunca es aburrida, claro. Pero hay riesgos. Y a veces, la maldición cae como mal karma y pésima vibra y hay excepciones. Unas viñetas del poder. Por ejemplo:
Basilio Picazo, el cacique de Coyutla, en la sierra de Papantla, desertó del PRI y pasó al PAN, y desde entonces, ningún cargo público ha usufructuado.
Renato Tronco, el cacique sureño, renunció al PRI y pasó al PAN, y desde hace 4 años, ningún cargo público.
Fernando Arteaga Aponte renunció al PRI y pasó a MORENA, y desde entonces, ni fu ni fa, aun cuando una de sus hijas trabaja en la delegación federal como segunda al timón.
Ricardo García Guzmán, cacique de Pánuco, renunció al tricolor y pasó al PAN, y desde hace más de 4 años, en el limbo.
Las hermanas Fabiola y Regina Vázquez Saut se fueron del PRI y pasaron al PAN y cuando vieron la marabunta guinda se fueron a MORENA y desempeñan cargo público de la 4T en Puebla.
Michelle Servín, ex síndica de Xalapa, renunció al PRI y fue a MORENA y tiene carguito público en Puebla.
Elizabeth Morales, exalcaldesa y ex diputada federal, dimitió al PRI y se proclamó morenista y que la harán candidata a presidenta municipal de Xalapa, pero, todo indica, puro reality-show.


1 comentario(s)

Nieves Sánchez Gomez 30 Ene, 2021 - 15:38
Excelente Mi Querido y Admirable MAESTRO

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