Diputados reelectores
•Como si lo merecieran
•Mesiánicos y populistas
ESCALERAS: 448 diputados federales de 500 (entre ellos, treinta de Veracruz) se anotaron para la reelección. Con todo, incluso, que la ley aprobada para reelegirse todavía está cocinándose.
Incluso, en el peor atropello moral de la historia, los 448 usufructuando la dieta, y los apoyos sociales, y los viáticos, y lo que fue un regalo de MORENA, la bancada mayoritaria en el Congreso de la Unión.
Luis Velázquez
En Veracruz, de la treintena que buscarán reelegirse, 23 de MORENA, 3 del PAN, 3 del PRI y uno del Movimiento Ciudadano.
En contraparte, 6 de cada 10 habitantes de Veracruz en la miseria, la pobreza y la jodidez.
Desempleo galopante, y desde hace once meses, con el desastre epidemiológico.
PASAMANOS: Ningún respeto de los ciudadanos de a pie los por los diputados federales. Dos años y cacho bastaron para tomar cariño inusitado a la curul y dados los privilegios y canonjías alcanzados, sueñan con perpetuarse en el poder, hijos de Porfirio Díaz Mori (33 años), hijos de Benito Juárez (15 años en el trono), hijos de Plutarco Elías Calles (4 presidentes de la república que impusiera).
CORREDORES: Su tarea es legislar, pero, de entrada, desde hace siglos, está pendiente el cambio de la estructura económica y social y política dominante que ha creado, además de una elite de hombres millonarios, a montón de ricos con fortunas incalculables.
Bastaría referir, por ejemplo, los jugosos negocios oficiales de la prima incómoda de López Obrador y del hijo del dinosaurio Manuel Bartlett Díaz, director general de la Comisión Federal de Electricidad, él mismito a quienes se le “cayera el sistema” para beneficiar a Carlos Salinas y arrebatar la presidencia de la república a Cuauhtémoc Cárdenas, el gurú que fue de López Obrador.
BALCONES: Por eso, el desencanto ciudadano con los diputados federales (y locales también).
Uno: en campaña electoral, López Obrador planteó reducir de 500 a 300 los legisladores federales. Ahora, la reelección.
Dos: la desaparición de 109 fideicomisos federales ordenada por López Obrador con el visto bueno de la mayoría de diputados federales, cuando de por medio, incalculable desempleo.
Tres: el Congreso de la Unión, convertido, como en el siglo pasado, en fábrica de gobernadores y hasta secretarios de Estado.
Cuatro: la fama pública de “levantar el dedo” para irse “con la cargada” en la aprobación de las iniciativas de ley.
PASILLOS: Cinco: cada diputado federal alardeando en sus distritos que ellos debatieron y aprobaron tal o cual iniciativa de ley cuando solo se sumaron como borreguitos y a cambio de canonjías.
Seis: los negocitos lícitos e ilícitos que cada legislador puede hacer o hace desde la curul para su bienestar económico.
Siete: las relaciones políticas personales que cada uno construye para seguir encaramado en el tren del poder público.
Con todo, el resultado es el siguiente: Un país, un Veracruz, rico y pródigo en recursos naturales, habitado por gente jodida, en la precariedad, llevando el itacate a casa con el ingresito obtenido en el changarro en la vía pública vendiendo picadas, gordas, tacos y tortas, con refresco de cola y cafecito de olla.
VENTANAS: Cada vez, más indigentes y mendigos en la periferia de las ciudades y los cruceros.
Cada vez más desigualdad social, económica, educativa, de salud, seguridad, procuración de justicia y desarrollo humano.
Cada vez, más desempleo, crónico, incluso, en los trabajadores informales.
Cada vez la incertidumbre, sin “saber qué será de nosotros mañana”.
Cada vez, los reyes del despilfarro, como son los políticos, entre otros, los diputados federales, premiados por las tribus en el poder.
Solo resta sumarse al Partido Abstencionista para que la ilegitimidad evidencie a todos.