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Viernes 22 enero, 2021

Esperanza y desencanto guinda

En el año 2018, los ciudadanos de a pie siguieron con esperanza, muchas, demasiadas esperanzas, la elección que encumbrara, primero, a López Obrador, como presidente de la república, y gracias a López Obrador, al góber precioso de Veracruz.
Pero luego, pasado un ratito, llegó el creciente desencanto social.
El ramalazo en Veracruz fue demoledor.

Luis Velázquez

Por ejemplo, de pronto, la población electoral perdió el respeto a Cuitláhuac García como político, pero también, y en gran parte a su indolencia ante los desaparecidos y feminicidios, por ejemplo, a Cuitláhuac como persona, como ser humano.
Después, el círculo fue cerrado cuando abanderando con MORENA la lucha contra un régimen corrompido (el país, campeón mundial en pillerías políticas), las tribus guinda empezaron a salpicarse.
Inició con la compra por dedazo de patrullas policiacas. Luego, las ambulancias. Después, las medicinas.
Enseguida, la crisis sanitaria con los niños enfermos de cáncer sin medicinas. Y que todavía continúa.
Y el nepotismo, tráfico de influencias y conflicto de intereses cuando varios de los secretarios del gabinete legal y ampliado metieron en la nómina, por dedazo, a familiares, amigos, socios, aliados, cómplices y barbies, a tono con la cultura priista y panista de todos los tiempos.
Entonces, desde la Contraloría, la segunda titular, Mercedes Santoyo, el dedazo alcanzó dimensión estelar cuando denunciara que el 99 por ciento de la obra pública había sido otorgada por el gobierno de Veracruz a compañías constructoras foráneas, en tanto las locales entraban en la peor crisis de la historia.
El desencanto total llegó cuando, primero, el gobierno estatal cayera, ex profeso según afirma el politólogo Carlos Ernesto Ronzón Verónica, en el subejercicio que obligara a devolver recursos millonarios a la Federación para revitalizarse.
Y segundo, cuando en cascada, el góber precioso entró en la locura de contradecirse a sí mismo pidiendo uno y otro y otro y otro crédito bancario, argumentando, igual que siempre, el saqueo de las arcas públicas por sus antecesores.
El último, en el mes que camina, dos mil millones de pesos… que para obra pública… en el tiempo, caray, cuando la elección de candidatos a cargos públicos ha iniciado, y como dijera el
politólogo Giovanni Sartori, “en política gana en las urnas el partido y el candidato con más billete”.
Además, de otra reestructuración de la deuda pública por más de 41 mil millones de pesos cuando el ciudadano de a pie ha de saber (quizá ya está informado) que en cada crédito bancario solicitado y reestructuración de la deuda hay quienes se van “cabezones” por las comisiones otorgadas por los bancos favorecidos.
El simple hecho de que el crédito oficial esté un banco y sea cambiado a otro significa grandes, insólitos, insospechados “moches”.
Es la ley del mercado tan codiciado y ni modo renegar del ciclo histórico.
Con el tiradero de cadáveres y de impunidad, el góber precioso rompiendo sus propios Récord Guinness.
Por eso, el galopante desencanto social.
Y si las tribus guindas lo dudaron, bastante bien les haría enviar a los espías a pulsar y calibrar el sentir y el pensar de los ciudadanos de a pie.

“LA MISMA GATA, PERO REVOLCADA”

En el viaje ciudadano de la esperanza al desencanto, la población electoral de Veracruz se encontró consigo misma y supo que lo peor de la vida es creer en los políticos, pues todos son iguales, o peores.
Más que una lucha de clases, ideologías o naciones, la vida pública convertida en una lucha feroz, dura y ruda, atroz, de grupos políticos para adueñarse del poder.
Poder político que lleva al poder económico y social… por un sexenio o un cuatrienio.
La izquierda y su significado histórico, entre otros, la defensa de los derechos humanos en un Veracruz campeón nacional en secuestros, feminicidios y extorsiones, desvanecida por completo.
Dice un morenista: “Las tribus guindas son chiquititas y vulgarmente ambiciosas”.
Más, cuando se declaran soldados de la patria y siervos de la nación y abanderan un programa universal de cambios sociales.
En el terreno de los hechos, si los priistas se apropiaron de conceptos universales como, digamos, nación y democracia, los guindas cacarean, sin mayor sentido, la purificación moral y honestidad valiente, ay Pío López Obrador, ay la prima incómoda, ay el hijito de Manuel Bartlett, ay los siete delegados federales que renunciaron al cargo para buscar el siguiente, como es la gubernatura de sus entidades federativas.
Simplemente, “la misma gata… pero revolcada”.
El gran movimiento de izquierda que estremeció al PRI, PAN y PRD a mediados del año 2018, en el retroceso.
El paso hacia atrás.
Pasiones y tendencias revolcadas en el mismo petate.
¡Ay, entonces, de los ilusos que siguen teniendo fe en los partidos políticos y sus elites!
Un solo dato estremecedor: en Veracruz, por ejemplo, 6 de los 8 millones y cacho de habitantes, en la miseria, la pobreza y la jodidez.
Medio millón de habitantes haciendo solo dos comidas al día, y mal comidas, de tanta precariedad histórica que arrastran.
Uno de cada 3 jefes de familia llevando el itacate y la torta a casa con el ingresito obtenido en el changarro público con la venta de picadas, gordas, tortas y tacos y refresco de cola.
A partir del COVID, la frustración de la política económica con un ejército descarrilado de desempleados.
Las calles y avenidas pobladas de gente mendigando “una ayudadita en nombre de Dios”.
“Mucho ruido y pocas nueces”, y el desencanto social fuera de control.


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