La priista ingrata
•Anilú, en el paraíso
•Va por reelección
•Alcaldía desdeñada
ESCALERAS: Desde su mirador en la Torre Ximara, en la localidad “Isla del Amor”, en Alvarado, mirando el Golfo de México como paisaje, las olas desembarcando en la arena, parvada de gaviotas en vuelo sin frenos, la diputada federal cavila sobre su futuro inmediato.
Luis Velázquez
En uno de los 33 departamentos de súper lujazo, que los hay desde 2 millones 295 mil 225 pesos hasta 9 millones y medio, huele el incienso que arde en la tarde apacible y tierna, y combina con una copita de tequila, su bebida preferida.
PASAMANOS: Dueña del día y de la noche, ella cavila. El PRI, su partido, la necesitaba como candidata a presidenta municipal de Veracruz en el peor tiempo de su vida institucional.
Derrotado en el año 2016, derrotado en el año 2018, en el tercer lugar de la preferencia nacional y estatal, el tricolor la miraba como la única esperanza para quizá, con un milagro “y el tiempo y un ganchito”, ganar, y en todo caso, de perder, quedar en segundo lugar.
Pero con todo y que el PRI le ha dado todo y sin medida, por ejemplo, cuatro cargos públicos en menos de un sexenio, ella prefirió reelegirse en la curul federal, igual, igualito que los 434 homólogos que levantaron la mano para ser considerados.
Ultra contra súper amarrada que está, entre otras cositas, por su padrino, el ex secretario de Gobernación, ex gobernador de Hidalgo, ex diputado federal, senador de la república, Miguel Ángel Osorio Chong.
CORREDORES: En la torre Ximara tiene de vecinos, entre otros, al secretario de Turismo con Fidel Herrera Beltrán, Gustavo Sousa Escamilla.
Pero también a Adolfo Ramírez Arana, líder de la CNOP, ex presidente municipal de Paso de Ovejas y ex diputado local por el distrito.
Y, sin embargo, Ramírez Arana, ni tampoco Fernando Kuri, secretario de Elecciones del CDE del PRI, uno de sus más fervientes defensores, ni Marlon Ramírez, el presidente a quien Javier Duarte llamó “enano”, la convencieron.
En estas horas cuando el tricolor la requería más que nunca, una parte singular de la militancia roja, quedó más desencantada que nunca del patriotismo priista de Anilú Ingram Vallines.
BALCONES: Directora de Radio, diputada local y presidente de la Mesa Directiva, derrotada como candidata a diputada federal, delegada de la Sedesol federal, dueña de curul federal por la vía pluri, tanta fuerza política tuvo en el duartazgo que hasta de nombre se cambió.
Luego, las versiones eran que, en momentos de cohabitación política con Duarte, Duarte le llamaba “ex Ana Guadalupe”. Y se reía, bromista que se creía al fin.
PASILLOS: Muchos años vivió Anilú en una casita cerca del estadio de beisbol, en una calle paralela donde su vecina era Carolina Gudiño Corro, 5 cargos públicos en el sexenio de Fidel Herrera Beltrán.
Pero quiso distanciarse más de ella y se fue a la Isla del Amor, el nido paradisiaco en la ribera jarocha.
Y desde ahí, cavilando, también planea acomodar a su amiga y aliada, Vanesa Castro, como candidata a regidora jarocha en la planilla del PRI, y en el primer lugar para amarrar, considerando, claro, la inminente derrota del tricolor en las urnas.
Y es que Vanesa es una histórica amiga, por ejemplo, quizá desde antes, pero desde cuando Anilú fuera delegada federal de la Sedesol y Vanesa directora de las Estancias infantiles, los organismos tan evidenciadas en la cancha de la purificación moral..
VENTANAS: Desde la torre Ximara, el infinito. La mirada se pierde en el horizonte, allí donde se juntan el mar y el cielo.
En el PRI, creció rápido y en poco tiempo. Y sigue en su mundo rosáceo.
La diputada federal vuela. Inderrotable. Torera en tarde de luces. Ningún límite para vivir. Y si los priistas la definen como una ingrata, allá cada quien con sus amarguras y frustraciones.
Ella vuela. Y vuela. Y vuela. Dueña del día y de la noche…