Veracruz, el peor infierno de los desaparecidos
•En una exposición fotográfica en Xalapa, 16 rostros, con nombre y apellidos, un pequeño botón de los más de 4 mil, 600 desaparecidos y que desnuda la inseguridad y la procuración de justicia en el tiempo de las tribus guinda y marrón
•"Son fotografías para no olvidarlos, para que el gobierno ni la sociedad pase por alto que nuestros hijos están desaparecidos”.
•En el periódico mural del colectivo hay 200 fotografías de búsqueda en más de diez fosas y actividades de localización en varios rincones del país
•Una galería gráfica sin antecedente en la historia de los agravios a los derechos humanos y que recuerdan a las dictaduras militares de América Latina en el siglo pasado
Noé Zavaleta/Parte 1
Unos sonríen, muestran sus dientes en una sonrisa “Colgate”, los ojos bien abiertos; otros posan para la foto, ponen su mejor cara, el perfil que les favorece, tipo “selfie”, imágenes en blanco y negro. Muchos tonos negros. Son 16 rostros de jóvenes que fueron desaparecidos en Veracruz por fuerzas criminales o por policiales estatales -en la mayoría de los casos una ausencia propiciada por la sinergia estado-crimen organizado-, sus fotografías de 8x10 y 10x14, son enmarcadas por otra fotografía. En esta imagen del dolor, los rostros juveniles sonrientes, sus caras mirando a la cámara, son sostenidas por las manos de sus madres, padres, hermanos e hijas.
Quienes cargan a los que posan, también gravitan miedo, llanto, incertidumbre, dolor, desesperación, rabia, lagrimas. Mucho llanto. Son -valga la redundancia- los responsables de una interminable búsqueda llamada: Los desaparecidos de Veracruz.
Aquí queda evidenciado el contraste de la ausencia: Gesto adusto de Carlos Saldaña para sostener las fotografías de sus hijos desaparecidos, Jesús Alberto y Karla Nayelli; expresión de lamento de Victoria Delgadillo para cargar a una mano la fotografía de la ausente Yurenny Citlalli. Yurenny posa doble, pues se encuentra presente en la exposición, pero también estampada en la playera que porta su madre.
Sandra Jennifer de 19 años, trae el pelo chino, alborotado, sus rizos se pelean con su sonrisa para ver cual brilla más. La fotografía de la desaparecida es cargada por su madre, Graciela Hernández; Cesar Enríquez García no sonríe, un bigote y su pasado militar se lo impiden, la foto es cargada por su hermana, Alba Estela Romero, seriedad total de la hermana más chica para cargar la imagen.
“Regrésenme a mi mama”, suplica la playera de Paloma Zarate Romero, niña de siete años con mirada acongojada, un tanto extraviada. Ella, carga la fotografía de su madre, Zaira Romero Hernández. La búsqueda, la encabeza la abuela de Paloma, María Asunción Hernández.
Y así, sigue la lista de los que no pueden decir presente en el trabajo, en la escuela, ni en la pasada cena de navidad, Yisel Amores Roldan, Daniel Dorantes Cancela, Rogelio Córdoba Suárez, Argenis Yosimar Pensado y demás. Jóvenes con proyectos, metas e ilusiones que fueron truncados. Todos ellos, los 16 que conforman la exposición, tienen una peculiaridad: Desaparecieron en Xalapa, muchos de ellos, en las barbas del Palacio de Gobierno, inmueble estatal, en donde hoy sus padres gritan: ¿Dónde están, donde están?, nuestros hijos, ¿Dónde están?
El domingo por la mañana, el Colectivo Familias Enlaces Xalapa inauguró la exposición fotográfica: “Un camino de luz y esperanza”, la fotógrafa de estudio, Jazz Maldonado es la autora de esta serie dedicada a los desaparecidos de la capital del estado. La exposición -salvo algún cambio de timón- será retirada este miércoles del inmueble gubernamental, apenas 72 horas de permiso oficial para esta galería de la ausencia.
Al evento, concurrieron la encargada de la Comisión Estatal de Búsqueda, Brenda Cerón Chagoya quien admitió que tan solo en el 2020 se abrieron “mil 200” fichas de búsqueda por desaparición de personas, de las cuales solo poco más de 800 volvieron con vida a sus casas.
Es decir, en las cuentas de Cerón, hay casi 400 desaparecidos, cuyas familias continúan en la zozobra e incertidumbre de saber sí están vivos o muertos. Sí se fueron por voluntad propia o fueron víctimas de desaparición forzada o reclutadas -bajo amenazas- por el crimen organizado. Números fríos, si tomamos como estadística que para el Gobierno de Veracruz “desaparecieron” casi 400 personas en 360 días que iban del año. Jóvenes, jovencitas, varios adultos que no han vuelto a casa.
Presente en la inauguración fotográfica, el alcalde de Xalapa, el morenista, Hipólito Rodríguez Herrero quien a sabiendas que el gobierno estatal solo “dio permiso” de tener la exposición fotográfica hasta este miércoles, se mostró acomedido a recibirla en los bajos del Palacio Municipal. Por parte del Gobierno de Veracruz, acudió la Directora General de Cultura de Paz y Derechos Humanos, Mayra Ledezma Arronte quien se comprometió a “gestionar” ante el Congreso Local para llevar la exposición a los pasillos del recinto legislativo. Presente solo por y para la foto, la presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, Namiko Matzumuto.
Con aparición tibia, la exdiputada local del PRI, Marcela Aguilera Landeta cobijada hoy por la Cuarta Transformación como titular de la Fiscalía de Investigaciones Ministeriales.
“No olvidarlos”
En la galería, son 16 rostros, con nombre y apellido, con familia buscándolos sin descanso. Son un pequeño botón de los más de 4 mil, 600 desaparecidos en la última década en Veracruz, según cifras de la Fiscalía General del Estado.
“Son fotografías para no olvidarlos, para que ni el gobierno, ni la sociedad pase por alto que nuestros hijos están desaparecidos”, resume, Graciela Hernández Tenorio de 52 años y quien desde el 14 de septiembre del 2012 busca a su hija, Sandra Jennifer Giraldi Hernández de 19 años y quien hoy tendría 27 años cumplidos.
Es una tarde fría en Xalapa, el termómetro del teléfono móvil se zarandea entre los 15 y 14 grados centígrados. Los familiares de los desaparecidos montados en la exposición fotográfica van alternando guardia para evitar actos vandálicos. Dos policías estatales también están al cuidado de las imágenes.
El pasillo de la casa de gobierno es una autopista de transeúntes: Los que bajan del Chedraui con sus bolsas del mandado, los que van hacía los cajeros automáticos, quienes concurren al café al chisme vespertino, el ejército burocrático que sale del Palacio de Gobierno buscando un taxi para irse a descansar, las parejas de novios que buscan su última compra del año en las boutiques de la calle Enríquez, los niños vendedores de galletas y chicles que no se explican porque esos jóvenes “que no son famosos”, “ni artistas” tienen una “fotografía grandota” en el zócalo.
A un lado de la exposición de Jazz Maldonado, en el periódico mural del colectivo Familias Enlaces Xalapa hay 200 fotografías de búsqueda en más de diez fosas clandestinas de Veracruz: Barranca la Aurora, La Guapota, Arbolillo, Cerro Gordo, Papantla, Tihuatlán, Colinas de Santa Fe, Teocelo, Cosautlán y Tlalnehuayocan.
Hay también imágenes de búsqueda en Tijuana, Guadalajara, Oaxaca, Michoacán, así como protestas en la capital del país. Y claro, una galería especial del 15 de junio del 2020, cuando medio centenar de integrantes de Familias Enlaces Xalapa y otros colectivos veracruzanos más “cercaron” al presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador en el cuartel militar de “El Lencero” para gritarle: ¡A la mama de El Chapo sí; a nosotras no!, en claro reproche a que en dos años de gobierno, el Ejecutivo Federal no ha vuelto a reunirse con familiares de desaparecidos, pese a que en su campaña lo hizo múltiples veces.
La tarde cae en la catedral metropolitana, la temperatura continua en franco descenso. Algunos capitalinos se detienen en los retratos, comentan en voz baja, algunos asombrados, otros con temor. No faltan, tampoco, los comentarios imprudentes.
Una extraña mezcla de asombro, miedo y escozor causan las fotografías de búsqueda en fosas clandestinas, lo mismo en dunas, qué en la costa, que en terrenos montañosos o barrancos hasta hace poco inexplorados. Otros xalapeños de plano pasan de largo, indiferentes a una leyenda escrita entre las fotografías: “Yo lucho porqué lo que me paso a mí, no te pase a ti”.
“Desaparecidos”, promesas incumplidas.
De julio a diciembre del 2018, el entonces gobernador electo, Cuitláhuac García Jiménez solía reunirse una vez al mes con Colectivos de Desaparecidos a quienes citaba en el Centro Recreativo Xalapeño de la capital del estado. A escasas tres cuadras de donde hoy está montada la exposición fotográfica. Eran reuniones maratónicas de cuatro a cinco horas por sesión, en donde García Jiménez prometía que su gobierno no escatimaría recursos para la búsqueda de sus seres queridos, así como para la identificación de restos óseos hallados en fosas clandestinas.
Colectivos como el Familias Enlaces Xalapa, Buscando a Nuestros Desaparecidos Córdoba-Orizaba, Colectivo por la Paz Xalapa y Red de Madres Veracruz, han reprochado que este 2020 haya sido perdido en la búsqueda de los desaparecidos, debido a la indiferencia del gobernador Cuitláhuac García, además del abandono del Gobierno Federal y el pretexto infinito de la pandemia por Coronavirus.
De acuerdo con varios colectivos de desaparecidos, el gobernador, García Jiménez prometió etiquetar 400 millones de pesos anuales para el tema de desaparecidos, distribuidos entre la construcción de panteones ministeriales, la dinamización de búsquedas en vida y el concluido de exhumaciones en fosas clandestinas. Al final, todo quedó en un catálogo de buenas intenciones.
La misma Fiscal General del Estado (FGE), Verónica Hernández Giadáns, admitió que en Veracruz hay más de mil 200 cuerpos sin identificar en las planchas forenses. Mil cuerpos -excuso Giadáns- son herencia de administraciones anteriores, es decir de las del panista, Miguel Ángel Yunes y del priista, Javier Duarte.
¿A dónde van los desaparecidos?
Daniel Dorantes Cancela, porta un elegante traje y corbata azul, rigurosa camisa lisa blanca. Su fotografía dice que desapareció el 24 de julio del 2012, atrás de la foto hay una pequeña inscripción: “Daniel, hijo, me dijiste: espérame para cenar y ya no regresaste, atentamente, tu mami”.
Hugo Murrieta Sánchez, porta sudadera de rayas con capucha, sus ojos revelan que apenas pasa los 20 años, desapareció el 15 de abril del 2013 en Coatepec. En el reverso de la fotografía su mama escribió: “Hijo te seguiré buscando hasta que Dios me preste vida, te quiero mucho”.
Rafael Espinosa Gutiérrez es un señor, porta camisa de vestir morada y tiene el pelo peinado con abundante gel. Desapareció el 15 de agosto del 2013, sus hijos hicieron una pequeña inscripción atrás: Papi, nuestro pasatiempo favorito, como cada fin de semana, disfrutábamos el amanecer en la playa, tu pescando, y nosotros felices cuando atrapabas, corríamos por toda la playa recolectando conchitas, te extrañamos D&E”.
Las estridentes campanas de la catedral metropolitana de Xalapa se columpian frenéticamente. El badajo golpetea las paredes del gigantesco artefacto de bronce. Cuando el acto litúrgico por fin obsequia un silencio, en el amplificador del colectivo Familias Enlaces Xalapa se escucha “Desapariciones” del músico panameño Rubén Blades: ¿Y cuándo vuelve el desaparecido?, cada vez que los trae el pensamiento, ¿Cómo se le habla al desaparecido?, con la emoción apretando por dentro.