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A Mil por Hora
Martes 22 diciembre, 2020

La gloria y el infierno de dos hombres desafortunados

"La triste y cándida historia" de par de políticos que del paraíso terrenal terminaron en el infortunio
•Ejercieron el poder con soberbia y con el ego en la parte más frívola de la vida; uno está preso y el otro, "a salto de mata"
•Jorge Wínckler Ortiz y Javier Duarte encarnan la gran lección para las tribus de la 4T y MORENA en Veracruz


Luis Velázquez

Políticos de Veracruz, ¡poned las barbas a remojar! ¡Mirarse en la piel y la historia de Jorge Wínckler Ortiz, ex Fiscal General, y Javier Duarte, el exgóber precioso!!
¡Ay tiempos aquellos de esplendor y resplandor!
Wínckler, el estrella de Internet y las redes sociales.
Wínckler, tomando fotos y videos al gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, incluso, tirado al piso.
Wínckler, adorado por varios diputados locales del PAN.
Wínckler y su Cartel Mediático.
Wínckler, encarcelando a treinta duartistas y a sesenta policías acusados de desaparición forzada.
Wínckler, tomándose la foto con un mandil largo, larguísimo, cocinando paella para festín familiar y con los amigos, y trepándola a las redes sociales para su gloria y prez.
Wínckler, escoltado por ene número de policías para garantizar su vida.

  • Jorge Wínckler. El Fiscal de la Paella.../Foto: Twitter

Dos años, en la plenitud total y absoluta "del pinche poder", como dijo aquel.
Ahora, y por lo pronto, quince meses prófugo de la justicia, huyendo de la Fiscalía General donde fuera el ángel de la pureza y donde allí mandara y gobernara y filosofara.
¡Vaya desenlace!
Lo peor: un juez federal le negó la restitución en el cargo que, iluso, todavía continúa soñando.
El mismo juez federal también le negó la reposición de su salario como Fiscal General desde el mes de septiembre del año 2019 cuando cobrara su último chequecito a la fecha, prófugo de la justicia, viviendo a salto de mata, quizá, acaso, sin ver a la familia, la esposa, los hijos, los padres.
Una vida, de la gloria al infierno.
Del cielo al peor de los mundos.
Dos años, el jefe máximo, el mero mero, el tlatoani, el gurú, el tótem de la justicia.
Ahora, caray, vivir con el temor de que un ruido lo despierte en la madrugada y crea y sienta que es la Policía Ministerial de Gatúbela, la Fiscal General soñando con su captura como la presa y la presea más codiciada.
Nada peor en la vida, políticos de Veracruz, que escalar la parte más alto de la pirámide del poder y volverse un hombre soberbio, engreído y petulante, y luego, pasado un ratito, el riesgo de convertirse en un hombre en fuga.

DUEÑO DEL DÍA Y DE LA NOCHE

En la cúspide del poder, dueño del día y de la noche, y del destino humano, y de vidas ajenas, Javier Duarte acuñó la siguiente frase bíblica, memorable, imborrable y citable:
"Yo, como gobernador, me volví sexy".
Casi casi como la Fiscal General cuando dijera "Aquí mando yo" al tomar posesión.
Casi casi como la senadora de MORENA, la profe Gloria Sánchez, descubriendo una conspiración mediática en Veracruz para derrocar al góber precioso y machetero de la 4T.
Duarte, gritoneando a la mitad política del país y a la otra mitad que aquí en Veracruz, con el tiradero de cadáveres y fosas clandestinas, "no pasa nada".
Duarte, a quien Fidel Herrera Beltrán lo encumbró como subsecretario y secretario de Finanzas y Planeación y diputado federal y gobernador, y lo enriqueció, y de pronto, ¡zas!, el madrazo limpio declarándole la guerra desde el informe de gobierno en el castillo de San Juan de Ulúa.
Duarte, elogiado por Enrique Peña Nieto como miembro de la nueva generación de políticos en el país, al lado de Roberto Borge Angulo y César Duarte, los tres encarcelados para desencanto de su hacedor, "el preciso" y hippie, Enrique Peña Nieto.
Y luego de doce años seguiditos en el poder en una carrera meteórica singular, fuera de serie, primero, expulsado del paraíso peñista.
Luego, prófugo de la justicia.
Después, capturado en Guatemala.
De inmediato, confinado en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México.
Al ratito, hasta divorciado de su esposa, Karime Macías, exiliada en Londres, la ciudad más cara del mundo.
De nada, pues, sirvió vivir en el paraíso terrenal durante par de sexenios, usufructuar todas las mieles de la vida, halagado y alabado por los suyos (familiares, amigos, socios, cómplices, aliados, barbies) para terminar encarcelado y traicionado por la mayoría de todos aquellos que se declaraban sus apóstoles, hermanos putativos, carnales en la vida y la muerte y en las buenas y las malas.
Un político más de Veracruz, en el infierno, y en donde las dinastías, elites, tribus y cúpulas partidistas encumbradas en el escalón más alto del poder han de mirarse para ser y estar y "medir el agua a los camotes".

"EL MUNDO A SUS PIES"

Todo lo tuvieron. Y su ascenso político fue vertiginoso.
Hijos de la clase media, de pronto, "el mundo a sus pies".
Poder político. Poder económico. Poder social.
Se codearon en las grandes ligas con las tribus políticas y hasta empresariales del altiplano.
Y de Veracruz, claro.
En el viaje esotérico llegaron a sentirse como el capo mayor de América Latina, Pablo Escobar Gaviria, cuando decía que "a veces me siento dios".
Y a la vuelta de la esquina, con la misma intensidad con que fueron adorados, perseguidos, porque en el ejercicio del poder se excedieron y cometieron abusos, creyendo quizá que el poder era eterno y nunca el mal fario o el pésimo karma se les atravesaría y sus días de gloria serían para siempre.
Soberbios.
Petulantes.
Engreídos.
Paridos por los dioses como llegaron a sentirse, creer, actuar y reaccionar.
Ahora, Duarte, preso. Y Wínckler, huyendo, huyendo, huyendo para que nunca, jamás, jamás, jamás, lo capturen.
Ajá.
A punto de que los rusos lo detuvieran, Adolf Hitler ordeno que mataran a su perro, pegó un tiro a su esposa, Eva Braun, y luego se suicidó.
La megalomanía, en el último grado de la desesperación humana.

SOÑANDO CON LAS ALTURAS

"En la plenitud del pinche poder" tuvieron espacio y tiempo para disfrutar la vida. Reían. Se carcajeaban y pitorreaban de los demás. Echaban desmadre. Soñaban con las alturas.
Grandes comelitonas con los amigos.
Javier Duarte, por ejemplo, con sus guardias pretorianos. Erik Lagos (enfermo hoy de cáncer en el estómago). Alberto Silva (soñando con el PVEM). Jorge Carvallo (soñando con curul federal pluri). Y Adolfo Mota (exportando flores).
Entonces, "fueron de todo y sin medida".
Usufructuaban el poder como unos chavos que eran, y como exclama en "Cantar de ciegos", un personaje novelístico de Carlos Fuentes Macías, "somos jóvenes y tenemos derecho a vivir sin responsabilidades".
Jóvenes y poderosos.
Casi casi, la vida fifí, sabadaba, salsera y catrinera.
Ejercieron el poder con el motor acelerado hasta el fondo.
Vivieron.
Gozaron.
Y, claro, adquirieron bienes materiales. Terrenos. Ranchos. Ganado. Casas. Departamentos. Mansiones. Aviones. Lanchas. Joyas. Pinturas de famosos.
"La vida loca" diría el bienamado Ricky Martin.
Ahora, y para cerrar el ciclo del infortunio, uno. preso. Y el otro, prófugo de la justicia, soñando con recuperar el paraíso perdido.

MIRARSE EN EL ESPEJO ENCANTADO

Es la hora estelar de que las tribus de MORENA en Veracruz se miren en Wínckler y Duarte.
Un eje central, un vaso comunicante, los define.
El 99.9 por ciento ejercen el poder con soberbia y egotismo.
Dueños del chirrión y el látigo.
Predestinados a las grandes jugadas de la vida.
Capataces de la hacienda porfirista llamada gobierno del Estado.
Sabelotodo.
Experimentados en todas las áreas del quehacer humano.
Fogueados en el campo de batalla.
Generales políticos de 5 estrellas.
Récord Guinness en el conocimiento de la administración pública.
Profetas del presente y del futuro.
Perdonavidas.
Dueños del poder, la soberbia, el peor mal de la caja de Pandora que en ellos ha cuajado en tierra fértil y en surco bonancible.
¡Vaya desencanto social!
¡Nunca conocieron ni han conocido la humildad, la sencillez, la tolerancia!
Soldados de la patria que se hacen llamar.
Siervos de la nación, a la altura de José María Morelos.
Incluso, peores que los priistas, los panistas y los perredistas.

LA HISTORIA SUELE REPETIRSE...

Eran jóvenes y "tenían el mundo por delante". Y como al cargo público llegaron sin una formación social y moral, y sin experiencia en el frente de batalla, entonces, "se quisieron comer el mundo de un bocado y se atragantaron".
Y si tuvieron asesores, o en todo caso, familiares pendientes, siempre los desoyeron.
Olvidaron, por ejemplo, a Suetonio cuando en "Los doce Césares" cuenta de los emperadores que solían contratar a un filósofo cuyo único trabajo era reorientar el camino cuando se desviaran, pero igual que Javier Duarte y Jorge Wínckler, nunca los escucharon, y por eso, tantos excesos y locuras del poder.
Y es que en la cima, suele pasar lo que a Calígula, el César que soñaba con más y más y más poder.
Y cuando ya nada quedaba por repartir (cargos públicos, bienes inmuebles, dinero del erario), entonces llegó a la conclusión de que uno que otro miembro del gabinete legal y ampliado lo traicionaba.
En la locura, Calígula encontró fácil ordenar a sus guardias pretorianos mataran a los funcionarios de quienes sospechaba...
Por eso, muchos hermanos putativos que antes en el poder tenían Wínckler y Duarte siguieron el ejemplo de Judas Iscariote y los traicionaron.
Políticos de Veracruz, señores de la 4T, mírense en la piel de Duarte y Wínckler.
La historia, ya se sabe, suele repetirse. Unas veces como comedia (Federico Engels) y otras como tragedia (Carlos Marx).


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