paradoja, son como Zenyazen Escobar.
La sed de gloria.
La frí­vola vanidad.
Ayer, el secretario de Educación compareció en la LXV Legislatura sobre el segundo informe del góber del machete y la moruna.
Y Zenyazen, igual que los panistas, los priistas y los perredistas en sus mejores tiempos, tiempos de luces, esplendor y resplandor, llevó a montón de "acarreados" para que festinaran su gran éxito educativo.
Uno. Profesores acarreados.
Dos. Burócratas acarreados.
Tres. Lí­deres magisteriales convencidos de Zenyzaen.
Cuatro. Montón de bambalinas y cartulinas declarando a Zenyazen el nuevo Enrique C. Rébsamen, el nuevo Enrique Laubscher, el nuevo Rafael Delgado, el nuevo Carlos A. Carrillo de Veracruz.
Cinco. Todos, en las bambalinas y cartulinas, dando las gracias a Zenyazen por su insólita, sin precedente, obra educativa.
¡Zenyazen, ra, ra, ra! ¡Zenyazen! ¡Zenyazen!
¡Ah, las pasarelas de la frivolidad y el egotismo!
En el Congreso local, su esposita, jefa de la Unidad de Transparencia, también lo vitoreó, qué caray.
Y su amigo de entonces, tiempo stripero aquel, el vocero del Congreso local, el cadenero de oficio, cabildeando en los medios afines, entre ellos, sus periódicos digitales, para encumbrar en lo más alto de la cima a Zenyazen, la gran revolución educativa de la 4T en Veracruz... ¡qué poca cosa es Esteban Moctezuma!