Terror en Veracruz
•Pareja decapitada
•Población, aterrorizada
UNO. Pavor en Veracruz
Más que el miedo y “el miedo al miedo” se vive y padece en Veracruz el pavor. La violencia, cada vez más recrudecida. De hecho, como un viaje al sótano del infierno. Por ejemplo:
En Papantla, una mujer, Jéssica, de 27 años, y Miguel íngel, de 30 años,
Luis Velázquez
secuestrados y desaparecidos.
Los dos, vecinos del municipio de Coatzintla, en el norte.
Días después, a unos metros de la comandancia de Papantla, aparecieron las cabezas de una mujer y un hombre y de manera presumible la policía consideró que eran de ellos.
DOS. La vida, una pesadilla
Las cabezas aparecieron sin los cuerpos. Y en bolsas negras.
Horas después, quizá un día, el jueves 8 de octubre, un par de cuerpos, decapitados, fueron arrojados a un costado de la carretera de Palma Sola a Furberos, en Coatzintla.
Un paisaje y un pasaje tétrico. El descenso al infierno para los peatones y conductores que miraron la desolación a la vera del camino.
El terrorismo, en su más alto decibel.
A, el secuestro. Dos, la desaparición. Tres, el asesinato. Cuarto, el tiradero de las cabezas en lugar público. Cinco, el tiradero de los cuerpos decapitados.
El pavor. La vida como una pesadilla. La naturaleza humana llena de saña y barbarie, rudeza innecesaria.
TRES. Aterrorizar a la población
Es Veracruz hoy. La violencia recrudecida. La rebatinga entre los carteles y cartelitos para adueñarse de la jugosa plaza Veracruz ha quedado en el pasado.
Ahora, la disputa es para posicionarse en el imaginario colectivo como los malandros implacables. Los más peores y feroces. Aterrorizar a la población. Llenar de miedo y pánico el día y la noche.
Una película de terror, la más siniestra y sórdida, queda corta.
CUATRO. ¿Por qué sigue jodiéndose Veracruz?
De nada, entonces, servirá preguntarse como Zavalita, el reportero de la novela “Conversaciones en la catedral” de Mario Vargas Llosa, cuándo se jodió Veracruz.
Los peores capítulos de la historia se están reproduciendo en la tierra jarocha.
Por ejemplo: en la guerra de Independencia y en la guerra de Vietnam, los cadáveres eran colgados de árboles a la orilla del camino para intimidar a la población civil, igual, igualito que aquí en Veracruz.
En el tiempo del capo Pablo Escobar Gaviria, en Colombia, había fosas clandestinas donde sepultaban a los muertos y a los vivos, igual, igualito que aquí en Veracruz.
CINCO. Lecciones de la historia
En la República Dominicana, con el dictador Rafael Leónides Trujillo, los feminicidios alcanzaron niveles inimaginables como, por ejemplo, el asesinato de las tres hermanas Mirabeau, igual, igualito que aquí en Veracruz, primer lugar nacional en asesinato de mujeres.
En la Guerra Sucia de Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría ílvarez, la desaparición forzada, donde se alían políticos, jefes policiacos, policías y malandros, igual, igualito que en Veracruz.
SEIS. Cementerio gigantesco
En varias naciones de América Latina, los carteles imponiendo el Estado Delincuencial por encima del Estado de Derecho, igual, igualito que aquí en Veracruz.
Los malandros secuestrando, desapareciendo y asesinando migrantes en América Central (Honduras, Guatemala y Salvador), igual, igualito que en Veracruz, y en donde en el mes de diciembre se cumplirán dos años de impunidad con el crimen de una guatemalteca en los límites de Isla y Rodríguez Clara.
Si con Agustín Lara Veracruz fue “la noche tibia y callada”, ahora, es el cementerio más largo y extenso del Golfo de México.
Pero, además, con la peor degradación humana. Saña y barbarie. Rudeza y crudeza en el asesinato de civiles.