La vejez, una maravilla
•Ver, oír y callar
•El viejo y el joven Borge
UNO. La maravilla de la vejez
La vejez es una maravilla. Por ejemplo, más cerca de la muerte que de la vida, se desarrolla una insólita capacidad para conjugar el par de verbos más fascinantes, indicativos y significativos, como son entender y comprender... a los demás.
Luis Velázquez/Parte III
Incluso, sin nunca, ni por accidente, juzgar a los otros. Simple y llanamente, tratar de entender sus razones de ser, pensar, actuar y reaccionar.
Y desde luego, sin omitir una opinión personal. O tomar partido a favor o en contra de alguien. O lo peor, satanizar a los demás.
DOS. Ver, oír y callar
Aquella frasecita de “contar hasta diez” antes de que la lengua lance improperios, calumnias, difamaciones y conjuras, son premisas universales en la vejez.
Quizá como nunca en la vida la figura legendaria de los 3 monitos de “Ver, Oír y Callar” toma vigencia.
El proverbio del Eclesiastés de “amarrarse la lengua” y de que “el pez por su boca muere”, adquiere carta de adopción.
En la vejez, el ser humano se vuelve prudente, mesurado y callado. Escucha, en vez de adueñarse del micrófono.
TRES. El fusil al hombro
Hay viejitos con “el fusil al hombro”. Y habrá quienes un minuto antes de morir estarán despotricando contra los otros, quizá amigos, acaso enemigos, adversarios.
Pero en términos generales, la prudencia navega al lado de la vejez.
Y por tanto, es cuando suelen entenderse y comprenderse las razones de los otros cuando asumieron tal o cual actitud.
Incluso, la vejez suele dominar la naturaleza humana bronca y bragada. Y como los estudiantes del movimiento del 68 en París regalaban flores a los soldados con el fusil, la escopeta y los cañones en la mano, también en la vejez es práctica común.
CUATRO. Tiempo del arrepentimiento
La juventud es un tiempo demasiado corto en la vida humana. Dura menos que el tiempo de la vejez. Más desde la segunda mitad del siglo pasado cuando el término de vida en la población se amplió y en vez de morir hacia los 50 años se empezó a vivir hasta 80, 90 años.
Fidel Velázquez Sánchez, el dueño de la CTM, vivió más de cien años, y lúcido, miembro de familia longeva.
Entonces, en la vejez hay demasiado, excesivo tiempo para arrepentirse de los pecados veniales y mortales cometidos en la juventud.
La vejez lleva a la prudencia. Incluso, hay quienes se la pasan solicitando perdón a las personas ofendidas en tiempos anteriores.
CINCO. Entre la juventud y la vejez
En la juventud, la vida se va en el antro, la cantina, la disco y el motel. Y en la vejez, la vida oscila entre el consultorio médico, la farmacia, el hospital para una operación quirúrgica y la iglesia, arrodillados, levantando el corazón a los altares pidiendo perdón.
La juventud sería, entonces, el tiempo del pecado. Y la vejez, el tiempo de buscar la misericordia.
SEIS. El joven y el viejo
Una tarde cuando vivía exiliado en Ginebra, el escritor argentino Jorge Luis Borges está sentado en la banca de un parque. Solo. Llueve. Hace neblina. Y Borges, el joven, platica con Borges, el anciano.
Y el joven reprocha al viejo los errores cometidos y el viejo reprocha al chico los pecados que dejara.
Es la prudencia y la mesura en su más alto decibel para “curarse en salud” ante uno mismo y en trance esotérico, quizá purificado, en todo caso, entender y comprender a los demás.