Periódicos flaquitos
•Desnutridos y anémicos
•El diario cae de las manos
ESCALERAS: Cada vez, los periódicos impresos más flaquitos. Casi casi, anémicos y desnutridos. Días inacabables con par de secciones. Una, de 8 paginitas, información general. Y la otra, 8 páginas, donde se mezclan y entremezclan sociales (la gente VIP, la gente bonita) con el reguero de sangre, huesos y cadáveres. Acaso, una página deportiva.
Luis Velázquez
El diario impreso se cae, entonces, de las manos. Se lee, digamos, en unos 15 minutos, cuando mucho.
Y es que además, los contenidos con poco, limitado interés. Nada que sorprenda al lector, digamos, una noticia, un titular, una caricatura, una fotografía, una columna.
PASAMANOS: Días aquellos, oh nostalgia, cuando, y por ejemplo, las ediciones dominicales de The New York Times y The Washington Post eran de más de trescientas páginas para de plano leerse toda la semana, lector titánico que sería.
Y cuando el periódico pesaba, a diferencia de ahora que apenas y sostiene.
Tres meses antes de la pandemia y la recesión, vaya hermanas sombrías, el periódico “El País” de España, canceló la edición en América Latina y mudó a diario digital.
Fueron previsores. A tiempo y en tiempo dieron el cambio.
CORREDORES: Habrá profetas del desastre vaticinando el fin del periodismo impreso.
Lo mismo dijeron sus antecesores cuando apareció la radio con sus noticieros. Y la tele. Y el cine.
Igual, igualito gritonean, y hasta festinan ahora con las redes sociales, el auge (la moda, claro) de los tuiters y facebook.
Pero muchos años después, el periodismo impreso ahí está. Quizá más selectivo. Acaso con mejores contenidos, por ejemplo, el análisis de la noticia con su significado social más que la noticia en sí misma.
El caso es que, cierto, medios han desaparecido, pero siguen otros.
BALCONES: Cada vez, el diario impreso se parece al periódico “Regeneración” de Ricardo Flores Magón, publicado hacia 1900. Era de 8 páginas. Y por lo general, publicaba artículos de fondo, análisis, la disección social y política de la noticia.
Y lo regalaban a los campesinos y a los obreros y cuando la mayoría de la población no sabía leer ni escribir en un pueblo, el maestro los reunía debajo del árbol en el patio de la escuelita y se los leía con mucha paciencia.
Se toma hoy el ejemplar de un periódico impreso y se asemeja tanto a Regeneración. Por flaquito.
PASILLOS: Muchos medios impresos y también digitales han cerrado ahora con la pandemia y la recesión.
Y si el coronavirus sigue prolongándose, con todo y reapertura y rebrote, entonces, sabrá el chamán las consecuencias económicas y sociales para todos los sectores, entre ellos, los medios.
Número incalculable de medios cerrados. En otros, el despido de más del 50 por ciento del personal. En otros, reducción salarial, de por sí jodida, a la mitad, o a más de la mitad. Y, claro, sin prestaciones sociales, económicas y médicas.
Ninguna garantía social para la vejez. La mayoría de trabajadores de la libreta de taquigrafía, la grabadora, la cámara fotográfica y la computadora, a la deriva.
Julio Valdivia Rodríguez, el reportero asesinado y decapitado el miércoles 9 de septiembre en Tezonapa, vendía tamales y donas para llevar el itacate a casa, su esposa y 4 hijos.
VENTANAS: Se viven y padecen las horas sombrías y los días huracanados. Y el periodismo habrá de seguir reinventándose, a tono con la tecnología y con las pandemias y las recesiones.
Desde hace ratito, los niños cuando nacen traen una computadora, un IPAD, un celular, bajo el brazo.