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Diario de un reportero
Lunes 31 agosto, 2020

Andaba bailarina asesinada con la muerte a cuestas

Ejecutada en un bar de Coatzacoalcos en medio de una balacera
•Siempre tení­a un libro y revista para leer en el descanso
•Le llamaban Alexa, pero se llamaba Jéssica Elena


IGNACIO CARVAJAL

Bajo el aura de lo que parecía un ser oscuro y terrible, la veían llegar a su trabajo como a eso de las 6 de la tarde, invariablemente, con un libro bajo el brazo.
Clientes y trabajadores del desaparecido bar "Sky Blue", de la colonia Rafael Hernández Ochoa, se sorprendían al ver a esa mujer con cuerpo despampanante, pelo planchado y aroma excitante… lista para la variedad.
Cuando no era un libro, eran revistas de “National Geographic” o de “Muy Interesante” las que traía bajo el brazo o en la bolsa de mano, compartiendo espacio con lencería y atuendos de baile exótico.
Así fueron sus mejores años, en los que cosechaba las ganancias de los privados por montón y donde ganaba el amplio interés de los parroquianos porque contaba con tema de conversación.
"Puta, pero culta ahhh" solían decirle sus amigas más allegadas a esa bailarina que dejó sus mejores años en esas pistas de baile en-->

  • Jéssica, asesinada en bar de Coatzacoalcos

  • Jéssica, asesinada en bar de Coatzacoalcos

  • Jéssica, asesinada en bar de Coatzacoalcos, junto con el dueño

Coatzacoalcos, Minatitlán, Chiapas, Cancún y otros centros nocturnos del sureste mexicano.
Jéssica Elena Ponciano Hernández, mejor conocida en el ambiente de los centros nocturnos de Coatzacoalcos como Alexa o Azul, es la bailarina y mesera que fue asesinada la semana anterior en el bar el Arrecife, y quien de inmediato fue recordada por docenas de personas que le conocí­an de ese mundo sórdido en el cual andas con la muerte a cuestas.
"Si no te mata un cliente, lo hace el narco o una enfermedad", confiesa uno de los amigos más allegados, y que cuenta un poco de libro de vida de Alexa/Azul.
Después de ser una estrella de los mejores bares y centros nocturnos de Coatzacoalcos, a sus casi 33 años de edad, la vida no le pagó a Jéssica Elena Ponciano Hernández, su derrumbe vino al mismo tiempo que los bares de Coatzacoalcos comenzaron a cerrar a consecuencia de la inseguridad, la migración de sus mejores clientes -acosados por secuestradores- y el incendio del bar El Caballo Blanco.
Después de esa tragedia, que costó la vida de 30 inocentes, entre bailarinas, clientes y trabajadores del negocio, muchas de esas mujeres que son madres solteras se tuvieron que ir de la ciudad a buscar trabajo, las que no podí­an, como Alexa/Azul, se tuvieron que ir a lugares de menor categorí­a, un mundo más subterráneo y con muchos mayores riesgos, en donde se ejerce la prostitución sin control sanitario y ante el gran riesgo de ser sitios frecuentados por quienes administran fecha y hora de muerte de muchos.
"A nosotros nos tocó estar en los mejores tiempos de Coatzacoalcos, esa gran ciudad industrial a donde llegaban clientes que pagaban buen, buenas cuentas y ganancias tanto para el dueño como para las bailarinas, eso se acabó, y lo del Caballo Blanco fue lo último, la mayorí­a se fueron y otras mejor se retiraron por el temor", cuenta otra de sus allegadas.
Mujeres como Alexa/Azul que cotizaban en cifras más altas, pasaron a hacer el mismo trabajo, por más tiempo, en peores condiciones y más riesgos por unos cuantos pesos. En el peor de los casos, por una botana o algún trago para matar el aburrimiento de la cuarentena.
"Siempre la veí­an con su librito bajo el brazo o su revista, una vez llevó una en donde hablaban de un faraón egipcio que habí­a sido envenenado y nos daba mucha risa lo que nos contaba, era muy inteligente".
Antes de leer por largo rato en el camerino, se prendí­a con unas cuantas copas para salir a la pista. Sonaba "La Santa Muerte", de Cártel de Santa y sus senos terminaban bamboleándose en el aire antes de que acabara la melodí­a.
La noche que fue asesinada, el tecladista que amenizaba el bar Arrecife, en medio de promociones en cervezas y botana, tocaba una melodí­a istmeña, y Alexa/Azul disfrutaba de su cerveza mientras estaba pendiente de sus mesas. Cuando los pistoleros arribaron sembrando terror, ella estaba junto al encargado del bar, Miguel Barohona. Ahí­ quedó el cadáver de ella debajo del suyo, como si se hubieran abrazado.
Los sueños de ahorrar lo suficiente para retirarse de la vida de hetaira se esfumaron mucho antes que el aroma a pólvora quemada y sangre fresca. Se habí­a acabado la vida de Alexa/Azul, pero también su tragedia.
Quienes la conocieron, cuentan que su andares en el ambiente de los giros negros y prostí­bulos en Coatzacoalcos comenzó desde los 13 años, en manos de familiares que la explotaron, lanzándola a esos infiernos, comerciada como belleza de cantina. Ella nunca quiso estar ahí­. Ahí­ le tocó estar.
Era un aspecto de su vida que siempre mantení­a oculto. Tal vez le daba pena, cuentan sus allegados. Pero ella siempre con su personalidad alegre y jocosa, agradecida con su Santa Muerte, a la que le rezaba y nunca dejaba de estar pendiente de sus ofrendas, pues estaba segura de que la acompañaba a todos los sitos a donde iba. Era lo único que tení­a seguro en ese mundo, solí­a decir.
Gustaba de sentirse protegida por un ser oscuro con una terrible guadaña, y en contraste, en sus redes sociales, y en su aspecto personal, le gustaba mostrarse como “Campanita”, el hada de los relatos de Peter Pan, el de los niños perdidos, abandonados por sus padres, ocultos en una realidad alterna donde estaban protegidos los deseos y tormentos de los adultos.
Así­ fue su vida y así­ terminó, pues a la fecha, desde el dí­a de la balacera donde la mataron, sus restos no han sido reclamados, yacen en el SEMEFO de Coatzacoalcos sin familia o alguien que llame para darles sepultura. Tuvo al menos tres hijos, de los cuales no se tiene noticia. Al menos uno de ellos tuvo que ser dado en adopción para alejarlo de sus infiernos. Tal vez su más grande acto de amor.
Amigos y amigas que la conocieron en esos años de table dance actualmente realizan gestiones para reconocer legalmente sus restos y que las Fiscalí­a General del Estado se los entregue. Además han marchado al municipio a pedir a la regidora Keren Prot les ayude a conseguir por donación un cajón de muerte para darle sepultura y librar su cadáver de la fosa común.


1 comentario(s)

06 Sep, 2020 - 17:44
Q Dio te cuide y proteja ya que no fuistes protejida de tus Padres perdón tus verdadero padre te está espero en el cielo con los Ángeles y los brazos abiertos para ti cuidá su alma y espíritu t desde el cielo Yessi tu cuidá a tus hijos pará q no le pase lo mismo que tú pasaste

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