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8 Columnas
Miércoles 26 agosto, 2020

Laguna Verde: Historia de una infamia


Gonzalo López Barradas

Como burla, el gobernador Miguel Alemán se publicitó bañándose en las playas de Laguna Verde, municipio de Alto Lucero, después de que el gobierno federal le habí­a entregado, a través de la Secretarí­a de Gobernación, 50 millones de pesos para construir caminos adecuados para...

evacuación en caso de una contingencia que ocurriera en la planta nucleoeléctrica. Declaró a la prensa que se habí­a metido a la playa para demostrar que no habí­a contaminación.
La vox populi de esa región, algunos medios y malquerientes dijeron que contrató a varios especialistas de Televisa para que montaran una escenografí­a en la laguna de Catemaco y ahí­ fue donde se metió al agua, inclusive, hasta esquió. Alemán, para justificar el gasto del dinero recibido, mandó cuadrillas de trabajadores de Obras Públicas a chapear los caminos y dos motoconformadoras para raspar la tierra en una extensión de doscientos metros. Esas rutas de evacuación ya casi ni existen y lo que queda de ellas están en pésimas condiciones. Son una trampa mortal en caso de emergencia; caminos rurales que no llevan a ninguna parte y las dos o tres ví­as de terracerí­a, están llenas de hoyos y piedras en las rancherí­as El Rubí­, Limón, Brazo Fuerte, Santana, Arroyo Agrio, Vainillas, Potrero Alto, los Atlixcos, Rincón de Negros Pedregal, Colorado y Puente Rebelde, entre otras, son intransitables hasta para las bestias y ganado.
Hace muchos años quizás cuarenta o cincuenta, las playas de Palma Sola figuraban entre los paraí­sos veracruzanos. “se puede pescar, nadar, acampar”, decí­a la publicidad de autoridades en el sitio oficial. La abundante vegetación ribereña de rí­os y esteros y la Laguna Verde, que era santuario de aves de paso de todas las especies y hábitat de lagartos y otros animales; se hací­a difí­cil pensar que fueran a ser vecinos de una planta nuclear: la Nucleoeléctrica Laguna Verde que se encuentra a mitad de camino entre ciudad Cardel y Poza Rica y que forma parte del paisaje y de la vida cotidiana de los habitantes de estas comunidades. La prensa ha consignado las solicitudes de autoridades municipales de Alto Lucero, Actopan, Vega de Alatorre y Juchique de Ferrer, colindantes a esta zona, para revisar la seguridad de la planta. La CFE, los gobiernos federal y estatal no hicieron caso a las quejas más constantes: la falta de caminos adecuados que faciliten una eventual evacuación de emergencia.
Cuando tuve la oportunidad de ser alcalde de Alto Lucero (1973/76), protestamos, junto con los viejos ganaderos de aquella época: don Manuel Sánchez (+), don Proceso Alarcón (+), Don Antonio Sosa (+), Martí­n Castillo, don Manuel Huesca (+), Efraí­n Huesca (+), Cirenio Andrade Huesca, Ladislao Huesca y decenas de agricultores de la región para que las autoridades nos explicaran los peligros radiactivos a que se exponí­a el ganado y las personas. Nos dieron explicaciones que nadie entendió y quedamos con el temor de que algo muy grave iba a pasar porque maestros y cientí­ficos nos advirtieron de las causas y efectos de tener una planta nuclear cerca. Muchos de esos viejos luchadores que hicieron posible la creación de la Asociación Ganadera en Palma Sola, murieron con la esperanza de ver su tierra fértil y productiva como era antes de que llegara la nucleoeléctrica a su región.
Propietarios de potreros aledaños a la planta vendieron sus propiedades y se trasladaron a otras partes del Estado o fuera. La producción lechera comenzó a mermar. Cientos de kilómetros cuadrados de hectáreas de potreros fueron negociados y el ganado, que pastaba en los alrededores, empezó a sentir los efectos de las radiaciones. La gente de Palma Sola y habitantes de esa franja costera viví­an con miedo. Las cooperativas pesqueras, desde Vega de Alatorre, Punta Delgada, Santana, hasta Cardel, tení­an temor de pescar porque la gente no compraba el pescado, decí­an que estaba contaminado. Las playas empezaron a estar desiertas. No iban los turistas, los bañistas que antes disfrutaban las hermosas playas “El Muñeco”, Palma Sola, Boca Andrea, Mar azul, desaparecieron; lo mismo los restaurantes de mariscos como el de Manuel Castillo el “Grillo” de Boca Andrea, desde donde se admiraba el mar transparente con sus arenas blancas.
Los municipios aledaños nunca recibimos, en ese tiempo, alguna aportación de cualquier í­ndole. Reclamamos que cuando menos pagaran el impuesto por construcción del inmueble. Argumentaron los dirigentes sindicales electricistas encabezados por Carlos Smith y el gerente de la Planta, que ya habí­an pagado al gobierno. Lo extraño a todo esto es que muy seguido se veí­an en las oficinas de la Planta al dirigente del PRI, Gonzalo Morgado Huesca y a Francisco López Lara, director de Patrimonio del Estado. Alguien de Palma Sola, Esteban Solano, que trabajaba como empleado en la oficina, vio cuando se les entregaban sobres con dinero a los susodichos. Lo que sí­ es un hecho es que los ranchos Boca de Loma, que está en Palma Sola y Santa Gertrudis, en Vega de Alatorre, propiedad de Rafael Hernández Ochoa, comenzaron a progresar y su ganaderí­a se multiplicó.
Después de tantos reclamos, los ayuntamientos de Alto Lucero, Actopan y Vega de Alatorre, recibieron una aportación de cuarenta mil pesos, por una sola vez, con la encomienda de arreglar los caminos de escape. (Quién sabe, ahora, si esos municipios reciban el pago de impuestos por parte de la Plana).
El primer rechazo a la construcción de la planta se dio desde su gestión en 1966, durante el gobierno de Gustavo Dí­az Ordaz y Fernando López Arias, quienes fueron “particularmente beneficiados” para el proyecto nuclear.
Han pasado los años y el 10 de enero de l987, activistas, ecologistas y pobladores de la región costera se agruparon para manifestar su descontento en contra del proyecto nuclear impulsado por Carlos salinas de Gortari. Ese dí­a, más de 10 mil personas participaron en la ”˜clausura”™ simbólica de la Planta. Entre ese grupo estuvo la actriz y activista Ofelia Medina.

Las Madres Veracruzanas

En ese mismo año, en el mes de febrero se conformó el grupo antinuclear Madres Veracruzanas encabezado por Claudia Gutiérrez de Vivanco quienes comenzaron a reunirse en la Plaza Lerdo en la ciudad de Jalapa, frente del palacio de Gobierno, todos los sábados y ahí­, con micrófono en mano, con sol o lluvia, denunciaban múltiples irregularidades encontradas desde la construcción de la planta, alertando sobre el riesgo que representaba para la salud y la ecologí­a. Presentaban pruebas a los medios y al gobierno que nunca, durante más de dos décadas, fueron escuchadas. Primero empezaron cuatro damas que ni siquiera se conocí­an y en poco tiempo se fueron juntando más hasta llegar a cien o doscientas que llegaban de todas partes, sobre todo de las regiones de Cardel, Palma Sola, Vega de Alatorre, Actopan, Veracruz puerto y Jalapa.
Siempre las acompañó el incansable luchador social, Efraí­n Romero Castillo, activo miembro del movimiento antinuclear, quien comenzó su lucha un año antes de las Madres Veracruzanas y utilizaba el lema: “No a Laguna Verde nuclear”. Participaba en plantones, marchas, manifestaciones, reuniones y toda clase de actividades que tuvieran que ver con la oposición a la planta nuclear. Usaba un coche blanco, al que llamaba ”˜palomo´, cargando un equipo de sonido que instalaba en la Plaza Lerdo para que las Madres fueran escuchadas. También fue activo en la lucha de López Obrador cuando andaba en campaña. Fue un activo socialista que hablaba sin tapujos y sin miedo. Murió el 11 de noviembre de 2005 y con él, pocos dí­as después, el movimiento antinuclear y las Madres Veracruzanas de la Plaza Lerdo (quienes también habí­an visto morir a varias de sus compañeras como doña Olga Ortiz, Paulita Huesca, Andrea Sánchez y otras). Siempre pedí­a a Dios que lo dejara vivir para ver cuando cerraran la planta nuclear y así­ evitar tantos enfermos y muertos por el cáncer.

Las otras luchas

La llegada a la alcaldí­a de Vega de Alatorre, Leticia Rodrí­guez Viveros, quien dedicó gran parte de su tiempo a recabar información sobre una enfermedad que atacaba a sus gobernados y que hasta el mes de abril de 2011 llenó un padrón de 108 personas enfermas de cáncer, hí­gado, pulmón, próstata, estómago y cervicouterino y que habí­an muerto 34 de cáncer en tan sólo siete meses.
Decí­a la alcaldesa que habí­a casos de cuadruplejia, paraplejia, parálisis cerebral y los doctores estaban identificando niños y adultos con hipertiroidismo.
Vega de Alatorre está a menos de 60 kilómetros de la planta de Laguna Verde.
“Cada vez son más las personas que sufren de problemas de tiroides, un ejemplo es Marí­a del Carmen Sánchez, mujer originaria de aquí­ a quien le detectaron, en Estados Unidos, ese problema”. Dijo Carmen que se fue a trabajar allá y que cuando cayó enferma los doctores le preguntaron que de dónde era y que si por ahí­ habí­a una planta nuclear o una fábrica contaminante.
Brenda Mancilla Martí­nez, desde sus primeros cinco meses de vida padeció esclerosis tuberosa o cáncer cerebral, dijo su abuela Avelina Martí­nez asegurando que su nieta ha tenido muchí­simos tumorcitos que le fueron apareciendo en la cara, la cabeza y en todo el cuerpo y que los ha seguido padeciendo hasta los 23 años. La demás familia relaciona los problemas de Brenda con la contaminación que genera Laguna Verde.
La presidenta municipal, Leticia Rodrí­guez, declaró que hay un convenio desde 1987 entre los gobiernos federal y estatal que establece que la nucleoeléctrica debe reportar los niveles de radioactividad a los 28 municipios cercanos a la Planta y apoyarlos en la construcción de clí­nicas y hospitales. Aseguró que nunca se recibieron esos apoyos. En marzo de 2011, la presidenta municipal envió una carta al gerente de la planta, Rafael Fernández de la Garza solicitando su apoyo para realizar estudios de monitoreo radiológico en las zonas aledañas a Laguna Verde y que además se practicaran análisis al agua, suelos y fondos de lagunas y esteros por parte de la UNAM. La respuesta fue negativa. Mientras, decí­a, las tumbas de la región costera se llenan de gente que habí­a fallecido de cáncer.
En marzo 30 del 2011, durante cuatro horas, seguidores de Francisco Fernández Morales, ”™El Potro”™, bloquearon el libramiento de Cardel y dejaron sin comunicación por tierra con Jalapa y el norte del estado para pedir su liberación, así­ como la aplicación de tarifas justas en el cobro de energí­a eléctrica a la CFE. Procedentes de los 28 municipios dentro del radio de acción de la planta nucleoeléctrica de Laguna Verde, dijeron que ellos están en constante peligro ante una emergencia nuclear y, a pesar de esto, no reciben ningún beneficio social del gobierno, por ello demandaban tarifas preferenciales.
"El Potro" estaba en la cárcel por haber sido acusado de agredir a empleados de la CFE que intentaban cortar la luz a sus seguidores. “Ellos, los empleados y los jefes de Laguna Verde son los que deberí­an estar en la cárcel y no el Potro que es un luchador social”, gritaba Raymundo Torres, quien además pedí­a que ya es tiempo de que arreglen los caminos aledaños a la planta.
Fernández Morales, sólo estuvo tres años en la cárcel y su movimiento dejó de existir. Él se dedicó a otras actividades.
El fí­sico Bernardo Salas, quien trabajó durante 13 años en la planta e incluso fue responsable de cuatro laboratorios en el área de protección radiológica, contaba que, la basura de bajo nivel era quemada. “Al comentarle a mi jefe, me pidió que ni siquiera comentara que tení­amos un incinerador”. Salas, trabajaba en los laboratorios cercanos a la planta y se referí­a a desechos como overoles, zapatos, madera o cartón que usaban los mecánicos y los eléctricos. “Soy partidario de la energí­a nuclear, pero critico los manejos administrativos de la planta”.
14 años después, el 8 de agosto 2020, declaró a los medios que Laguna Verde es una cafetera vieja y le acaban de dar 30 años de vida. Reconoció que ha habido personal muerto por radiación que en su opinión la planta siempre ha enfrentado problemas, que no existen refacciones de unas válvulas que no se encuentran y aun así­ le dan más años. Dijo que ha habido muertos como José Luis López Islas y Félix Ortega Domí­nguez, ambos por la exposición a la radiación. Finalizó sus declaraciones diciendo que hay muchas cosas que se ocultan en Laguna Verde y que el gobierno no hace nada.
Angelita es una niña de 8 años que vive en Palma Sola y se dedica a vender chicles en las afueras de la oficina de Asociación Ganadera, le pregunté si se metí­a a la playa, me dijo que no porque su papá no los deja porque hay algo malo ahí­. Y también le pregunté: ¿Si explota laguna verde hacia dónde te vas?, ”˜pa llá”™, señaló con su manita hacia la sierra…


1 comentario(s)

Ali Martínez 25 Oct, 2023 - 17:38
Buenas tardes.

Mi nombre es Ali S. Martínez.

Soy escritor y estoy escribiendo una novela sobre el volcan de los Atlixcos, donde el terreno fue propiedad de Antonio Sosa, que es uno de los ganaderos que menciona en su articulo. Me gustaría poder contactar al autor para poder hacerle algunas preguntas sobre este personaje. Quien por cierto fue mi bisabuelo materno. Mi correo es, a fin de que me puedan contactar: Alimartinez0071@gmail.com

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