Un dí­a después, usted expresó las gracias a la secretarí­a de Seguridad Pública de Veracruz por el operativo.
Pero, bueno, en la hipótesis universal hay una premisa.
Por ejemplo, si el Ayuntamiento conocí­a de las ligas del cuerpo policiaco con los malandros.
Se precisa, nadie lo señala a usted ni al Ayuntamiento, ni menos, mucho menos, panista que es, diputado local que fue, polí­tico respetado y respetable, lo involucra.
Pero resulta lamentable, terrible, espantoso que usted estuviera, digamos, "durmiendo con el enemigo", en todo caso, con el fuego amigo, toda vez que, se entenderí­a, el director de la Policí­a Municipal, involucrado en los hechos, fue o habrí­a sido nombrado por usted y/o el Cabildo en pleno.
Y por eso mismo, se cree y siente que usted debiera aportar la biografí­a completa del director de la Policí­a Municipal y los 6 policí­as detenidos para facilitar la carpeta de investigación que la Fiscalí­a General habrí­a abierto ya.
Incluso, detallando las circunstancias que lo llevaron a designarlos como miembros de la corporación policiaca de ílamo, encargada, dice la ley, de garantizar la seguridad en la vida y los bienes y que forman parte del llamado Estado de Derecho.
Por ejemplo, y entre otras cositas, si se los habrí­an impuesto.
Y de ser, quién, quiénes y por qué los habrí­an impuesto, considerando que hay, existirí­an, responsables intelectuales.
Más porque va usted en el tercer año de gobierno cuando ya pasaron dos años y 8 meses y dí­as, sin que nunca, jamás, el cuerpo policiaco haya estado (si se sabe bien) bajo sospecha y evidencia.
Imagine usted, un pueblo sometido por la policí­a y al servicio de un cartel.
A la luz de la ley se trata de una alianza sórdida y siniestra entre el poder polí­tico, el poder policiaco y el poder de los narcos.
De hecho y derecho, narcopolí­ticos.
Narcopolicí­as.
Y los narcos, "en la plenitud del pinche poder".
En el fondo, el amor por el billete fácil.
La lana.
El uniforme policiaco, la patrulla, la pistola, el tolete y el garrote, la cachucha y los lentes negros de policí­a, al servicio de los malandros y malosos, sicarios y pistoleros.
Es más, bien harí­a la secretarí­a de Seguridad Pública, mejor usted mismo, en documentar el oleaje de violencia sucedido en ílamo en los últimos dos años y 8 meses y cachito con usted al mando como presidente municipal, pues tal es el tamaño y la dimensión del pecado cometido.
Además, se atraviesa la transparencia en el acto de gobernar y ejercer el poder.
Además, el nombre y el prestigio de usted está de por medio.
Nadezdha Vergel.