Unidos, los corazones de Ana de la Reguera y Adriana Fonseca suspiran y respiran por Veracruz.
Ni se diga los corazones del millón de paisanos migrantes, muchos sin papeles, en EU.
De igual manera, los corazones de multitud de jóvenes viviendo en Europa pues huyeron de Veracruz por la falta de oportunidades que allá encontraron.
Latí­a, intenso, el corazón de Agustí­n Lara, Toña la negra, Chabela Vargas y Pepe Guí­zar.
Y ni se diga el corazón de Luis Pirata Fuentes y Roberto ívila González, jugando con los Indios de Cleveland.
Más, mucho más laten los corazones de Paquita la del barrio, Yuri y Toñita, el trí­o de artistas icónicas y simbólicas.
Y el corazón de Ernesto Gómez Cruz, quien luego de terminar a duras penas la escuela primaria en el puerto jarocho agarró camino a la Ciudad de México soñando con un espacio para su vocación artí­stica.
Pero...
Pero el corazón de la secretaria de Energí­a, Rocí­o Nahle, late más, mucho más por Veracruz.
Lo dijo a principio de semana en medio de un lecherito en La Parroquia 207 años.
Más todaví­a: originaria de Zacatecas aseguró que ella es veracruzana, más, mucho más, digamos, jarocha que "La bamba" y "El querreque".
Más jarocha que el lechero y la canilla de La Parroquia.
Más jarocha que las picadas y las gordas y el café de olla del Samborcito de La Huaca.
Jarocha total.
"De aquí­ soy", dijo, para que ninguno de sus adversarios y enemigos polí­ticos la evidencie, cuestione ni dude.

¡DAR LA VIDA POR VERACRUZ!

Entonces, anunció que su corzón late por Veracruz y dejó la ví­bora chillando.
Mejor dicho, la ví­bora en la mano, entre otros, de los aspirantes y suspirantes, Ricardo Ahued, Manuel Huerta, Erik Patrocinio Cisneros Burgos y Zenyazen Escobar, de MORENA.
Y Julen Rementerí­a, del PAN.
Y quizá de Miguel íngel y Fernando Yunes Márquez, también del PAN.
Acaso de Héctor Yunes Landa, del PRI, quien antes de Rocí­o Nahle, asegurara que su destino histórico, legendario y mí­tico, la razón por la cual vino al mundo es para gobernar Veracruz.
Desde luego, los corazones de todos ellos laten y vivirán revolcados por Veracruz en una fermentación, más que fí­sica, quí­mica, por ocupar la silla embrujada del palacio de Xalapa que como decí­a Eufemio Zapata, el hermanito menor de Emiliano, El caudillo del sur, a todos enloquece, a unos más que otros.
Laten, pues, los corazones.
¡Hosanna, hosanna!
¡Sursum corda! dirí­an en latí­n.
¡Arriba los corazones!
Nunca, por cierto, tanto amor en la cancha pública por Veracruz.
¡La patria chica!
¡Dar la vida por la patria chica!
¡La espada en prenda!
Y, bueno, con tanto amor, entonces, los 6 de los 8 millones de habitantes de Veracruz en la miseria, la pobreza y la jodidez sentirán, podrí­an sentir (a lo mejor ni en cuenta) que los Reyes Magos anuncian su pronta llegada para alcanzar la felicidad terrenal, aquella derivada de un empleo pagado con justicia laboral, estable y seguro, y una mejor salud individual y familiar.
Jarrito ¿dónde te pondré?...