La chacha Micaela
•Fondita cerrada
•Estragos del COVID
UNO. Una década perdida
Durante diez años, la fonda jarocha La chacha Micaela estuvo abierta. Sabrosas picadas y gordas, con frijolitos y cafecito de olla. Todos los días, delicioso banquetazo.
5 empleadas en la cocina y dos chicas como meseras.
Luis Velázquez
La señora, en la caja. El marido, pendiente y vigilante.
La familia decidió poner el changarro luego de que el jefe fue liquidado por treinta años de trabajo ininterrumpido, pero como la pensión es demasiado baja, casi un insulto, entonces, todos apostaron a la venta de picadas y gordas.
DOS. Cocinera contagiada
La semana anterior, el changarro fue cerrado. Bajaron el telón. Hasta nuevo aviso, Dios mediante. El coronavirus se los llevó.
Y ni modo, las empleadas, despedidas. Les dieron unos centavitos de liquidación.
Todo empezó cuando una de ellas, la señora de mayor edad, madre soltera, dos hijos, fue contagiada.
Y fue honesta con los patrones. Les reportó que estaba infectada… pero luego de unos días.
Entonces, el temor se multiplicó en la fondita Micaela, y ni modo, todos a adoptar medidas y una de las primeras fue cerrar el negocito.
TRES. Vivir en el día con día
Todos viven en el día con día. Sin ninguna posibilidad de ahorrar unos centavitos.
Y aun cuando las trabajadoras recibieron un dinerito, la reserva se acaba.
El desempleo entre los informales, pegando duro, macizo y tupido.
Los dueños de la fondita, ni hablar, a reducir gastos, igual, igualito que las mujeres que laboraban con ellos.
Y es que, como se sabe, una carga pesada es la pandemia. Otra, peor, atroz, devastadora, su hermana gemela, la recesión.
Montón de negocios, comercios, changarros, empresas, fábricas, industrias, quebradas. Reduciendo personal a cada rato.
Y por añadidura, el desempleo. Miles de trabajadores cesantes.
El mundo en puerta será peor dicen los expertos y el coronavirus es y será una vacilada. La recesión, hundiendo a todos en el abismo social.
CUATRO. Empezar de cero
Los expertos dicen que con la pandemia y la recesión, todo mundo comenzará de nuevo en la vida. Y lo peor, de cero.
El trancazo es, será, de pronóstico reservado en materia económica.
Bastaría referir una película sobre la recesión en Estados Unidos hacia el año 1930 promedio donde en los basureros las ratas reñían con los seres humanos por un mendrugo.
Casi casi, una economía después de la guerra. El desempleo será el pan nuestro de cada día.
CINCO. Hacha filosa
De hecho está pegando ya demasiado fuerte. Por ejemplo, la industria privada más importante del estado de Veracruz, TAMSA, Tubos de Acero de México, y que exporta hasta Rusia, ha despedido a más de dos mil trabajadores.
Sindicales, ingenieros, directivos y de confianza.
Incluso, y como sucede en todos lados, abrieron la posibilidad de la renuncia voluntaria.
Y si así están en TAMSA, el hacha filosa del desempleo causando peores estragos en los changarros como “La chacha Micaela”.
SEIS. El peor de los tiempos
Desde ahora, el trascendido es el peor daño entre los informales.
Bastaría referir, por ejemplo, que las taiboleras ofrecieron, primero, table-dance a domicilio, y luego, table-dance virtuales.
Por todos lados, los changarros y comercios con servicio a domicilio. Hasta las tiendas comerciales fuertes abrieron la posibilidad.
Unos moteles en Xalapa lanzaron el programa social de “Regresa bañado a casa” para que mientras la pareja degusta sus cuerpos, un empleado les haga la despensa y se la pongan en la puerta.
Las mujeres de la fondita “La chacha Micaela”, en el peor de los tiempos adversos y huracanados.