Discurso de rencor y odio
La población electoral está harta de que las huestes del obradorismo sigan montados en el discurso del enojo, el rencor y el odio en contra de los antecesores, aseguran, corruptos, deshonestos, pillos y ladrones.
Por todos lados existe un hartazgo creciente al discurso mesiánico de las dinastías guinda y marrón en contra de los llamados emisarios del pasado, conservadores, neoliberales, y prianistas, repetido hasta el cansancio desde hace años, recrudecido en el mes de diciembre del año 2018, fecha del ascenso al poder de la llamada izquierda.
Luis Velázquez
El discurso del rencor y el odio de López Obrador ya se agotaron, y sin duda, pocos, excepcionales ciudadanos creen, digamos, los feligreses de su capilla, cada vez más acotada si se considera la efervescencia y la protesta social.
Bastaría referir el frente de los gobernadores opositores y de los mandatarios panistas y de parte de las cúpulas empresariales aglutinando cada vez a un mayor número de opositores.
La descalificación diaria desde las mañanas en el púlpito nacional obligan al televidente a cambiar de canal, así sea en viejas películas mexicanas en blanco y negro, porque se trata de una cantaleta millón de veces repetida y que ninguna confianza despierta en la población social y electoral.
Todavía peor si se considera, por ejemplo, que un presidente de la república está obligado política, social y moralmente a convocar siempre, con hechos, a la concordia en vez de multiplicar la discordia.
A estas alturas, diecinueve meses después del sexenio de MORENA, es la hora concreta, específica y maciza de cambiar el discurso del rencor y el odio, si se mira alrededor el desencanto social.
Uno, agraviado por la pandemia. Y dos, la recesión en que ya estamos, traducida en un desempleo descarrilado, ene número de negocios, comercios, changarros, empresas, industrias y fábricas quebradas o con baja producción como, por ejemplo, TAMSA, la más poderosa y fuerte del estado de Veracruz, que al momento lleva más de mil 800 obreros despedidos.
LOS SOLDADOS DE LA PATRIA
Las tribus políticas de MORENA revuelcan sus días y noches en el poder en un cóctel explosivo: además del rencor y el odio, el mesianismo.
Pocas, excepcionales ocasiones han arribado al poder sexenal políticos sintiéndose los enviados de Dios y ejerciendo el poder con soberbia y petulancia, altivez y desdén.
Aquel tiempo del auge priista cuando las elites estaban convencidas de hacer un favor “a la humanidad pigmea” han regresado.
Incluso, militantes de MORENA que ganaron una curul local o federal por el método democrático de “La tómbola”, como quien dice la pura suerte de salir premiado en un juego tipo de la Lotería Nacional, sienten que en automático rozaron el cielo con la yema de los dedos y así están caminando en el viaje sexenal.
Bastaría leer con lupa y lentes de aumento sus facebooks y tuiters donde llegan a la locura de llamarse así mismo soldados de la patria y siervos de la nación.
Más todavía cuando predican en nombre de la purificación moral y la honestidad valiente la llegada (por decreto) de la 4T y que primero fue derrotada por el mesianismo, y ahora, por el COVID, la peor pandemia en los últimos cien años.
El discurso del rencor y el odio y de la soberbia, frivolidad y mesianismo, hundiendo toda posibilidad de cambio social.
Hacia final del sexenio en el año 2024, la desigualdad social y económica seguirá peor que como estaba en el año 2018, y quizá, empeorada. Y más peor, con nuevos ricos sexenales, como ha sido la constante histórica con los priistas y panistas.
LOS ILUMINADOS
En diecinueve meses y días de gobierno hemos pasado del discurso patrio a la esperanza rascuacha y a la girita marrón y a la declaración mediática y a la promesa de justicia y a los vaticinios de un mundo mejor y a las adivinanzas.
Y en un largo y extenso camino al infinito, otra vez dando vueltas como trompo chillador.
Y de nuevo el mismo carrusel de caballitos en feria pueblerina cargando una bolsa de ofrecimientos vanos y vacuos, sin sentido, y en donde la discordia por delante caracteriza el tiempo de MORENA en vez de apostar con calidad de Estadistas a la concordia.
Así fueron el priismo y el panismo. Lo ruin en el caso de MORENA en el poder sexenal es que en el camino a la silla embrujada del palacio garantizaron otro mundo soñando con el paraíso socialista y en realidad eran y son peores.
Peores porque en su cóctel explosivo agregaron la soberbia y la petulancia en el más alto decibel, iluminados, mesiánicos y enviados de Dios que se manifestaron.
La humildad en el ejercicio del poder se la siguen dejando a los jesuitas y “a los pobres entre los pobres”, los jodidos, la gente en la miseria, pues nada tienen para alardear.