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8 Columnas
Lunes 13 julio, 2020

Veracruz Es Una Fiesta


Pueblos temerarios
•Fiestones COVID
•Alcaldes cómplices

Luis Velázquez


Tlacotalpan: el presidente municipal, famoso metrosexual, organizó comelitona en su rancho y tocó la guitarra con un baterista, hermano de la Fiscal General, notario público para dar fe, incluso, del bailongo.

Tlacotalpan: dos dí­as después, Super Saturday dirí­an en Londres, los chicos de "Jóvenes Construyendo el Futuro" se gastaron, según versiones, la beca López Obrador en pachangón en antros y cantinas, al aire libre, sin guardar la sana distancia.
Soconusco: fiestón religioso con el Cristo redentor de 9 toneladas de peso y más de 8 metros de altura colocado en avenida principal, frente al palacio, haciendo a un lado el bustito minúsculo de Miguel Hidalgo, uno de los héroes patrios de AMLO.
Xico: pachanga religiosa con la patrona del pueblo, todos a la calle, para disfrutar la vida.
Jamapa: carrerita de caballos organizada por Fernando Hernández Terán, ni más ni menos presidente del DIF local, esposo de la presidenta municipal, Florisel Rí­os Delfí­n, claro, sin ninguna relación con la famosa carrerita que en sexenio anterior hubo en Villarí­n, y que más bien fuera narco-carrerita.
Boca del Rí­o: lí­nea abierta para ir a las playas, pero, vaya paradoja, guardando la sana distancia, ajá.
Tales son, entre otras quizá, las ciudades donde la pandemia ha estallado en Veracruz, harta, fastidiada, aburrida la gente de vivir encarcelada en su propia casa.
La gente sigue contagiada y muriendo por el COVID, pero en Tlacotalpan, Soconusco, Xico, Jamapa y Boca del Rí­o son, serí­an, digamos, audaces y temerarios.
Nada más fascinante, quizá, como desafiar el bichito chino que tantos estragos está causando como nunca antes en cien años.
Total, dirí­a el viejito del pueblo, "para nacer... morimos".
Allá, entonces, cada alcalde con sus pendientes, pues cuando la población los rebasa, señal "de poner las barbas a remojar".

ALCALDESA BRAGADA
En Tlacotalpan, el alcalde armó el desorden.
En Soconusco, el alcalde.
En Xico, el visto bueno del alcalde.
En Jamapa, el esposo de la alcaldesa.
En Boca del Rí­o, el alcalde.
Los presidentes municipales, entonces, al servicio de los reclamos populares, ofreciendo, digamos, alternativas para desaburrirse y motivarse para seguir viviendo.
La población electoral votó por ellos en las urnas, y nada más digno que ser recí­procos.
En otras latitudes geográficas de Veracruz, los ediles, apretando tuercas y aplicando la polí­tica sanitaria en la adversidad.
La más encendida, por ejemplo, la alcaldesa de Tamiahua, quien desde un principio, luego luego, decretó una alerta sanitaria.
A: Prohibió el acceso de turistas y extraños al pueblo.
B: Estableció una guardia permanente de acceso al pueblo.
C: Puso vigilancia en las playas para evitar el desorden.
D: Estableció guardias sanitarias en cada comunidad y pueblo del municipio para vigilar el cumplimiento de las observaciones, entre ellas, el uso de tapabocas y la sana distancia, y evitar el festí­n y las pachanguitas.


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