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Expediente 2024
Jueves 09 julio, 2020

Los “muertos de hambre”

De siempre, la fama pública de los trabajadores de la información es desastrosa. Por un lado, sueldos insultantes. Y por el otro, corruptos.
“Son unos muertos de hambre” nos llamó Rafael Acosta Croda en su tiempo de diputado federal panista en que solí­a viajar en su avión particular para inspeccionar obra pública en el paí­s, su amigo Julen Rementerí­a del Puerto, coordinador de las delegaciones de la SCT.

Luis Velázquez/Parte III y última

“A los reporteros, ningún chile embona” dice el secretario de Salud, doctor Roberto Ramos Alor.
En los dí­as de la pandemia, la señora presidenta de la Comisión Estatal de Atención y Protección a Periodistas, CEAPP, Ana Laura Mendoza, levantó la mano y solicitó un SOS al gobernador bendecido de AMLO para los reporteros, porque muchos fueron despedidos y muchos más enviados a casa sin el salario, en todo caso, la mitad del sueldo.
La versión de que una trabajadora doméstica gana más, mucho más que un reportero se multiplica como los peces y los panes, los ácaros y la humedad.
Incluso, con un solo servicio, una cortesana VIP gana en menos de 4 horas lo que un diarista en un mes.
La paradoja más canija es que un reportero cubra una huelga de obreros reclamando el pago de salarios dignos y prestaciones sociales, económicas y médicas y en su medio le nieguen la posibilidad.
Incluso, y aun cuando por decreto en el Congreso de la Unión aprobaron un salario, digamos, aceptable, para los medios, pocos, poquí­simos, excepcionales patrones los cubren.
Y cuando un periodista es despedido por solicitar mejorí­a salarial interpone la demanda, por lo general, los patrones piden el apoyo de la secretarí­a del Trabajo y Previsión Social para archivar la demanda laboral.
Hay reporteros de 4 mil pesos mensuales, mil a la semana, y a quienes mejor les va perciben unos 8 mil mensuales.
Y lo peor, sin derecho al IMSS ni INFONAVIT. Y sin hacer antigí¼edad para cuando llegue el dí­a de jubilarse.
Y si hay quienes son jubilados, las pensiones llegan a 5 mil pesos, aun cuando existen de tres mil pesos mensuales.
Desdeñados por los patrones, quienes los utilizan, y por los polí­ticos, se trata de uno de los oficios más viejos en la historia de la humanidad con aquellos heraldos que andaban de pueblo en pueblo contando las noticias.
Y sin embargo, soñando siempre con la justicia social.
“Muertos de hambre” les llamó el í­nclito panista Rafael Acosta Croda, aquel que luego de renunciar al panismo anduvo coqueteando con Morena y nunca, jamás, fue aceptado.

HORA DE PENSAR EN LA FAMILIA
Cada quien su oficio, profesión, actividad, desempeño, etcétera, pero el periodismo es el más apasionante de los trabajos.
Nada más satisfactorio como contar historias como son, con toda su avasallante realidad, sin tirarse al piso de ningún poderoso, sea polí­tico, empresario, lí­der sindical, patrón, hacendado, jefe de jefes.
La vocación y la pasión metidas en vaso jaibolero para disfrutar los dí­as y las noches, en la mañana, gastando la suela de los zapatos atrás de la noticia, y en las tardes/noches, en la sala de redacción, desgastando la columna vertebral ante la computadora escribiendo cada historia.
Pero al mismo tiempo, cada quincena el reportero, fotógrafo, camarógrafo, editor, etcétera, confrontan la peor realidad social y económica de sus vidas cuando la empresa paga un salario insultante, salario de hambre les llamaba Ricardo Flores Magón en 1910.
Y lo peor, sexenios priistas y panistas pasaron y ahora Morena, la izquierda, aquella defensora de los derechos humanos, está en el poder, y los trabajadores de la información sigue en el rincón más arrinconado del infierno económico y social.
Y más peor, sin ninguna esperanza de que una lucecita alumbre el camino sombrí­o de tantas décadas, siglos incluso.
Los reporteros se ponen contentos, decí­a Porfirio Dí­az Mori, si se les maicea. Y a la mayorí­a maiceaba, sin excepción.
Claro, por lo general, se necesita de una entereza moral “a prueba de bomba” para rechazar los embutes de los polí­ticos y funcionarios públicos, aun cuando mientras a un reportero le dan, digamos, unos 5 mil pesos de “chayote”, los jefes reciben, digamos, un embutito de 50 mil pesos, y los dueños del medio, en millones de pesos, más negocios adicionales.
Así­ en el priismo y el panismo y el perredismo y ahora, con el gobierno marrón y guinda.
Y, claro, ninguna iniciativa de ley es presentada en los Congresos para garantizar un trato salarial digno y justo, porque, entonces, los diputados locales y federales saben que los dueños de los medios irán en contra de ellos.
El único camino, entonces, para seguir en el oficio si es que la vocación y la pasión es tanta está en buscar un trabajo alterno y complementario, como por ejemplo, impartir clases, poner un changarrito vendiendo picadas y gordas, incluso, solicitar el RVOE para una escuela primaria y secundaria, sin llegar a la desfachatez de unos reporteros que pusieron antros con bailarinas exóticas y venta de sexo.
En el periodismo se lucha y lucha por la justicia social y “se muere en el intento”.
Un dí­a, ya tarde a veces, suele decirse que es la hora de apagar la computadora y dejar de contar historias para pensar en la familia…


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