Historias Memorables
•Tiradero de cadáveres
•Tiradero de impunidad
•Rectora asesinada
Héctor Fuentes
En el mes de junio del año 2010, Fidel Herrera Beltrán gobernador, la hija de la maestra y escritora, María Esther Hernández Palacios, Irene Méndez Hernández Palacios, fue asesinada en Xalapa, con su esposo, Fouad Hakim Santiesteban.
Entonces, igual que hoy con el crimen de la rectora de la Universidad Valladolid, Guadalupe Martínez Aguilar, la indignación social alcanzó el decibel más alto.
El panista Miguel íngel Yunes Linares, por ejemplo, luego luego organizó una marcha impresionante en la capital para reclamar justicia y que, por desventura y desgracia, nunca, jamás, se consumó, pues nadie hubo detenidos.
Las calles y avenidas de Xalapa se estremecieron. Más, mucho más se cimbró Fidel Herrera. Era el último año del sexenio, tiempo aquel, por ejemplo, cuando en el tendedero público se aseguraba que los carteles cogobernaban en los penales de Veracruz, cuando menos, los más importantes.
Fidel terminó el sexenio 5 meses después, fue relevado por Javier Duarte y nunca el doble crimen fue esclarecido.
Para nada, entonces, trascendió la marcha multitudinaria aquella donde se conjuntaban tres sectores claves en la vida de la capital.
Por un lado, el académico. La maestra María Esther, académica en la Universidad Veracruzana.
Por el otro, el político, la maestra María Esther, hija de Aureliano Hernández Palacio, ex procurador de Justicia de Veracruz y ex rector de la Universidad Veracruzana, político de gran influencia en el sexenio de su amigo Rafael Murillo Vidal y que alternaba con el profesor Rafael Arriola Molina, entonces, presidente del CDE del PRI.
Y por el otro, el lado empresarial, con la familia Hakim.
Diez años después, 2020, el doble crimen solo quedó registrado en un libro desgarrador donde la maestra María Esther cuenta los días sin su hija.
De los asesinos, nunca, jamás, se supo nada.
TODOS, ATERRORIZADOS EN VERACRUZ
Ahora, 29 de junio, diez años después, la rectora de la Universidad Valladolid fue asesinada.
Un trío de homicidas, se afirma, se acercó a ella cuando llegaba a la universidad y dos le dispararon derecho, derechito, a la cabeza.
También se afirma que los tipos entraron a las instalaciones universitarias y uno amagó a un empleado y los otros dos entraron a su oficina.
De Fidel Herrera a Cuitláhuac García, la vida en Xalapa totalmente estremecida, luego del asesinato de siete mujeres en la última semana, dos de ellas en Xalapa, una de ellas, una mujer policía.
Con tantas muertes en Veracruz por el coronavirus, el asesinato de la rectora pegó en el corazón ciudadano.
Todos, asustados, aterrorizados, paralizados, horrorizados con el oleaje de violencia, incertidumbre y zozobra.
Cada día, en el palacio de gobierno de Xalapa, a las 7 horas se integra la Comisión por la Paz en sesión permanente para igual, igualito, que AMLO en el Palacio Federal, dar seguimiento a la violencia del día anterior, y segundo, revisar el avance de la estrategia para garantizar la tranquilidad pública.
En el caso de Xalapa, se ignoran los resultados, en tanto de norte a sur y de este a oeste de Veracruz, el tiradero de cadáveres.
Y por añadidura, el tiradero de la impunidad.
Un infierno llamado Veracruz.
Bamba caliente.
Bamba violenta.
Desde hace 27 años, Patricio Chirinos Calero, estamos atrapados y sin salida en el infierno.
Ahora, en el rincón más arrinconado del infierno, allí donde ninguna posibilidad existe de salir huyendo.
Y la bendición de AMLO a su góber jarocho ningún milagro ha originado.