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Miércoles 01 julio, 2020

Pesadilla va pa´largo...

"Sabedlo, prí­ncipes y vasallos". Ya lo dijo el subsecretario de Salud federal y también el Santo Papa y el jaranero de la iguana verde encaramada en el hombro. El coronavirus va pa´largo. Y mientras las tribus polí­ticas siguen peleando por la cuarentena, la verdad es universal. Aquí­, en el paí­s, en América Latina, en Europa, China, Japón, Rusia y ífrica, el COVID llegó, sigue y continuará causando estragos.

Luis Velázquez

La Diócesis de Veracruz, por ejemplo, ya reviró con las misas presenciales. Seguirán en lí­nea y en televisión.
Y si parte de los restaurantes, antros, plazas comerciales y cines están reabriendo, allá, entonces, cada quien.
El desastre epidemiológico va para largo. No tiene fecha de caducidad. Y de ñapa, el polvo del Sahara llegando a Veracruz desde el otro extremo del mundo. Y desde luego, un nuevo peligro para las ví­as respiratorias y los enfermos de asma, alergia y sinusitis, anexos, conexos y derivados.
El encarcelamiento en casa continúa. En un dí­a de la semana anterior, en un solo dí­a, 69 muertos en Veracruz. Dos dí­as después, en menos de 24 horas, 41 muertos.
El cuento obradorista de que volvemos a la normalidad, puro chorizo. Le llamaron "la nueva normalidad", de igual manera, como por ejemplo, Carlos Marx y Federico Engels y Lenin y León Trotsky soñaron con "la dictadura del proletariado".
Y así­ como están las cosas, entonces, solo resta la cuarentena. Incluso, con tantos muertos quizá convendrí­a convencerse de que serí­a difí­cil volver a tomar el café con los amigos, echarse una copita con una amiga, zangolotear el cuerpo en la disco.
Sin duda, una cuarentena eterna.
Tal cual, entonces, solo quedarí­a apostar a la relectura de libros ya leí­dos, considerando que la lectura real, eficaz y eficiente, es la relectura.
Volver a escuchar los discos ya oí­dos. Incluso, ejercitar la memoria aprendiéndose las canciones preferidas. Es más, organizar en casa un concurso parecido a "La Voz" de TV Azteca hoy, de Televisa antes.
Reordenar los papeles de la casa, los pagos de la luz y el agua y el cable y el abonito mensual en la tienda comercial.
Volver a "dar una manita de pintura a las paredes de la casa" como escribió el gran cronista Francisco Ortiz Pinchetti.
Seguir aprendiendo a cocinar y pulir y volver a pulir el difí­cil arte de tender camas.
Con el COVID pareciera que vamos sobre un camino que cada vez se hace más y más largo, sin cruzarse con un alma.
Y lo peor, un camino más largo y extenuante porque está lleno de tristeza.
Tristeza desbordada.
Todos tenemos, a veces, familiares ya fallecidos por la pandemia. Unos amigos. Unos compañeros. Unos conocidos. Unos vecinos.
Los padres ancianos de unos amigos queridos.
Y por tanto, la muerte se siente cerca, merodeando en la calle.
Pero, bueno, la mitad del mundo y la otra mitad siguen caminando los dí­as con la esperanza, primero, de que algún dí­a, lo más pronto, pase la pesadilla.
Segundo, de que el mayor número de personas sobreviva.
Lo peor, sin embargo, el desempleo.

"LA VERDAD CRUDA Y PELONA"
El pronóstico de los expertos es que la recesión, que ya está, se recrudecerá en niveles insospechados.
Ellos calculan unos doce millones y medio más de personas desempleadas únicamente en México.
Negocios, comercios y changarros quebrados y cerrados.
Despido incalculable de empleados.
Industrias y fábricas reduciendo el número de trabajadores al máximo.
En unos casos, si bien les ha ido, otros enviados a casa con la mitad del pago salarial.
El aviso de las cúpulas empresariales que más negocios serán cerrados, porque simple y llanamente, están quebrados.
Agobiados por la pandemia.
Agobiados por el desempleo.
Agobiados porque los ahorritos ya se acabaron o se están acabando luego de más de 4 meses de encarcelamiento familiar.
Agobiados por los dí­as que vendrán sin esperanzas concretas y especí­ficas.
Agobiados, incluso, porque las elites polí­ticas de los partidos siguen peleando por su verdad universal para combatir el bichito chino y pontificando sobre el paraí­so socialista.
"La verdad cruda y pelona es que ningún motivo existe para el optimismo" escribirí­a Ortiz Pinchetti.

EL PEOR DE LOS MUNDOS
Hace cien años, la última pandemia. Hace 90 años, la peor recesión en Estados Unidos. En una pelí­cula escenificada por Russel Crowel describen los peores estragos de la recesión en el paí­s vecino. Por ejemplo, las ratas peleando con los humanos por los residuos de comida en la basura. Dí­as, los padres sin comer dando los pocos y escasos alimentos a los hijos menores. La gente, tocando puertas por todos lados en negocios y comercios para una oportunidad laboral "de lo que sea" y con el salario que se pueda.
En el año 2005, Russel Crowe filmó la pelí­cula "Cinderella Man". Es la historia de una leyenda del boxeo norteamericano, Braddock. Se vive y padece en EU el tiempo canijo de la recesión que va de los años 1928 a 1935. Siete, ocho años en la terrible y espantosa depresión económica.
Ya retirado, el boxeador vuelve al ring por una sola razón de peso y con peso. Llevar unos centavitos a casa para alimentar a los hijos y a la esposa. Y acepta peleas, incluso, callejeras.
Simple y llanamente, la lucha por la dignidad humana.
Muchas historias habrá en el paí­s, y por añadidura, en Veracruz, para llevar el itacate y la torta a casa ahora cuando la recesión cause peores estragos, todaví­a por venir.
La peor de la pandemia será, es mejor dicho, la recesión.
Miles y miles de jefes de familia, sin un empleo. Y si los llegaran a tener, con salarios insultantes.
Y el peor estado de salud fí­sica.
Más terrible todaví­a la salud mental.


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