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Diario de un reportero
Sábado 20 junio, 2020

Prensa incómoda

Seductor de medios
•El góber Dehesa


DOMINGO
Gobernador represor



Juan de la Luz Enríquez se llama avenida principal de Xalapa. Enríquez gobernó Veracruz en el siglo pasado. Ejerció el poder total en el tiempo de su amiguito, Porfirio Díaz Mori. Y Enríquez era así:
Por ejemplo, se reeligió por segunda ocasión y quería una más. La tercera y la cuarta y la quinta.
Pero cuando andaba en la precampaña electoral sufrió fulminante ataque cardiaco, y ni modo, justicia divina, dejó libre el camino a Teodoro A. Dehesa, quien ejerciera el poder del mes de diciembre de 1892 al mes de junio de 1911. 19 años.
Enríquez fue un gobernador represor. En el mejor estilo porfirista. Por ejemplo, los reporteros sumisos y vasallos, “bien maiceados”. Para los críticos y/o quienes escribieran los hechos como son, la intimidación, la persecución y la cárcel.
El 9 de marzo de 1891,Pedro Castillo, editor de los periódicos “El Ciudadano Libre”-->

Luis Velázquez

y “El Imparcial”, en la ciudad de Veracruz, denunció el estilo personal de gobernar de Juan de la Luz Enrí­quez, “lleno de inmoralidad”, y envió una cartita con un ejemplar del periódico a Porfirio Dí­az.
Dí­az Mori llamó la atención a Enrí­quez. Y como el góber precioso de aquel tiempo “no permití­a que nadie criticara su administración ordenó al jefe polí­tico que acusara a Pedro Castillo de difamación y lo encarceló durante dos meses” para que aprendiera la lección, según escribe Karl B. Koth, de la Universidad de Columbia, en el libro “La revolución mexicana en Veracruz”.

LUNES
Amigo de periodistas

Salvador Dí­az Mirón, hombre de pasiones tumultuosas. Por ejemplo, maestro en la vieja Preparatoria, enfurecido con un alumno tomó el borrador y desde su lugar en el salón de clases se lo arrojó y descalabró.
En el viejo hotel Diligencias tomaba café. Un hombre pasó frente a él y le reprochó un artí­culo donde pronunciaba simpatí­a por Victoriano Huerta, el asesino de Francisco Ignacio Madero y José Marí­a Pino Suárez.
Dí­az Mirón lo correteó y pegó un tiro en la espalda. Unos meses fue encarcelado.
Admirado por el poeta francés, Ví­ctor Hugo, solo publicó, parece, dos libros en vida. Uno se llama “Lascas”. Pero era un activista periodí­stico y polí­tico.
Por ejemplo, cuando su amigo Teodoro A. Dehesa buscaba la candidatura porfirista a gobernador, publicó un artí­culo a su favor y que Dehesa le llevara al dictador en Palacio Nacional y fue decisivo para inclinar la balanza sobre él, expresada cuando Enrí­quez falleció de ataque al corazón.

MARTES
Seductor de medios

Teodoro A. Dehesa era un seductor de medios. Por ejemplo:
Filomeno Mata, dueño y director general del “Diario del Hogar” fue encarcelado en 36 ocasiones por el héroe militar de la batalla de Puebla, convertido en el dictador de 33 años, Porfirio Dí­az Mori.
Pero Filomeno Mata respetaba y admiraba a Dehesa. “Es un gobernador excepcional… que tiene la atención de toda la república”, publicó en el Diario del Hogar
Y más, por una razón fundamental: Dehesa y Bernardo Reyes, gobernador en Nuevo León, eran muy populares en sus entidades federativas y como personalidades fuertes, nunca se sometieron a Porfirio Dí­az. Incluso, eran sus crí­ticos. Más todaví­a, en vez de estar reproduciendo el estilo porfirista en sus estados como vulgares y procaces copias Xerox, “imprimí­an su propio estilo e ideas sobre su particular esfera del poder”.
Dehesa solí­a hablar con firmeza, prudencia y mesura al dictador, y con mucha seguridad le hací­a ver los errores derivados de la falta de información real.
Filomeno Mata, el compañero de luchas de Ricardo Flores Magón, lo respetaba.

MIÉRCOLES
Presos, contentos con el góber

Dehesa mereció el respeto de la prensa opositora de Veracruz sin pagar un solo centavo, sin suscribir un solo convenio verbal o escrito, sin “maicear” a nadie.
Era de “una escrupulosa honestidad y justicia” que extendí­a y prolongaba en los jefes polí­ticos de norte a sur y de este a oeste de Veracruz.
En 1892, Ignacio Canseco fue elegido jefe polí­tico en Huatusco… con el visto bueno de Dehesa.
Y algunas de sus acciones fueron “contener las apuestas y el alcoholismo” de los indí­genas pactando con las distribuidoras de aguardiente, pulque y cerveza.
Entonces, dos periódicos de la Ciudad de México, “El Monitor Republicano” y “El Nacional” aplaudieron sin reserva el nombramiento de Dehesa.
“El Paladí­n” se llamaba un periódico crí­tico a Dehesa. Y “El Paladí­n” admitió que la elección de los jefes polí­tica era excelente.
“Un prisionero en la cárcel de Jalacingo escribió a ”˜El Nacional”™ que los presos estaban contentos porque el jefe polí­tico habí­a mejorado las condiciones”.
El periódico “La Patria” reconoció “el gobierno tan progresivo de Dehesa”.

JUEVES
Porfirio Dí­az reculaba…

En todos los seres humanos hay luces y sombras. Por ejemplo, el hijo mayor de Teodoro Dehesa, Teodoro, y un hermano, Francisco, fueron diputados federales en su tiempo como gobernador, de igual manera como Porfirio Dí­az Mori ordenó al gabinete legal concesionar por dedazo la obra pública a su hijo, Porfirito, por cierto, ahijado del gobernador de Veracruz, Luis Mier y Terán, aquel de “¡Mátalos en caliente!”.
En un cambio de legislatura local, Porfirio Dí­az envió a Dehesa la lista de sus candidatos. Y Dehesa le contestó de manera concreta y especí­fica.
“Ya tengo mis candidatos” le dijo al enviado especial y hasta le envió un telegramita a Palacio Nacional.
Incluso, si el dictador insistí­a en imponer a sus favoritos, Dehesa se mantení­a firme, inalterable, sin dar un paso atrás.
Insólito: Dí­az Mori reculaba. Sabí­a del arrastre popular y la entereza de Dehesa, quien cuando Diaz Mori andaba “a salto de mata” y se refugiara en un rancho en Tlacotalpan, regalo de los diputados locales de Veracruz, Dehesa, con Mier y Terán, le ofrecieron la candidatura de gobernador para su regreso a la polí­tica.
Porfirio Dí­az fue mesurado y aceptó la diputación federal.

VIERNES
Prensa incómoda

El historiador Karl B. Koth, de la Universidad de Columbia, cuenta que Dehesa “tení­a sus propios métodos para lidiar con la prensa”.
Por ejemplo, protegió al periódico El Dictamen, considerado en aquel entonces “un periódico de oposición” y lo sumó a su causa.
Pero…Porfirio Dí­az, molesto, irritado, acusó a Dehesa de deslealtad por proteger a El Dictamen. Dehesa le reviró de la siguiente:
“Siempre le he dicho la verdad, y pretendo continuar haciéndolo aun cuando usted tenga la paciencia de escuchar muchas historias acerca de mí­ las cuales son intentos para producirle dudas acerca de mi lealtad a usted”.
Dehesa, sin embargo, enfrentaba un periódico crí­tico. Se llamaba ”˜El Paladí­n”™. Siempre lo acusaba de ser un administrador ineficaz “que no hací­a nada por Veracruz”.
Dehesa cabildeó con parte de los españoles avecindados en Veracruz, pues el periódico era financiado por algunos de ellos.
Pero como el director general de El Paladí­n mantuviera su lí­nea crí­tica, entonces, la colonia española fundó otro periódico… para contrarrestarlo.
Más, cuando Porfirio Dí­az se habí­a puesto nervioso con los artí­culos de El Paladí­n. Era el año 1901.
Entonces, el góber invitó un cafecito a los articulistas del periódico “que lo acusaban de mal conducir a Veracruz” y les pidió que “le repitieran y sustentaran los cargos”.
Así­, conjuró aquella prensa incómoda.


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