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Lunes 01 junio, 2020

Amlove con coronavirus

En medio del coronavirus, Amlove, paz y amor, ha anunciado giras en el paí­s. Es muy valiente. Su estampita de “Detente enemigo...” lo seguirá blindando. Pero, cuidado, así­ como estamos significa un riesgo. 500 muertos en Veracruz. Y ningún presidente de la república tiene derecho a jugar con su vida. Si el virus le pegara y muriera, la nación se pondrí­a “patas arriba”.

Luis Velázquez

Primero, porque de acuerdo con la ley, habrí­a de convocarse a nuevas elecciones. Las pasiones desenfrenadas por el poder. Y segundo, porque en el Congreso se desatarí­an huracanes volcánicos en la lucha por el trono imperial y faraónico.
Antes, mucho antes de ser presidente de la república, Amlove podí­a hacer y deshacer exponiendo la vida.
Muchas veces. Por ejemplo, cada vez que encabezaba una marcha de indí­genas y campesinos de Tabasco a la Ciudad de México. “La mafia en el poder” bien pudo exponerlo a un accidente automovilí­stico. Por fortuna, nunca fe. Malandros, nunca se atrevieron al paso siguiente. Quizá no le miraban espolones. Pejelagarto, no lagarto.
Ahora como jefe del Poder Ejecutivo Federal se baila otro son. Es el jefe máximo de la nación. El gurú. El tlatoani.
Reelegido durante quince años, Benito Juárez Garcí­a soñaba con la reelección para siempre. Quizá el antecedente histórico de Porfirio Dí­az Mori, su paisano.
Viví­a en Palacio Nacional, igual que Amlove. Entonces, le pegó una neumoní­a. Encamado, se le atravesó un ataque cardí­aco fulminante.
De acuerdo con la ley de entonces, el presidente de la Suprema Corte de Justicia asumí­a el cargo presidencial. Le tocó al xalapeño Sebastián Lerdo de Tejada.
Pero luego enseguida, “los demonios” polí­ticos fermentaron. Uno de ellos, Porfirio Dí­az. Incluso, el gobernador de Veracruz, Luis Mier y Terán, y el diputado federal, Teodoro A. Dehesa, quien luego ocuparí­a la silla embrujada del palacio de Xalapa, lo quisieron lanzar de candidato a gobernador para, digamos, “medir el agua” a los tamales con la elección presidencial. Lo rechazó. Fue candidato a diputado federal por un distrito de Veracruz y desde allí­ se encumbró. 33 años en el poder.
Con todo, las pasiones desatadas contra Lerdo de Tejada.
Antes como antes y ahora como ahora como dice la brujita que echa las cartas en el mercado Hidalgo de la ciudad de Veracruz, si Amlove contrajera el covid significarí­a grave riesgo, primero, para su salud, y luego enseguida, para la familia y la salud pública de la nación.

MESURA, PRUDENCIA, CORDURA
Como un ciudadano común y sencillo puede jugar con su salud. Zambullirse en el mar, pasear en plaza comercial, comer mole poblano en el mercado, ir al cine y atragantarse con palomitas y refresco de cola, andar de vacaciones, organizar fiestas familiares y en el barrio con los vecinos.
Pero como presidente de la república, la mesura, la prudencia y la cordura, han de regir su vida.
Estemos de acuerdo o desacuerdo como ciudadanos con el primer año y medio de la 4T y la purificación moral, Amlove ha de esperar tiempo favorable.
Más, porque él mismo como jefe polí­tico de la nación ha de predicar, en ningún momento con la palabra, sino con los hechos.
Y como el hervor del virus está en su apogeo, inderrotable, cada vez más cobrando ví­ctimas, incluso, la gente muriendo en la calle como sucediera en una calle de la Ciudad de México, entonces, todos acuartelados.
Se entiende, no se justifica, Amlove siente que ha de seguir peregrinando en el paí­s de cara a la elección de quince gobernadores y diputados federales y presidentes municipales y diputados locales en algunas entidades federativas.
Más, cuando anunciara que se lanzarí­a a la revocación del mandato en los comicios del año entrante, desde luego, estrategia para aparecer en la boleta electoral y levantar la posibilidad del triunfo para los candidatos de MORENA.
Se trata de una responsabilidad polí­tica, social y moral.
Amlove es terco y caprichudo. Solo cree en él mismo. Y más, luego de que en tres ocasiones buscara la presidencia de la república. Y más, después de tanto rafagueo de la llamada “mafia en el poder”.
Pero es un ser humano, mayor de edad, expuesto al coronavirus…a menos que el subsecretario de Salud federal tenga un antí­doto a la mano, más efectivo que el mole poblano, para blindarlo por completo en cada gira en el interior del paí­s, con todo y que serán, trasciende, con solo cincuenta personas y en locales cerrados.
El presidente de la república puso la posibilidad en la cancha pública. Es una osadí­a. Napoleón Bonaparte fue derrotado por el invierno en Rusia. Adolf Hitler prefirió pegar un tiro a su esposa, recién casados, Eva Braun, y luego suicidarse, en las goteras de Rusia, derrotado ya.
Nadie es eterno. El mismo Benito Juárez, quien “parecí­a gigante”, cayó ante una neumoní­a y un infarto.
En su locura socialista, Ernesto Che Guevara fue asesinado en Bolivia por un soldado a quien incluso le temblaban las manos.
En todo caso, antes que la nación y antes, mucho antes que el poder polí­tico, están la esposa y los hijos, más el menor, de Amlove.
Por lo pronto, el primer fin de semana del mes de junio, Amlove en el sur de Veracruz. Todos, con tapa-bocas, quizá. El mitin de los enmascarados, oh subcomandante Marcos.


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