Amlove con coronavirus
En medio del coronavirus, Amlove, paz y amor, ha anunciado giras en el país. Es muy valiente. Su estampita de “Detente enemigo...” lo seguirá blindando. Pero, cuidado, así como estamos significa un riesgo. 500 muertos en Veracruz. Y ningún presidente de la república tiene derecho a jugar con su vida. Si el virus le pegara y muriera, la nación se pondría “patas arriba”.
Luis Velázquez
Primero, porque de acuerdo con la ley, habría de convocarse a nuevas elecciones. Las pasiones desenfrenadas por el poder. Y segundo, porque en el Congreso se desatarían huracanes volcánicos en la lucha por el trono imperial y faraónico.
Antes, mucho antes de ser presidente de la república, Amlove podía hacer y deshacer exponiendo la vida.
Muchas veces. Por ejemplo, cada vez que encabezaba una marcha de indígenas y campesinos de Tabasco a la Ciudad de México. “La mafia en el poder” bien pudo exponerlo a un accidente automovilístico. Por fortuna, nunca fe. Malandros, nunca se atrevieron al paso siguiente. Quizá no le miraban espolones. Pejelagarto, no lagarto.
Ahora como jefe del Poder Ejecutivo Federal se baila otro son. Es el jefe máximo de la nación. El gurú. El tlatoani.
Reelegido durante quince años, Benito Juárez García soñaba con la reelección para siempre. Quizá el antecedente histórico de Porfirio Díaz Mori, su paisano.
Vivía en Palacio Nacional, igual que Amlove. Entonces, le pegó una neumonía. Encamado, se le atravesó un ataque cardíaco fulminante.
De acuerdo con la ley de entonces, el presidente de la Suprema Corte de Justicia asumía el cargo presidencial. Le tocó al xalapeño Sebastián Lerdo de Tejada.
Pero luego enseguida, “los demonios” políticos fermentaron. Uno de ellos, Porfirio Díaz. Incluso, el gobernador de Veracruz, Luis Mier y Terán, y el diputado federal, Teodoro A. Dehesa, quien luego ocuparía la silla embrujada del palacio de Xalapa, lo quisieron lanzar de candidato a gobernador para, digamos, “medir el agua” a los tamales con la elección presidencial. Lo rechazó. Fue candidato a diputado federal por un distrito de Veracruz y desde allí se encumbró. 33 años en el poder.
Con todo, las pasiones desatadas contra Lerdo de Tejada.
Antes como antes y ahora como ahora como dice la brujita que echa las cartas en el mercado Hidalgo de la ciudad de Veracruz, si Amlove contrajera el covid significaría grave riesgo, primero, para su salud, y luego enseguida, para la familia y la salud pública de la nación.
MESURA, PRUDENCIA, CORDURA
Como un ciudadano común y sencillo puede jugar con su salud. Zambullirse en el mar, pasear en plaza comercial, comer mole poblano en el mercado, ir al cine y atragantarse con palomitas y refresco de cola, andar de vacaciones, organizar fiestas familiares y en el barrio con los vecinos.
Pero como presidente de la república, la mesura, la prudencia y la cordura, han de regir su vida.
Estemos de acuerdo o desacuerdo como ciudadanos con el primer año y medio de la 4T y la purificación moral, Amlove ha de esperar tiempo favorable.
Más, porque él mismo como jefe político de la nación ha de predicar, en ningún momento con la palabra, sino con los hechos.
Y como el hervor del virus está en su apogeo, inderrotable, cada vez más cobrando víctimas, incluso, la gente muriendo en la calle como sucediera en una calle de la Ciudad de México, entonces, todos acuartelados.
Se entiende, no se justifica, Amlove siente que ha de seguir peregrinando en el país de cara a la elección de quince gobernadores y diputados federales y presidentes municipales y diputados locales en algunas entidades federativas.
Más, cuando anunciara que se lanzaría a la revocación del mandato en los comicios del año entrante, desde luego, estrategia para aparecer en la boleta electoral y levantar la posibilidad del triunfo para los candidatos de MORENA.
Se trata de una responsabilidad política, social y moral.
Amlove es terco y caprichudo. Solo cree en él mismo. Y más, luego de que en tres ocasiones buscara la presidencia de la república. Y más, después de tanto rafagueo de la llamada “mafia en el poder”.
Pero es un ser humano, mayor de edad, expuesto al coronavirus…a menos que el subsecretario de Salud federal tenga un antídoto a la mano, más efectivo que el mole poblano, para blindarlo por completo en cada gira en el interior del país, con todo y que serán, trasciende, con solo cincuenta personas y en locales cerrados.
El presidente de la república puso la posibilidad en la cancha pública. Es una osadía. Napoleón Bonaparte fue derrotado por el invierno en Rusia. Adolf Hitler prefirió pegar un tiro a su esposa, recién casados, Eva Braun, y luego suicidarse, en las goteras de Rusia, derrotado ya.
Nadie es eterno. El mismo Benito Juárez, quien “parecía gigante”, cayó ante una neumonía y un infarto.
En su locura socialista, Ernesto Che Guevara fue asesinado en Bolivia por un soldado a quien incluso le temblaban las manos.
En todo caso, antes que la nación y antes, mucho antes que el poder político, están la esposa y los hijos, más el menor, de Amlove.
Por lo pronto, el primer fin de semana del mes de junio, Amlove en el sur de Veracruz. Todos, con tapa-bocas, quizá. El mitin de los enmascarados, oh subcomandante Marcos.