Historias Memorables
•"Chivo en cristalería"
•Encerrado 3 meses
•Vida social activa
Héctor Fuentes
Luego de tres meses y días del desastre epidemiológico y de vivir acuartelado en casa sin asomarse a la calle, un conocido estará en la peor locura de su vida. Por ejemplo, todos los días iba al café tres veces.
En la mañana, entre las 7 y las 8 horas. Al mediodía, antes de comer. Y en la tarde, más o menos a la hora del crepúsculo, cuando la claridad empieza a ceder ante los primeros atisbo de la noche.
Todos los días, en la noche, al Big Bola a jugar unas dos horas antes de llegar a casa para mirar un ratito la televisión y dormirse arrullado, incluso, con las rayitas de la tele.
Mayor de edad, viviendo de su pensión luego de treinta años de trabajo ininterrumpido, así ha vivido de lunes a sábado y solo dándose como descanso el domingo para, digamos, estar con la familia.
A veces, el viernes o sábado de la noche, del Big Bola pasaba al prostíbulo para mirar y admirar a unas chicas en el streap-tease, asiduo que fue cuando "La mesa que más aplauda", por ejemplo.
"Veinte y las malas" que el compita se estará agarrando a golpes con las paredes de su casa con "un genio de los mil demonios", sin nadie que lo soporte.
Será, digamos, "un chivo en cristalería".
Nada ni nadie lo confortará.
Por fortuna, igual que todos en el mundo le tocó vivir la experiencia más intensa y dramática de su vida en los últimos cien años y así tendrá material suficiente para contar a los cuates en el otro lado cuando la muerte lo alcance y que, bueno, vida eterna se le desea.
El bullicio del mundo lo atraía. Ahora, el silencio de la casa, encerrado en las 4 paredes de la recámara y el comedor y la sala, está renaciendo a una vida nunca antes, jamás, conocida.
ALBOROTADO EN SU VIDA INTERIOR
Ahora, en casa, se sentirá completamente solo. Quizá como "El coronel no tiene quien le escriba", quien llegó a esperar quince años la llegada de la pensión y poco a poco fue vendiendo con su esposa las cositas de la casa para comer hasta que un día solo quedó la alternativa de vender el gallo con el que jugaría y apostaría en la feria del pueblo para ver si sobrevivían otros años.
El conocido vivirá soñando con que el gobierno levante la cuarentena, pero los médicos oficiales están "patas arriba", "echo bolas", y cada quien aventura una fecha, pero nada en concreto y específico.
Todo el mundo está desesperado con el confinamiento y vive a la espera de que el semáforo urbano se prenda en la luz verde y ahí se quede, como el conocido quien solo extraña su café tres veces al día y el Big Bola jugando a las apuestas con un par de copitas de whisky que en las tardes/noches solía beber.
Desde hace tres meses y días mantiene su automóvil estacionado en el mismo lugar enfrente de su casa y vive retozando la esperanza, con todo y que el pronóstico de los médicos chinos es que el desastre se prolongue hasta fin de año, además de la profecía de "La mujer del murciélago", una doctora china que descubrió el virus en los murciélagos y anuncia doce virus más, peores todos que el COVID.
¡Pobre conocido! ¡Nada le calienta!
Sin desahogarse, alborotada su vida interior, vaya a inspirarse en aquel señor de 65 años de edad que enfermo del virus se tiró del quinto piso del Hospital Regional de Orizaba.
¡Su estampita de Jesús de "Detente enemigo" lo cuide y salve!