Salarios insultantes
•Desdén a reporteros
•Aventura fascinante
UNO. Salarios insultantes
Los salarios en la prensa escrita, hablada y digital son insultantes. Y más, mucho más, cuando en la mayor parte de los medios no hay sindicatos. Hay trabajadores de la información, por ejemplo, que ganan entre 4 a 5 mil pesos mensuales.
Luis Velázquez
Y sin las prestaciones sociales, económicas y médicas de ley.
Con frecuencia, si un reportero, fotógrafo, editor, solicitan un aumento salarial, hay patrones que casi abren la puerta contestando que pueden irse porque afuera hay montón de solicitantes.
DOS. Trabajadoras domésticas, una referencia
Hay trabajadoras domésticas que cobran entre trescientos a 350 pesos diarios por una jornada que inicia hacia las 8 de la mañana y suele terminar entre 4 y 5 P.M.
A la semana, mil 800, promedio. Al mes, 7 mil 200, más, mucho más, que un periodista.
Todavía peor: en el periodismo hay hora de entrada a la chamba, nunca hora de salida. Con frecuencia, a deshoras, cuando el autobús urbano de pasajeros ha dejado de circular y ha de tomarse taxi, a fuerza.
TRES. Conflictos de intereses
Más que salarios de hambre, son sueldos insultantes. Ofensivos y denigrantes a la dignidad humana.
Lo decía Albert Camus en 1940: En el periodismo se cruzan y entrecruzan muchos, demasiados intereses.
Por lo regular, un texto ha de tener el permiso de muchos actores para publicarse.
La bendición, por ejemplo, de los jefes de Información y Redacción. Y del director y subdirector editorial. Y del director general. Y del dueño. Y de los hijos del dueño. Y a veces, de los amigos del hijo del dueño.
CUATRO. Soñar con “los molinos de viento”
Por eso, tanta inestabilidad laboral en los medios. Siempre se vive y padece el vértigo. Un día, un político habla con el dueño o el director editorial y simple y llanamente, el castigo o el despido.
Se escribiría que la historia de un reportero es andar de un medio a otro soñando “con los molinos de viento”, la utopía, el ideal, la libertad. Y cuando el diarista lo advierte ha caminado por todos los medios en un pueblo.
Lo peor, ya viejo, y enfermo, y necesitado de un salario.
CINCO. Fascinante aventura
Nada más aconsejable que tener siempre un par de trabajos, en caso de continuarse soñando con el ejercicio periodístico, la alucinante y fascinante aventura de contar historias.
Así, puede vivirse en un par de mundos al mismo tiempo. El periodismo y un empleo donde pueda hacerse antigí¼edad pensando en la vejez, la edad del retiro, la pensión.
Muchos, por ejemplo, con vocación magisterial, eligen impartir clases en el salón de clases.
Y aun cuando se trabaja con exceso, ni modo, el periodismo es el oficio más bello del mundo, pero el más rudo, cruel y atroz.
SEIS. Menosprecio político
Ninguna ley obliga a los dueños de los medios a pagar salario justo. Y si existiera, doblegarían a los funcionarios de la secretaría de Trabajo.
Muchos reporteros han perdido un familiar y lanzado un SOS para el sepelio. Incluso, hay colegas fallecidos de muerte natural cuyos parientes han pedido apoyo para el féretro.
Por eso, el menosprecio político a los medios. Los califican de “un mal necesario” pero dicen que son “unos muertos de hambre”, como el ex diputado federal, el panista Rafael Acosta Croda. O como el morenista Roberto Ramos Alor, secretario de Salud, para quien “a los reporteros ningún chile embona”.
Salarios insultantes y desdén oficial, vaya coctel explosivo.