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Malecón del paseo
Lunes 06 abril, 2020

El mundo de los escritores

•Crear un paraí­so terrenal
•Comala, el más deslumbrante

EMBARCADERO: El primer paso para volverse escritor es crearse y recrearse un mundo imaginario... Casi casi como la raza cósmica que soñara José Vasconcelos... Y la Comuna de Tomás Moro... Y la dictadura del proletariado de Lenin... Y la democracia perfecta de Francisco Ignacio Madero... Y la separación del Estado y la iglesia de Benito Juárez... O el imperio de Agustí­n de Iturbide y de Maximiliano y mamá Carlota

Luis Velázquez

ROMPEOLAS: Por ejemplo, los mundos imaginarios de algunos escritores… Juan Rulfo con Comala… “Vine a Comala porque me dijeron que aquí­ viví­a mi padre, un tal Pedro Páramo” y en donde los muertos hablan, igual, igualitos que el 2 de noviembre cuando resucitan… Gabriel Garcí­a Márquez con Macondo y que en realidad era el pueblo donde creció y en donde un dí­a el abuelo lo llevó de la mano a conocer la fábrica de hielo y lo que significa una maravilla en la vida del niño que viví­a con los abuelos…

ASTILLEROS: El argentino Julio Cortázar también recreó su mundo… Eran los cronopios, los bichitos que un dí­a descubriera en un teatro de Parí­s y que volaban de techo en techo y se volvieron el más fabuloso espectáculo, más que la obra teatral… Luego, los cronopios seguirí­an multiplicándose en su vida con más intensidad que con el gato que tení­a y con el que solí­a jugar todas las tardes, luego de escribir… Y ni se diga el mundo extraordinario de Franz Kakfa cuando convirtiera a Gregorio Samsa aquella mañana al despertar en un insecto y fue el hombre más feliz de la vida…

ESCOLLERAS: Francis Scott Fitzgerald, miembro de la llamada Generación Perdida de escritores norteamericanos en Parí­s (Ernest Hemingway, William Faulkner, John Dos Pasos, etcétera) se creó un personaje llamado Gominola, y que en lenguaje popular era un holgazán, como holgazanes, por ejemplo, fueron sus amigos, todos hijos de ricos, en las mejores universidades de Estados Unidos… Tito Monterroso inventó un dinosaurio con el cuento más corto del mundo en unas cuantas palabras, las siguientes… “Y al despertar el dinosaurio seguí­a ahí­”, y que ha servido para grandes polémicas y tertulias literarias en el mundo tratando de descifrar la complejidad narrativa tan profunda…

PLAZOLETA: Truman Capote (A sangre frí­a, su novela de no ficción, la más famosa) se inventó a sí­ mismo… A los veinte años de edad apareció en el mundillo literario con su primera novela, “Otras voces, otros ámbitos y significó un éxito fuera de serie… Los crí­ticos se preguntaban de dónde habí­a salido un escritor que de pronto aparece y se vuelve un bet seller… Entonces, Capote les reviró diciendo que durante diez años sus tí­as (sus padres se divorciaron y lo dejaron con ellas) le habí­an enseñado a leer y escribir… Pero más, mucho más, a escribir… Y a leer los libros clásicos… Y a pulir y volver a pulir los textos, sin publicar ninguno, a diferencia, por ejemplo, de Rubén Darí­o, quien a los trece años de edad publicaba poemas y crónicas en los periódicos de Nicaragua…

PALMERAS: Desde luego, el mundo imaginario de Miguel de Cervantes Saavedra con El Quijote de la Mancha y Sancho Panza… Y Carlos Fuentes Mací­as con Aura, la novela que, incluso, fue prohibida en el tiempo panista de Vicente Fox para leerse en las escuelas secundarias… León Tolstói con la finca rural en Rusia, el paraí­so terrenal, y que de su propiedad la convirtiera en una gigantesca escuela para los hijos de sus trabajadores, todos campesinos…


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