Narcos en Veracruz
Veracruz está lleno de narcos. Y como dijera AMLO, bienvenidos, porque “también son seres humanos”..., aun cuando decapiten mujeres y cuelguen cadáveres de puentes y árboles, pues total, así fue en la guerra de Independencia.
Nadie sabe muy bien de qué viven. Pero la mitad de la población y la otra mitad sabe, está consciente, segura, de que el negocio de las drogas, el secuestro, la prostitución, la migración, el huachicoleo, el cobro de piso, etcétera, les dan para vivir.
Luis Velázquez
Cierto, “muchos de ellos viven espléndidamente” (Ernest Hemingway, crónicas desde París).
Desde hace 27 años, cuando el salinista Patricio Chirinos Calero gobernaba están aquí. Incluso, y aun cuando muchos quizá sean originarios de otras entidades federativas, de acuerdo con la reforma a la Constitución local aplicada por Javier Duarte, son ya, ya, ya, jarochos, y hasta podrían aspirar a una presidencia municipal o diputación local o federal el año entrante como Pablo Escobar Gaviria en Colombia.
Pocos, excepcionales, por ejemplo, sus barbies, sabrán el restaurante, el café y/o la cantina preferida de ellos, los jefes y subjefes, sicarios y pistoleros, halcones, etcétera.
Pero de seguro las tendrán para, entre otras cositas, recordar los tiempos vividos y distraerse.
Antes, mucho antes, se miraban circular en calles y avenidas. Es más, muchas veces el ciudadano común y sencillo manejando un automóvil se topaba con ellos en el crucero, cuando de pronto, ¡zas!, uno sentía la mirada y como se trata de un ejercicio sicológico efectivo se volteaba y se topaba con ellos.
Era, es, una mirada dura y escudriñadora. Como un cuchillo afilado cortando desde carne hasta un tomate y una cebolla.
Y desde luego, llenos de miedo “y miedo al miedo” (León Felipe), en automático uno volteaba para otro lado y habría quienes se habrían puesto a rezar.
Ahora, ya casi no se les ve en el crucero. Acaso, y de seguro, andarán por ahí trabajando duro y tupido en sus cosas.
AQUí SIGUEN, CON VIENTOS FAVORABLES
Muchos gobernadores han llegado y se han ido y ellos siguen aquí.
Vieron pasar el sexenio de Patricio Chirinos. Y de Miguel Alemán Velasco, cuando hasta en sus vecinitos se convirtieron en el Frac. Costa de Oro, de Boca del Río.
Vieron pasar a Fidel Herrera Beltrán. Y a Javier Duarte. Y a Miguel íngel Yunes Linares. Y a Cuitláhuac García.
Seis en total. Y como el dinosaurio de Tito Monterroso con el cuento más corto del mundo, “ahí siguen”.
Ahora, con un presidente de la república pidiendo abracitos y besitos para ellos.
Nadie olvidará, por ejemplo, cuando desde el primer día del mandato constitucional, AMLO pidió la amnistía para todos.
Y cuando el presidente municipal de Coatzacoalcos, de MORENA, se puso aplicadito y dispuestito asegurando que se internaría en los confines del mal para hablar con los capos y convencerlos de volver al redil como el hijo pródigo del relato bíblico.
Buen karma, entonces, desde el poder político para ellos, con todo y que el escritor y reportero, Ricardo Ravelo Galo, dice, a partir de su experiencia de diez libros retratando su perfil, que cada gobernante en turno tiene su cartel preferido.
Veracruz está lleno de narcos. Por ejemplo, el Comisionado Nacional de Seguridad en el Peñismo, Renato Sales Heredia, decía que aquí, en la tierra jarocha, “operan casi todos los carteles”.
Con Patricio Chirinos, era un solo. Ahora, con el góber jarocho de AMLO, si en el país hay, dice Ravelo, catorce barones de la droga, entonces, digamos, aquí, en Veracruz serían unos siete, la mitad. O más, sabrá el biógrafo el número exacto.
Pero aquí están. Y seguirán estando, creciendo en tierra fértil.
Y es que simple y llanamente, la realidad se impone. Están aquí, porque los vientos les son favorables.
“PASADO UN RATITO UNO SE ACOSTUMBRA A TODO”
En 27 años, transfiguraron a Veracruz, por ejemplo, con los siguientes sexenios indicativos y significativos:
“El peor rincón del mundo para el gremio reporteril” con Javier Duarte.
Con Duarte, Veracruz por vez primera en el ranking mundial de las fosas clandestinas.
Con Duarte, por vez primera la alianza de políticos, jefes policíacos y policías con todos ellos para la desaparición forzada.
Con Duarte, el surgimiento por vez primera de ONG integradas con madres y padres con hijos desaparecidos.
Con Duarte, la búsqueda frenética de desaparecidos en las cárceles, pero también, en las fosas clandestinas, Colinas de Santa Fe, la más famosa en Veracruz, el país y parte de América Latina.
Primer lugar nacional en secuestros y feminicidios con el góber jarocho de AMLO.
Los profetas y los místicos dicen que la esperanza, el peor mal de la caja de Pandora, “muere al último”.
Albert Camus decía que la esperanza significa resignación, y aun cuando implica cruzarse de brazos y esperar vientos mejores, aquí, en Veracruz, ninguna razón de peso y de fondo hay para el optimismo social.
Los narcos forman parte del paisaje urbano, suburbano y rural y como de hecho y derecho ya tienen carta de adopción, unos quizá se irán pero al mismo tiempo otros llegarán, y la población, pobres y ricos, jodidos y pudientes, ninguna lucecita miramos prenderse en el largo y extenso y siniestro y sórdido túnel del desencanto.
El escritor argentino, Julio Cortázar, lo decía así:
“Pasado un ratito… uno se acostumbra a todo”.