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A Mil por Hora
Jueves 12 marzo, 2020

Hace 44 años... el Excélsior de Julio Scherer desapareció

•Fue a partir del golpe de Estado del presidente Luis Echeverrí­a Alvarez al periódico

Por GONZALO LÓPEZ BARRADAS

El 8 de julio de 1976, después de las doce del dí­a, realizaron los opositores al equipo de don Julio, una asamblea de forma ilegal en la que se notifica la destitución de Scherer Garcí­a, como director general y Rodrí­guez Toro, como gerente general, así­ como la suspensión definitiva de Arturo Sánchez Aussenac, como jefe de redacción; Leopoldo Gutiérrez, secretario de redacción; Jorge Villalobos Villa Alcalá, director de la primera edición de Últimas Noticias; Arnulfo Uzeta, jefe de información del diario y íngel Trinidad Ferreira, cronista polí­tico.

  • Julio Scherer García. En su última asamblea en Excélsior cuando fue destituido

  • Julio Scherer García. En su última asamblea en Excélsior cuando fue destituido

Bajo amenazas de muerte se exigió el desalojo de la dirección y de la gerencia, así­ como la subdirección de la redacción para el control del contenido de los artí­culos editoriales. Estaban todos, fuera de Excélsior.
Hace 44 años, se cumplen en julio, se llevó a cabo el desalojo forzado del grupo de periodistas de Excélsior. Se podrí­a definir como aniversario luctuoso pero en realidad no lo fue. La salida de Julio Scherer del periódico más aclamado a nivel nacional en los años 70 es permanecí­a a la naturaleza del periodismo. Y aunque el verdadero periodismo crí­tico se sienta muy raramente en estos tiempos en constante ataque, Julio y su gente entregaron suspiros de resistencia.
“Los Periodistas”, de Vicente Leñero, libro bibliográfico avala y respalda sin temor ni clemencia los hechos ocurridos en esa fecha del 1976 y al concluir, queda en el aire esta pregunta: ¿”Qué hubiera sido de Excélsior si la cooperativa no hubiera destituido la dirección del diario y ésta siguiera vigente?” Scherer y compañí­a hubieran sido eliminados del periódico en el siguiente sexenio, o el que siguiera, o el otro...
El sistema polí­tico-gubernamental ha reforzado sus defensas ante la prensa contestarí­a o aquella que con temeridad hacen su labor. ¿Por qué el periodismo necesita “valor” para ejercer? Si Excélsior no hubiera tenido un atentado en 1976, es casi una confirmación que lo hubiera recibido por parte de López Portillo -mismo que en el arranque de Proceso, se distinguió por apoyar y proteger el semanario. Eso también lo hizo en su momento Echeverrí­a con Excélsior”“, o por De la Madrid, Salinas o el mismo Peña Nieto.
El nacimiento de Proceso es la marca en la lí­nea del tiempo: Antes y después de Proceso.
Pero, ¿qué fue lo que sucedió?
Desde 1947, Julio Scherer Garcí­a inició su carrera en el periódico Excélsior como reportero de la fuente “Últimas noticias” y fue hasta el 31 de agosto de 1968 que la misma cooperativa lo designó Director General del diario. En ese momento, Excélsior, un periódico independiente y cooperativista, se colocó como el medio escrito más crí­tico y veraz con artí­culos agudos y directos, con una plantilla de plumas intelectuales de la talla de Daniel Cosí­o Villegas, Carlos Fuentes, Vicente Leñero, Octavio Paz y Carlos Monsiváis. Liderado por Julio y Hero Rodrí­guez Toro, Excélsior se encontraba en el sexenio de 1970 a 1976 respaldado por el Poder Ejecutivo, mismo que darí­a “libertad de expresión”. Sin importar eso, los comunicadores de Excélsior continuaron su independencia periodí­stica publicando fuertes noticias gubernamentales.
El presidente Luis Echeverrí­a demostró el poderí­o que puede tener un lí­der nacional. De manera sutil, el periódico Excélsior fue manipulado y desacreditado: A principios de junio, el dí­a 10, fue invadido un fraccionamiento en Taxqueña por “paracaidistas”-un grupo de infiltrados nombrados “Los Indios”-. Dicho fraccionamiento fue promovido por el periódico como desarrollo urbano donde, a culpa de la invasión, el consejo de vigilancia, los cooperativistas, los medios masivos de comunicación y el mismo gobierno establecieron una ola de desprestigio contra Julio y su gente.
Durante semanas, el equipo que Scherer dirigí­a se encontraba en periodo de estrés, angustia y resguardo. El periódico seguí­a lanzando sus secciones e incluí­a en ellos artí­culos que respaldaban y custodiaban la postura de “Los Periodistas”. Por otro lado, Televisa hizo una campaña en contra del diario con reportajes desde Taxqueña, con entrevistas de los invadidos ”“que en realidad eran invasores “acarreados””“, y con discursos diarios por su máximo exponente de la ”˜verdad”™, Jacobo Zabludovsky. La noche del 7 de julio de 1976 el salón de asambleas de Excélsior fue ocupado con violencia, posteriormente las oficinas y pisos completos en Bucareli 17. El personal de vigilancia fue sustituido por personal reclutado y acarreado. Durante el secuestro ultrajaron artí­culos, fotografí­as y documentos de periodistas e intelectuales. Lo más importante: el manifiesto que el grupo atacado habí­a realizado para defender su autonomí­a, para demostrar el rechazo por parte de las Secretarí­as e Instituciones públicas, por parte de los servidores públicos y pertenecientes al Sistema como el mismo Presidente. El manifiesto se encontraba firmado por decenas de reporteros e intelectuales que estaban a favor de la defensa de Julio; entre ellos Froylán López Narváez, Enrique Maza, Vicente Leñero, José Emilio Pacheco, Gastón Garcí­a Cantú, Miguel íngel Granados Chapa, íngeles Mastretta y Carlos Monsiváis. Este documento, saldrí­a publicado la mañana siguiente en el periódico. Como parte del atraco, el periódico y la imprenta -ya manipulada y controlada por terceras personas”“ lanzó la página en blanco, sin alguna publicación, ya fuera para advertir, amenazar o burlar.
Es ahí­ cuando nace la inolvidable fotografí­a que captura el andar de Julio y todos sus seguidores que con lealtad completan a los periodistas erradicados de manera involuntaria y permanente, caminando por avenida Reforma, se despiden de Bucareli 17 con la frustración en el alma. Los Secretarios de Dependencias públicas les habí­an cerrado las puertas para aclarar la supuesta invasión, el Secretario de Gobernación y el mismo Presidente se deslindaron del problema, afirmando que habí­a sido una decisión justa y a base de votos dentro de una cooperativa; los medios de comunicación comercial denigraron al personal despedido injustamente; “Los Indios” confesaron, tiempo después, que el gobierno no les habí­a cumplido las promesas cuando los enviaron a invadir Taxqueña. Los 200 periodistas que se fueron junto con Julio viví­an bajo amenazas; los demás diarios de la Ciudad de México los necesitaban pero ellos se resistí­an fieles a la visión de Scherer.
Después de aquel dí­a, la situación para los periodistas, fotógrafos y colaboradores fue aterradora y compleja. Por una parte, algunos miembros decidieron sumarse al nuevo Excélsior dirigido por Regino Dí­az Redondo y otros incorporarse a algún diario capitalino porque sus situaciones económicas eran vulnerables. Algunos de los colaboradores insistí­an en luchar por la revuelta y provocar una revolución hacia el nuevo control de Excélsior. Don Julio deseaba implementar una nueva agencia de noticias a nivel latinoamericano, algún nuevo periódico o un semanario. Ese tiempo entre aquel 8 de julio a la aparición de un nuevo medio diseñado y elaborado por Los Periodistas fue una tarea difí­cil: “Sobrevivir a este silencio generalizado, que casi cubrió a la nación entera en la década de los años 70 no fue una tarea fácil para Proceso. El golpe al Excélsior de Scherer fue sin duda el evento catalizador que inauguró la confrontación abierta entre el poder y un creciente reclamo de libertad de expresión. Pero el trayecto del golpe del 8 de julio al nacimiento del semanario, el 6 de noviembre, fue complejo. Una fecha clave entre estos dos hitos decidió la suerte del grupo de periodistas y preparó el terreno para el nacimiento de Proceso: el 19 de julio de 1976”.
El 8 de julio de 1976 es una fecha que, por un lado, representa la represión polí­tica-gubernamental que imponen a los medios de comunicación masivos, atándolos del brazo, limitando y censurando. Pero, por otro lado, nos recuerda el valor que existe cuando se tiene tatuado el ideal y la meta en este albur llamado vida. Don Julio estarí­a destrozado a los acontecimientos vigentes, Leñero, Fuentes y toda la plantilla, también. Han muerto más de 100 periodistas; otros sacados del aire y otros amenazados. Hoy, la comunicación y los nuevos canales de comunicación como la Internet y las redes sociales, nos da ese suspiro que Scherer y compañí­a nos dieron hace 40 años: Estar informados sin censura, sin lí­mites, ni barreras. Siempre habrá medios que informen inclinados al poder en turno, habrá otros que prefieran reprimir tal profesión y habrá otros pocos que cumplirán verazmente su vocación. De eso no habrá duda.


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