de Veracruz".
Incluso, hasta el mismo Patricio Chirinos Calero, quien nació en Tamuí­n, San Luis Potosí­, pero quiso nacer en Pánuco, también dijo que era la hora del norte..., pero solo de palabra, porque transcurrieron los 6 años y nunca, jamás.
Para al norte fue peor con Javier Duarte, pues los malandros procedentes de Tamaulipas entraron a Veracruz y de forma tenebrosa y trágica, por ejemplo, tirando cadáveres en el puente que une a Tampico Alto con Tampico.
Además, rafagueando el primer autobús de pasajeros en la carretera de Tantoyuca a Pánuco, y en donde una bebé en brazos de su madre perdiera la vida.
Ahora, y con la Búsqueda Nacional de Desaparecidos, el peor trascendido en la historia del norte. De Javier Duarte a Miguel íngel Yunes Linares, un total de doscientos treinta desaparecidos, la mayor parte de Papantla, Coatzintla, Poza Rica y Tuxpan según describiera el corresponsal de Proceso, Noé Zavaleta, quien acompaña a los padres de los desaparecidos del paí­s en la marcha en el norte del estado.

DOS. "Sólo busco a mi hijo"
En total 73 Colectivos de Desaparecidos actúan en el paí­s, y de los cuales, veinte son de Veracruz, los participantes en la Búsqueda Nacional.
"Yo ya no busco justicia. Solo busco a mi hijo Nathan", dijo la señora Alicia Gallegos, madre de Nathan Jesús Hernández Gallego, de 22 años, secuestrado en el norte de Veracruz en el mes de febrero del año 2018.
Y la frase resume la esencia pura, la filosofí­a de vida, el objetivo superior de los Colectivos.
Solo desean encontrar, primero, y si es posible, y dado tantos años de búsqueda, a sus hijos, y segundo, y en todo caso, ¡vaya tragedia!, hallar el cadáver en alguna fosa clandestina para darle cristiana sepultura.
Se trata del peor drama en la historia de las familias con parientes secuestrados y desaparecidos.
Antes, los desaparecidos formaban parte de la llamada guerra sucia cuando sobre los jóvenes se sentí­an tentados y atraí­dos por el socialismo y soñaban con un mundo mejor a través de la violencia.
Antes, mucho antes, los desaparecidos y asesinados fueron en el siglo pasado, hacia 1930, cuando el cacique de la hacienda de Almolonga, Alto Lucero, Manuel Parra, con su banda de malandros conocida como "La mano negra", desapareció y asesinó a cuarenta mil ejidatarios como parte de aquella enconada lucha agraria.
Ahora, el tiradero de desaparecidos y cadáveres es parte de la guerra del gobierno y los carteles.

TRES. Los carteles tienen nombre...
El corresponsal de Veracruz publicó en su crónica en APRO/Proceso que en el norte de Veracruz, mejor dicho, en la región de Coatzintla, Poza Rica y Papantla hay una lucha de los carteles por adueñarse de la plaza regional.
Y citó los trascendidos en las marchas de la Comisión Nacional de Búsqueda al Cartel Jalisco Nueva Generación, el Cartel del Golfo y Zetas Vieja Escuela.
También refirió que los malandros pelean, además de por el tráfico de drogas, por la trata de personas, la extorsión y el cobro de secuestros y el derecho de piso.
Desde luego, todo Veracruz está así­. O peor. Por ejemplo, COPARMEX de Coatzacoalcos declaró que todos los dí­as un negocio más se declara en quiebra y baja el portón y despide a los empleados... por tanta extorsión.
Estamos, pues, en el rincón más arrinconado del infierno sin que ninguna lucecita de esperanza asome en el túnel sórdido, siniestro y sombrí­o.